El estadounidense David Julius y el sirio - armenio nacionalizado en Estados Unidos Ardem Patapoutian fueron distinguidos este lunes con la edición actual del Premio Nobel de Medicina. Ambos investigadores realizaron importantes hallazgos y aportes referidos a receptores de temperatura y tacto, por lo que el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) los ponderó por encima de otros tantos candidatos que aspiraban a este máximo galardón.
Sin desmerecer los aportes de ambos investigadores, a nivel mundial la noticia sorprendió, y mucho. El primer e inevitable cuestionamiento que surgió tuvo que ver con el por qué no se reconocía con este premio a los creadores de las distintas vacunas contra el Covid-19, sobre todo en este contexto de pandemia que sin lugar a dudas marcará un antes y un después en todo el mundo. Incluso, hasta surgieron interrogantes más concretos, como por ejemplo que el premio no haya sido entregado a Katalin Kariko (Hungría) Drew Weissman (Estados Unidos), desarrolladores de las vacunas contra el Covid-19 en tiempo récord.
Sin embargo, desde el sector académico y científico hay una explicación que justifica esta decisión, o al menos parece haberla. Se trata de algo que se ha convertido en una tradición y que tiene que ver con no premiar a descubrimientos o avances muy recientes, sino esperar algunos años que permitan evaluar el impacto mundial de estos aportes. Y, a lo largo de la historia, el sector académico y científico ha defendido y comulgado con esta tradición.
Por ejemplo, recién en 2008 y 25 años después de que realizara su descubrimiento se le entregó el el premio Nobel a Francoise Barre-Sinoussi, descubridora del VIH.
Cuestión de tiempo
Distintos referentes nacionales e internacionales del sector médico y científico no tienen dudas en asegurar que el máximo galardón de esta rama (el Nobel) llegará, tarde o temprano, para quienes están detrás de la técnica de vacunas de ácido ribonucleico mensajero (ARNm) destinadas a combatir al Covid-19 y que cuentan con el agregado de la velocidad y eficiencia al momento de actuar.
“No fue sorpresivo que (los desarrolladores de estas vacunas) no hayan sido premiados este año. Tiene que pasar cierto lapso entre hallazgo y distinción para poder observar en su totalidad los efectos y el resultado. Creo que más adelante se va a reconocer el mecanismo básico del uso de ARNm como transporte de antígeno”, reafirmó esta idea el científico e integrante del comité del Konex, Guillermo Jaim Etcheverry en declaraciones a Clarín. “La premiación actual se refiere a un trabajo que comenzó en el siglo pasado y abrió el camino para interpretar cómo se produce la transmisión de señales externas y cómo las recibe el organismo -se encontraron proteínas en las membranas de las células que son sensibles a la temperatura y la presión-, lo cual nos permite conocer más sobre la presión y la temperatura”, agregó.
En la misma sintonía se manifestó el bioquímico, inmunólogo e investigador del Conicet, Guillermo Docena. “El Premio no se otorga de forma inmediata porque es necesario evaluar qué impacto tendrá en cada área. Sabremos cuál será cuando se resuelva la pandemia”, destacó a Clarín.
Los premiados
David Julius es fisiólogo de la Universidad de California (Estados Unidos, país en el que nació) y tiene 66 años. Con su trabajo permitió identificar el sensor de las terminaciones nerviosas en la piel que reaccionan al calor por medio de la capsaicina (compuesto de pimientos picantes). Ardem Patapoutian, por su parte, tiene 54 años, es biólogo y neurocientífico, con nacionalidad estadounidense y fue el descubridor los sensores celulares de la piel, así como también de los órganos internos que responden a la presión.
Los aportes de ambos se han visto reflejados en aplicaciones vinculadas al tratamiento del dolor y de un sinfín de enfermedades. Por esto mismo es que integran el tándem de premiados con el Nobel de Medicina ya que, según la resolución del Instituto Karolinska -emitida en un comunicado-, “nos han permitido entender cómo el calor, el frío y la presión pueden generar impulsos nerviosos que nos permiten percibir el mundo a nuestro alrededor y adaptarnos a él”.