Mendoza no es ajena a una problemática que se vive en todo el país, ya que cada vez son más los médicos que deciden alejarse de las empresas prestadoras de servicios y se vuelcan por la atención particular o, en casos más extremos, la salida al exterior o directamente el cambio de trabajo. Las causas son muchas y tienen a las obras sociales y prepagas en el ojo de la tormenta, pero la consecuencia también la sufren los pacientes: no consiguen turnos médicos a tiempo, los seguros no cubren como lo prometieron, deben pagar coseguros o recurrir a la atención privada.
Sea cual sea la prestadora de servicio que tenga, cualquier mendocino que en los últimos meses haya querido atenderse con un médico de cualquier especialización lo sufrió. Mercedes (29), por ejemplo, en los últimos días asistir a una consulta y antes tuvo que pasar por una odisea: “Tenés que pagar co-seguro para todo, la aplicación anda re mal y sólo te habilitan a sacar turnos en ciertos horarios limitados”, manifestó sobre su obra social, la más grande de la provincia. “Algunos médicos, por ejemplo, sólo habilitan un día para dar turnos por esa prestadora y se agotan ahí nomás. Hasta me han dicho que cambia todos los días si la reciben o no”, agregó.
Esa es tan sólo uno de los tantos testimonios que hay, sólo basta preguntarle a cualquier pariente, amigo o compañero de trabajo para escuchar la misma experiencia una y otra vez. Lucía (36) también relató a Los Andes cómo es tener que buscar atención para sus dos hijos: “Tengo uno de 11 y una de 2 años, y con mi obra social no consigo ni siquiera pediatra, para todo me tuve que ir a la Ciudad de Mendoza, y encima a guardias. Porque no conseguís turnos por obra social, para todos tenés que pagar”. Para colmo, en esos casos, explicó que “como yo tengo un plan corporativo, a través de la empresa para la que trabajo, no me hacen reintegro. Por eso lo único que me queda es ir a una guardia, un hospital, o una clínica privada”.
Ante todas las adversidades, algunos han buscado otras soluciones, como un intento de ganarle a la burocracia y “al mercado de las prestadoras de servicios”. Ignacio tiene 37 años y es empleado público, por lo que “no podemos elegir la prepaga, sí o sí debemos tener la que nos imponen y no nos permiten salirnos”. Ante esta situación, y disconforme con el servicio de su obra social, “hay muchos que pagamos otra prepaga privada, aparte de la que nos obligan. Entonces pagamos dos obras sociales porque no nos dejan tener la que quisiéramos tener”, expresó.
En su experiencia, la situación es clara: “Como la obra social no les paga a tiempo, los médicos ofrecen disponibilidad, pero sólo para los próximos 15 días y no todos los días. Todas esas restricciones las van poniendo los médicos porque la obra social no les paga, y entonces eso también te afecta el servicio que te prestan”. En conclusión, para Ignacio “las prepagas están colapsadas, cuesta mucho conseguir turnos, a veces no te quieren atender y tenés que ir por particular, y ni hablar si se trata de una urgencia, como el Covid-19: todo eso no lo podés hacer, tenés que acudir sí o sí a un médico particular”.
En sintonía, Lucía contó que “cuando mi hija más chica se enfermó, en noviembre de 2021, conseguí turno particular con la única gastroenteróloga pediátrica en enero de 2022, a casi tres meses desde que se enfermó y por particular, así que imagínate con obra social”. Cuando preguntó a una guardia pediátrica por la urgencia, le respondieron que “sólo de forma particular y que cuesta $1300 la consulta”.
LA MIRADA DE LOS MÉDICOS
Aunque están en otra vereda, los profesionales de la salud también se han visto afectados por los servicios de las prepagas y las obras sociales. Para Fernando Vera, médico ginecólogo y obstetra, “los verdaderos prestadores de servicios somos los médicos, ellos son intermediarios. Y no hay que olvidar que no dejan de ser empresas”, sentenció.
Tras esa aclaración, el profesional explicó cuál fue el disparador que terminó en la situación actual: “Por la economía, la inflación, el país, etcétera, estas empresas tuvieron que ajustar, y como vieron que no podían aumentar tanto al paciente, y trasladaron el costo a lo único que tenían para ajustar: el médico”.
Como resultado, manifestó Vera, “el médico se hartó y por $600, por más de que le traigan un montón de pacientes, ya no le conviene porque no le alcanza para pagar la secretaria, el consultorio, el centro médico, el seguro de mala praxis, los insumos, el riesgo, y ni hablar del factor impositivo”. Para colmo, agregó, “hay prestadoras de servicios que demoran hasta 6 meses en efectuar un pago”.
Sin embargo, el Dr. Fernando Vera reveló que “muchos no quieren perder los pacientes, entonces reciben lo poco que paga la obra social, y la otra parte la cobra como un coseguro”. Más allá de este nuevo método “que se ha normalizado entre la gente”, el obstetra y ginecólogo concluyó que sigue siendo más conveniente atender de forma particular: “No perdemos plata y te dan ganas de atender”.
De esta manera, “la consulta es mejor, con más tiempo y dedicación, porque estás haciendo tu trabajo contento. De la otra manera hacés tu trabajo disconforme, por lo tanto la calidad del servicio también cambia. Somos seres humanos, por más médicos que seamos, la cuestión vocacional tiene un límite, que es cuando llegás a tu casa y no le podés comprar algo a tu hijo”, finalizó el doctor.