Oscar Álvarez, el piloto que volvió a nacer gracias a un nuevo corazón

A sus 65 años “Osky” ya está retirado pero, inquieto por naturaleza, sigue ocupando su tiempo. “Uno no se puede quedar en la casa”, dice este jubilado de la Fuerza Aérea que en 2011 tuvo la oportunidad de una vida nueva, gracias a la generosidad de una familia desconocida.

Oscar Álvarez, el piloto que volvió a nacer gracias a un nuevo corazón
Oscar Álvarez, el piloto que volvió a nacer gracias a un nuevo corazón.

“En 1999 arranqué con una dolencia, un corazón medio flojo”, cuenta Oscar Álvarez, quien por esa época vivía en Buenos Aires. “Yo volaba, se me vencía la licencia y tenía que hacer la renovación; en los estudios saltó que tenía un problema cardiológico. Me hicieron estudios y surgió que mi problema era idiopático, no se sabía el origen, y me advirtieron que era posible que tuvieran que hacerme un trasplante. Yo lo veía como algo que nunca iba a pasar, no me sentía mal ni tenía ningún síntoma. Incluso jugaba al fútbol en los entrenamientos de la primera de Quilmes porque conocía a su preparador físico”, agrega.

Junto a su familia, en 2007 vino a vivir a Mendoza para trabajar en la Obra Social de la Fuerza Aérea. Allí comenzaron los primeros síntomas serios, estuvo internado en el Hospital Español y su médico de cabecera le confirmó lo que ya sabía: que en algún momento iba a requerir de un trasplante. “Yo asociaba al trasplante con la muerte”, reconoce Osky. “Pasó el tiempo, y mi salud se fue deteriorando. Llegó un punto en que no podía caminar 10 metros sin agotarme, me faltaba el aire…”, recuerda.

Finalmente, en 2011 Oscar llegó al Hospital Italiano, donde quedó internado el 29 de noviembre. Dada la gravedad de su cuadro, le colocaron un corazón artificial y quedó primero en la lista del INCUCAI a nivel nacional.

“Apareció un corazón para tu papá”

A los pocos días de la internación, la encargada de recibir la feliz noticia fue Florencia, la hija de Osky. “El 3 de diciembre apareció el corazón de un donante, con la bendición de Dios. ¿Viste cuando los planetas se alinean? Yo soy muy devoto y creyente, y eso influyó. Sólo pudimos saber que era un muchacho de 28 años de Buenos Aires, que tuvo un aneurisma cerebral y sus padres decidieron donar sus órganos”, cuenta.

Ese mismo día se armó el operativo, llegó un avión desde Buenos Aires para buscar al equipo del doctor Burgos a cargo de la ablación y finalmente volvieron a Mendoza con el corazón. Oscar entró al quirófano a las 12.30 de la noche de ese sábado, y en el camino tuvo seis paros cardíacos. “Me salvé gracias al cardiodesfibrilador que tenía colocado. Tuve un instante de lucidez y le pedí al médico que por favor no me hicera doler… Después, no recuerdo nada de los siguientes 15 días”, señala. La operación duró casi seis horas y luego vinieron 48 horas críticas en unidad coronaria.

Oscar Álvarez
Oscar Álvarez

“Tengo que agradecerle eternamente tanto al doctor Claudio Burgos, que me operó, como al doctor Manuel Rodríguez, quien se ocupó de mi posoperatorio. No sólo les tengo admiración como profesionales, sino que también son seres humanos extraordinarios”, se emociona Osky.

Volver a nacer, hace 10 años

En este 2021, Oscar está cumpliendo el décimo aniversario de su trasplante. Viendo hacia atrás, reconoce que la recuperación fue difícil, tuvo algunas epicrisis y nuevas internaciones, pero fue saliendo adelante. Tan es así que a fines de marzo, a 4 meses de su intervención, volvió a trabajar, siempre con el apoyo fundamental y la contención de su familia: su esposa Graciela y sus hijos Florencia y Federico.

“Soy muy ansioso y no podía estar en casa”, dice entre risas. “Volví a trabajar por un año más a la obra social y luego pasé a la parte de tránsito aéreo en el Aeropuerto, hasta el 2017, cuando me salió el retiro. Fueron 40 años de servicio”, dice con orgullo. Inquieto, Osky confiesa que no puede estar sin hacer nada y actualmente entretiene su días con un loteo que está realizando en una finca que le dejó su papá, en Uspallata.

“Hoy siento que tengo una vida nueva. Tomo medicación y me hago controles periódicos, pero tengo una calidad de vida maravillosa. Puedo hacer cualquier actividad, deportes (excepto de contacto), andar en bici, caminar, trotar…”, dice con alegría.

Al recordar a su donante, no puede dejar de emocionarse. “Siempre he orado por la persona que me dio este corazón, por su familia, agradezco la grandeza que tuvieron esos padres. La generosidad de esa familia no se puede describir con palabras”.

También reflexiona acerca de la importancia de la ley de donantes N° 27.447 –Ley Justina- promulgada en en julio de 2018, que elimina el consentimiento familiar para la figura del donante presunto. “Me parece excelente, porque nadie está exento de pasar por esta situación y significa que alguien te de la oportunidad, ni más ni menos, de seguir viviendo”.

Osky se siente un bendecido, porque gracias a este nuevo corazón pudo llegar a conocer a su nieta de dos años y seguir disfrutando de su familia. “Hoy puedo decir que estoy sano de cuerpo, alma y espíritu”, finaliza.

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