La comunidad educativa del secundario Antonio Sarelli de Maipú se vio convulsionada este martes, cuando un estudiante de primer año llevó un arma de fuego y fueron sus propios compañeros quienes dieron aviso a las autoridades para frenar una tragedia.
Luego de que los preceptores hicieran una exhaustiva búsqueda de una pistola Bersa calibre 22, que finalmente apareció en uno de los bancos. Se dio intervención, a través del 911 que secuestró el arma y se determinó que tenía proyectiles en el cargador. Este es el tercer caso del año en el Nivel Medio, mientras que en la Primaria ya hubo 11 de características similares, en donde un estudiante -por diversas razones- introduce un elemento a la escuela que puede atentar contra su propia vida, como la del resto de sus congéneres y de los adultos que trabajan en ese lugar.
La estadística que lleva la Dirección General de Escuelas (DGE) en primaria y en secundaria da cuenta de 44 casos desde 2019 a la fecha y asegura que no lo toma como un fenómeno, porque son hechos esporádicos puntuales. Respecto de la secundaria hubo tres situaciones este año y en los últimos dos no hay registros.
En la universidad, este año se vivió un extraño episodio: un alumno publicó en las redes una foto con una pistola sobre apuntes y con el mensaje “me parece que les conviene ir al recuperatorio”. Ante la amenaza debieron evacuar el edificio de la Universidad Tecnológica Nacional, el pasado 7 de julio.
El abordaje de la DGE
El titular de la Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario a las Trayectorias Escolares (Doiate), Miguel Conocente, explicó a Los Andes que, “en el Nivel Inicial y Primario estamos dentro de los números esperables: en 2019 tuvimos 17 situaciones, en 2021 13 y en lo que va del año 11 hechos de ingreso de armas”.
Conocente aclaró que de las 22.344 intervenciones que tuvieron en 2021, sólo 13 fueron de ingreso de armas. “Este año hemos tenido algunas situaciones con la introducción de cuchillos en las escuelas, uno que tuvo trascendencia de un cuchillo Tramontina, de tipo cocina, que un nene lo mostró a otros compañeros y trascendió porque una mamá se asustó y el otro fue el niño que había llevado una réplica de una pistola”, enumeró.
“El criterio con el que se trabaja siempre es que un chico que tiene un arma en su poder está en una situación de vulnerabilidad para sí mismo y para los demás implica un riesgo y hay una intervención desde la perspectiva del cuidado”, explicó el especialista.
Por protocolo -establecido en el Decreto 1187/2018- una vez que se detecta el arma, se le solicita al portador que la entregue y si no lo hace se da aviso a la policía más cercana. Luego, se informa a los padres y a toda la vía jerárquica. A la par, la Doate comienza un análisis del caso en un nivel primario de asistencia de salud mental y si es más complejo se deriva a un centro de salud, haciendo el seguimiento puntual del alumno y la familia.
“Cuando los adultos empiezan a mostrar puertas adentro que la violencia es una vía, los chicos lo empiezan a reproducir en la escuela. Entendemos que los adultos deben correr a los niños de esta lógica, al que están expuestos también en los medios, entendiendo las redes sociales Youtube u otras que los chicos consumen”, analizó Conocente.
Para entender esta problemática, más allá de la estadística, la psicopedagoga, Karina Bergé, consideró: “La escuela es un escenario en donde se vivencian las expresiones de violencia que exceden a las instituciones y son propias del ámbito social. Las escuelas hacen grandes esfuerzos para trabajar permanentemente en la convivencia escolar y generar climas más adecuados, pero estos se ven avasallados por las diversas situaciones sociales”.
Bergé pone el acento en las familias y el papel de la educación del hogar para concientizar sobre el peligro de las armas para la vida del niño que las porta, como para los demás.
Hacia adelante, la presidenta del Colegio de Psicopedagogos afirmó: “Se necesitan políticas públicas referidas a las inmensas carencias en el ámbito de la salud, seguridad, trabajo que obturan las funciones familiares que acompañen al desarrollo bio psico social de los estudiantes”.
Más armas en las casas
Jorge Cascarano, dueño de armería Cascarano con más de 60 años de trayectoria en Mendoza, señaló que en los últimos año se incrementó la venta de armas de fuego para el uso domestico y la Bersa 9 milímetros es una de las que más salida tiene.
Para el experto la amenaza de la inseguridad hace que las personas busquen protección en estos elementos que se guardan en las casas para la defensa, frente a un robo, entradera, entre otros.
“En este contexto de extrema inseguridad que se vive, en que mucha gente encuentra que tiene que defenderse o hacer justicia por mano propia y legitima el tener armas en la casa, también hay que analizar un protocolo para proteger a los niños de que la usen. Se incrementa mucho el riesgo para nuestros hijos y para los demás o cause un accidente”, reflexionó la psicopedagoga Mónica Coronado.
Y evaluó: “Los niños las llevan con distintas motivaciones cuando llevan estos elementos de riesgo a la escuela, para intimidar, mostrar como un objeto curioso o transgresión. El potencial del daño es muy grande, se entiende la angustia pero hay límites razonales que tiene la escuela a las marcas y a las matrices de la vida familiar”.