Daniel Brian Segundo Toro (29), Jimena Yanira Bravo (28) y la hijita de ambos –Valentina Abigail (3)- conforman una maravillosa familia. Pero no en el sentido trillado e instalado en el lugar común que acarrea la palabra “maravillosa”, sino con un agregado: desde hace 3 meses, en bloque, deben encarar adversidades y obstáculos que les pone la vida adelante, a tal punto que decir que todo se les ha hecho “cuesta arriba” parece ser insuficiente y quedarse corta como descripción.
El 16 de abril pasado, a Valentina le diagnosticaron leucemia aguda, por lo que debió comenzar con una serie de estudios y tratamiento oncológico. Para peor, y a raíz de este duro diangóstico, a Daniel se le agravó un cuadro por demás complejo: esclerodermia, que consiste en el endurecimiento, y estiramiento crónicos de la piel y los tejidos conectivos.
Esta situación mantiene al joven de 29 años en un constante ida y vuelta entre su casa y el hospital. De hecho, se encuentra terapia intensiva a la espera de un marcapasos. Y fue el Hospital Privado, donde Segundo permanece internado, el sitio en el que a fines de junio contrajeron matrimonio.
Los 3 testigos que se piden por ley, la jueza de paz y los médicos que atienden a Daniel estuvieron presentes en la sencilla, pero emotiva ceremonia que se celebró el viernes 28 de junio pasado en una de las salas del centro de salud ubicado en calle Mitre, entre Colón y Pedro Molina, de la Ciudad de Mendoza.
Lamentablemente, dado su estado de salud y por recomendación médica, Valentina no pudo estar junto a sus padres en este momento tan importante. Y es que, al tener las defensas bajas por su tratamiento, el interior de un hospital no es un espacio indicado para la pequeña.
Y ahora, los flamantes marido y mujer -y la hijita de ambos- necesitan una casa digna poder vivir todos juntos. Porque tienen una que les dejó el padre de Jimena, pero está en muy malas condiciones. A tal punto de que, dada la situación de vulnerabilidad de Daniel y Valentina, les han recomendado que abandonen el lugar. Y no están viviendo bajo su techo propio.
“No está en condiciones de que vivamos ahí, menos con mi nena oncológica y con mi esposo con su situación. El papá de mi hija esta viviendo en casa de su mamá, y yo en la casa de mi mamá”, describe Jimena a Los Andes.
Y agrega que la casa tiene muchos problemas como consecuencia de la humedad, sumado a que se está desmoronando parte del techo en la cocina.
“Hemos podido comprar algo de materiales, pero yo no estoy trabajando ya que tengo que cuidar a mi hija. Y mi marido también está en una situación particular, ya que no puede trabajar todo el tiempo y su situación no es muy estable. Por, si la gente nos pudiese ayudar con material, todo va a ser muy bienvenido”, cueta Jimena, con timidez y humildad.
CÓMO AYUDAR
La casa de la familia Segundo Bravo se encuentra en San José, Guaymallén. Es una casa antigua, que el padre de ella les entregó para que puedan vivir como lo que son, esa “familia maravillosa” ya descripta. Sin embargo, el paso del tiempo y sus consecuencias han dejado sus huellas en el lugar.
La humedad ha causado sus estragos, y hoy la casa -como describe la mujer- está inhabitable. Por ello es que Jimena está viviendo con su mamá, y Daniel -cuando no debe permanecer internado en el hospital-, vive con la madre de él.
“Prácticamente hay que tirar abajo toda la casa y hacerla de nuevo. Los médicos me han dicho que, con las defensas bajas de mi hija y toda su situación, es muy peligroso que ella viva allí con toda esa humedad. Yo soy ama de casa y hasta hace un tiempo estaba trabajando, pero cuando le diagnosticaron la leucemia a mi nena, tuve que dejar de hacerlo”, detalla Jimena Bravo.
Y, con el agravamiento de la enfermedad de su esposo, ahora divide sus tareas de cuidado entre las dos personas más importantes de su vida, su maravillosa familia.
Quienes quieran y/o puedan ayudar con material de construcción para que Jimena, Daniel y Abigail puedan tener una casa decente y digna, y que no sea un riesgo latente para el hombre y la pequeña, pueden comunicarse con Jimena al 2614673527.
Todo tipo de material de contrucción es lo que necesitan -y agradecen a quienes puedan ayudar- para reconstruir la casa familiar.
EL EMOTIVO CASAMIENTO
Se necesita mucho más que esta complicada seguidilla de adversidades que se sucedieron a partir del 16 de abril para que esta feliz y luchadora familia decida bajar los brazos (y si es que lo hacen). Porque, poniéndole la mejor cara al mal tiempo, Jimena y Daniel contrajeron matrimonio en una de las salas del Hospital Privado. ¡Y fue con todas las de la ley! Para dejar en claro que están más unidos que nunca, y que se aman como siempre.
“El 27 de junio Daniel me apretó fuerte la mano y me dijo que nos amaba, pero que sentía que se estaba muriendo. Entonces me pidió casamiento, y yo le dije que sí”, repasa Jime a Los Andes y a una semana de haber dado el “Sí”.
Luego del pedido, y por una cuestión praticamente protocolar, al joven lo sometieron a una evaluación psiquiátrica que determinara que no presentaba sus facultades alteradas de cara a esta importante decisión. Fue, lo que se dice, una formalidad ya que no quedaron dudas de esa sincera y definitiva prueba de amor.
“El mismo 27 de junio le hicieron el estudio psiquiátrico, todo salió todo bien y el viernes 28 de junio nos casamos. ¡Fue la jueza de paz a la clínica y estaban los 3 testigos!”, destaca, con optimismo y mucha felicidad Jimena, quien lleva compartidos 9 años de su vida con su flamante esposo.
“En el momento en que Daniel me agarró la mano para pedirme matrimonio y me dijo que se estaba yendo, yo le dije que no se podía morir, que necesitaba ser fuerte porque su hija lo estaba esperando. Le dije que ella nos necesitaba a los dos juntos y que no podía irse”, rememora, siempre con optimismo, Jime.
ANTES Y DESPUÉS
El 16 de abril de 2024, y luego de que Valentina Abigail presentara dolor de panza y una leve febrícula, se confirmó el duro diagnóstico: una punción de médula ósea evidenció la leucemia aguda.
Y Daniel, quien ya venía atravesando una marcada depresión y un estado de estrés importante por asuntos relacionados a su situación laboral, fue víctima de un colapso que “despertó” la esclerodermia.
Despertó es un decir, ya que -por lo general- la enfermedad está presente en quienes la padecen, aunque no siempre son con síntomas y manifestaciones tan delicadas como en el caso de este hombre, quien se desempeña como portero de un hospital de Mendoza.
Daniel había caído en una fuerte depresión tras solicitar la baja en el Ejército. Tomó esta decisión para evitar que lo trasladaran y, de esa manera, se alejara de su hija.
Ya golpeado anímica y emocionalmente por la imprevista salida de lo que, hasta entonces, era su forma de vida, la confirmación del cuadro de leucemia en su hija actuó como golpe de K.O.
“En el cuerpo empezó a evidenciar muchos síntomas, como manchas blancas en la piel y que, además, se puso dura. Fue a la guardia del Hospital Privado a hacerse ver el 21 de septiembre del año pasado, y ese mismo día lo dejaron internado en terapia intensiva con el diagnóstico de esclerodermia, una enfermedad que suele estar vinculada con el estrés”, agrega su esposa.
Aunque en la mayoría de las personas que padecen esclerodermia no se manifiestan síntomas delicados, Daniel Segundo quedó internado de urgencia. Y, desde entonces, inició complejos tratamientos, dada la afectación de sus órganos y del corazón, en particular.
Periódicamente le drenan importantes cantidades de líquido del corazón, de los pulmones y de otras partes de su cuerpo. Y el 26 de junio pasado, dos días antes de la boda –y estando en su casa con un alta ambulatoria- el joven estuvo a punto de sufrir un paro cardíaco, por lo que debió regresar a la terapia intensiva del Hospital Privado.
“Nos han explicado que no puede entrar a la lista de espera del trasplante de corazón, ya que su mismo cuerpo lo ataca, y atacaría al nuevo corazón también. Por suerte, ahora está estable y a la espera de que le coloquen un marcapasos”, cuenta su esposa.
“¡SÍ, QUIERO!”
Tras la recaída que derivó en una nueva internación, y estando en terapia, Daniel Segundo le tomó la mano a Jimena Bravo para pedirle matrimonio. Y, tras la respuesta afirmativa de la joven y del aval de los profesionales de salud mental a la unión, llegó el mágico momento.
Dado que Daniel se encuentra en una situación delicada, el día de la boda lo trasladaron -por unas horas- a una sala común. Incluso, hasta le retiraron la asistencia del oxígeno envasado con el que cuenta durante gran parte del día.
A Daniel lo levantaron, lo prepararon y vistieron para la ocasión. Porque el viernes 28 de junio de 2024 estaba destinado a ser uno delos días más importantes de su vida, y de la de Jimena.
“Realmente los médicos se portaron muy bien y les vamos a estar eternamente agradecidos. En la sala estábamos nosotros, los 3 testigos (mi mamá, mi cuñado y mi hermana), la jueza de paz y todos los médicos Fue todo rapidísimo y hermoso”, describe Jimena, con la misma sonrisa en su rostro con la que dijo, a viva voz, “¡Sí, quiero!” hace una semana.
La única tristeza de aquel viernes fue que su hijita no haya podido estar para no exponerse a un riesgo. Sin embargo, es –sin lugar a dudas- un día que ni Jime ni Dani olvidarán jamás.
“Fue una experiencia única, que nunca imaginaríamos ahí, ¡en el hospital! Daniel quería que nos casáramos afuera del Hospital, pero nos dijeron que su condición era delicada, y por eso decidimos hacerlo ahí. Fue algo especial para nosotros, en medio de todo lo que estamos pasando”, sintetizó Jimena con esa fortaleza que la distingue y que hoy le permite estar siempre al lado de su hija y de su flamante esposo.
