Ómicron: la tercera ola saturó la primera línea del sistema de salud

El personal de salud asegura que no dan abasto en los centros de testeos y de atención primaria. Utilizan atención telefónica y diagnóstico clínico para contrarrestar la demanda.

Ómicron: la tercera ola saturó la primera línea del sistema de salud
El personal de salud asegura que no da a basto en los centros de testeos. En la imagen, Roberto Serrano durante la practica del hisopado para detectar Covid 19 Foto: Mariana Villa / Los Andes

En el pico de la tercera ola como contexto, el sistema de salud provincial ha empezado a sufrir las consecuencias de las características tan particulares de la variante Ómicron. El alto poder de contagio de la cepa ha multiplicado exponencialmente la cantidad de casos y, al contrario de las otras dos olas de la pandemia, los que ahora padecen la demanda son los centros de testeos y la atención clínica primaria, lugares donde el personal de salud está en la primera línea de la batalla contra el Covid-19.

Uno de los tantos profesionales que está al frente de esa lucha es el doctor Mariano Garavaglia, médico clínico de San Martín, quien así explicó la situación: “Esta tercera ola es la más vertical de todas y es bastante particular, hay muy pocos pacientes complicados y mucho manejo de pacientes con medicación común”. “La hemos manejado mucho mejor que las anteriores, cuando el problema eran las camas de internación que no había por ningún lado. La relación entre la primera línea de trabajo con la segunda era bastante compleja, pero como ahora los pacientes internados son poquitos, esta ha sido bastante más liviana”, agregó en diálogo con Los Andes.

Es así que, ahora, “el foco no está en el hospital, el problema son los lugares de testeos y de atención primaria”. Como muestra de ello, el Dr. Garavaglia detalló que “el 99% de los pacientes los estamos viendo en la primera línea, no pasan a la segunda” -es decir, a camas UTI-, por lo que “los hospitales están trabajando bastante bien y cómodos, porque no tienen muchos pacientes internados”.

Sin embargo, “esta tercera ola ha producido una saturación en el primer nivel de atención”, aclaró el médico, y quien lo reafirmó fue Patricia Irrutia, enfermera y secretaria general de ATSA Mendoza (Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina): “El personal de sanidad está al borde del colapso, estamos realmente cansados y exhaustos”. La representante de los trabajadores de la salud también indicó que “esta nueva cepa de Ómicron fue devastadora y con un grado de contagiosidad exponencial, lo que hace que nosotros no podamos dar solución a tanta demanda, ya que tenemos al personal enfermo”.

Roberto Macho, titular de ATE (Asociación Trabajadores del Estado), reveló que “en los hospitales, un promedio del 40% del personal de salud está aislado por Covid-19″, teniendo como referencia los hospitales Central, Perrupato, Lagomaggiore, y Schestakow. En el Hospital Pereyra, por ejemplo, “de 70 trabajadores hay 45 que están contagiados”. Eso produjo, por ejemplo, que más allá de que “muchos compañeros lograron salir de vacaciones, otros fueron llamados a reincorporarse” para dar respuesta a la tercera ola, indicó Irrutia.

CONSECUENCIAS DE LA SATURACIÓN

A casi dos años del inicio de la pandemia en el país, la enfermera reconoció que “para estas fechas ya pensábamos que íbamos a estar fuera de esta situación epidemiológica”, e insistió con el agotamiento de tanto tiempo ininterrumpido al frente de la lucha contra el Covid: “El equipo de salud necesita sus vacaciones y sus licencias, porque fueron programadas en algún momento”.

Pero esa no es la única consecuencia que padecen quienes dan batalla en la primera línea del sistema de salud. La enfermera se sinceró diciendo que el personal de sanidad está al borde del colapso no sólo físico, sino también psicológico: “Desde el camillero, al técnico, al enfermero, al médico, al administrativo, a todos nos ha llegado este virus; y lamentablemente llevó la muerte a muchos de estos hogares. Entonces estamos realmente devastados, cansados, exhaustos, solicitándole a la población que se cuide para que sea menor el impacto en los hospitales y las clínicas privadas”, concluyó.

En cuanto a eso, el doctor Mariano Garavaglia opinó que tanto la atención clínica de la provincia como la del país “están mal”: “La parte pública no da abasto, porque casi todos los médicos están ocupados testeando, y los pocos que quedan ven a los pacientes muy complicados y a otras patologías”, expresó. Es por eso que, refirió, “hay tanta carga en el sector privado, porque la gente no tiene respuesta en la parte pública. Y no es porque no quieran, sino porque no dan abasto y están saturados”.

EL NUEVO DIAGNÓSTICO CLÍNICO

Así es que el médico clínico les recomienda a sus pacientes “que no vayan a la guardia si tienen síntomas leves”, por lo que ha adoptado una modalidad de seguimiento clínico digital a través de WhatsApp. “Yo en el peor momento de la segunda ola llegué a tener entre 130 y 140 pacientes en seguimiento. Y ahora en la tercera tengo más de 400, muchos más, pero casi sin complicaciones”, aseguró. En cuanto un paciente desarrolla síntomas más avanzados, como fiebre alta, los atiende personalmente.

Lo mismo hace Luis Pardo, médico y emergentólogo de ECI (matrícula 4707): “Yo me he dedicado mucho a la consulta médica telefónica, al seguimiento de los pacientes de ESI diagnosticados, y que no quieren que el médico vaya”. En esos casos, contó, “hay gente que llama por algunos síntomas, o porque le dio positivo y no sabe cómo hacer. Como no quieren visita médica, ahí es donde los médicos los atendemos telefónicamente”.

Quienes no han podido desarrollar un sistema de atención así viven la contracara de la situación, como es el caso de la mayoría de los trabajadores de la salud. Según contó Patricia Irrutia, “en un día, un solo médico puede estar atendiendo alrededor de 200 personas”, y continuó: “Alguien que hace guardia en un hospital puede llegar a cruzarse con 300 personas; un enfermero que hace un turno puede tener a cargo 20 pacientes en terapia intensiva y 3 pacientes con Covid”. Por eso, para la enfermera es importante cómo actúa la gente ya que “el personal de la salud ya no da más, la comunidad tiene que tomar consciencia de que se tiene que cuidar”.

Para evitar esta saturación es que el Dr. Garavaglia concuerda con la nueva metodología de incorporar para detectar casos positivos: “Es muy fácil el diagnóstico clínico. Está funcionando porque en esta época no tenés faringitis, el dolor de garganta en enero no existe. Es Covid porque otra cosa no hay, influenza, rinovirus, ni ningún otro virus en esta época”, manifestó. En su caso, por ejemplo, “de los más de 400 pacientes que tengo en seguimiento, no creo que llegue al 10% los que tengo hisopados, los demás tienen diagnóstico clínico”, lo que para él es una clara muestra de que “no dan abasto, de hecho no están testeando a nadie”.

Y aquí aparece otro de los problemas con los que ha tenido que lidiar el personal de salud de la primera línea, de acuerdo a lo que reconoció Irrutia: “Hoy la gente está como muy irritante, y nos maltratan porque no hacemos testeos. Ya cambió la película, están agresivos si no los atendemos, hemos tenido denuncias y episodios de violencia”. Aunque aseguró que “yo no justifico esto”, manifestó que entiende que dichas reacciones son porque “la población también ya está saturada”.

Mientras tanto, la representante de ATSA no ve la hora de que la situación mejore, ya que está “convencida de que esto tiene que terminar”. Para el Dr. Mariano Garavaglia, “esta ola va a durar muy poco, va a ser muy rápida por la característica de Ómicron, que así como se acelera muy rápido, también se desacelera igual”.

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