El sábado 7 de mayo por la tarde, las elefantas asiáticas Pocha y Guillermina abandonaron las instalaciones del Ecoparque de Mendoza. Aquella tarde, madre e hija partieron vía terrestre hacia el Santuario de Elefantes de Brasil (en Mato Grosso) y abandonaron la limitadísima y poca feliz vida que llevaron durante décadas en el recinto de piedras y cemento ubicado al costado del Cerro de la Gloria. Pocha, de 56 años, llegó al entoncez Zoológico de Mendoza cuando tenía solamente 3 años, mientras que Guille (23) nació en 1998 en el lugar, por lo que -en su casa- no supo nunca lo que era la libertad.
Tras completar los 3.600 kilómetros que separan a Mendoza del Santuario en Mato Grosso, el jueves 12 de mayo las dos elefantas -madre e hija- llegaron a este imponente entorno selvático ubicado al centro-oeste de Brasil están. Y en este primer mes que ya transcurrió con las “ele” en el lugar y viviendo una nueva vida, el cambio ha sido por demás notable en la actitud y hasta en la presencia de las elefantas.
A lo largo del mes transcurrido entre el 12 de mayo y el 13 de junio, Pocha y Guillermina ya recorrieron los distintos rincones del santuario -ellas están en el sector de hembras asiáticas-, disfrutaron de la posibilidad de frotarse por primera vez en sus vidas con un árbol y de darse baños de tierra y de barro, acciones que parecen simples, pero que a lo largo de toda su vida en cautiverio no lograron concretar mientras estuvieron en Mendoza.
Adaptación e integración a la manada
Ya llegando a fines de mayo, Pocha y Guille habían logrado entablar contacto -solamente visual- con las otras 5 elefantas asiáticas que habitan en el lugar e integran la manada (Lady, Maia, Bambi, Rana y Mara). Aunque al principio las dos estuvieron en patios especiales que se encuentran ni bien se accede al predio (que, en total, cuenta con 1.300 hectáreas), poco a poco fueron adentrándose en el santuario hasta llegar a convivir con sus nuevas vecinas.
“Esta semana, Pocha y Guillermina finalmente se sintieron lo suficientemente cómodas para compartir espacio con Bambi, Mara, Maia y Rana. Las dos habían estado mostrando interés en las ‘Chicas Superpoderosas’, y se emocionaban cada vez que escuchaban fuertes golpes o ‘trompetas’. Así que abrimos las puertas entre los recintos 3 y 4. Pocha y Guillermina entraron vacilantes al recinto 4, donde estaban las otras cuatro. Rápidamente se sintieron un poco intimidadas y corrieron de regreso al recinto 3, que está cerca del cobertizo y que es su espacio seguro. Pero las demás vieron la oportunidad de adelantar el encuentro y entraron a los recintos menores a una distancia respetuosa”, explicaron en uno de los videos más recientes compartido por las redes sociales del Santuario Global de Elefantes, que conmovió a cientos de miles de personas que siguen atentas la nueva vida de Pocha y Guillermina en Brasil.
“Cuando Pocha escuchaba a las niñas vocalizar, corría hacia ellas; su emoción le permitió ubicarse en un lugar nuevo y potencialmente intimidante: justo entre Mara y Bambi. Esto es encantador y algo inesperado, pero es un ejemplo del deseo de Pocha de tener nuevas relaciones en su vida. Tras ese momento inicial juntos dentro de la valla, cada elefanta asumió su propio papel de dar la bienvenida a Pocha y a Guille al Santuario. Maia siguió mostrando interés en las recién llegadas, manteniéndose relativamente cerca y vigilando toda la acción. Rana, por su parte, estaba haciendo su papel habitual, supervisando cuidadosamente las interacciones y monitoreando la dinámica. Mara podría haberse sorprendido al descubrir que sus chillidos habían atraído a Pocha tan rápido, pero también se dio cuenta de que esta nueva individua solo quería estar cerca de ella”, especificaron desde el Santuario de Elefantes sobre este primer encuentro físico y cara a cara (hasta hace unos días solo habían mantenido contacto visual).
“Pocha y Guillermina están mostrando sus propios deseos individuales de amigas, demostrando que pueden ir y venir dependiendo de su comodidad. Lo que es más emocionante es que su primer encuentro fue amable, pacífico y prometedor en muchos niveles”, concluyeron.
Los cambios de comportamientos: desde conocer un árbol hasta los fuertes barritos
Mientras estuvieron en Mendoza (primero en el Zoológico y luego en el Ecoparque), Pocha y Guillermina no conocieron otro espacio que el del lúgubre recinto y sus habitaciones, compuestas en su totalidad de tierra y piedras. Gran parte de su vida la pasaron en la más absoluta soledad, ya que si bien el elefante Tamy -macho asiático y padre de Guille- se encontraba al lado de “las chicas”, no compartían recinto. Por esto es que fue tan importante la vinculación con las otras 5 elefantas de la manada (de las cuales, con 4 ya han interactuado físicamente también).
El primer cambio de actitud de Pocha y Guille se vio cuando lograron conectarse con vegetación, con el medio ambiente, con los baños de tierra (se la arrojan encima de su lomo y cabeza utilizando su trompa), cuando pudieron frotarse por primera vez en sus vidas con un árbol y cuando pudieron disfrutar por primera vez de un baño de barro (algo que ya es una constante).
No es solamente en estas actitudes en que se ve la adaptación y la felicidad de las elefantas a esta nueva vida. También se evidencia en algo tan simple como el barrito de las elefantas (así se conoce al sonido que emiten estos ejemplares). En apenas un mes que llevan en el lugar, las dos elefantas que llegaron de Mendoza se han llegado a posicionar como las elefantas que más “trompetean” (como les dicen en el santuario). Y es que, por las noches, ya es un clásico escuchar barritar a Pocha y Guillermina.
Eso sí, entre las dos, quien con mayor fuerza se hace oir es la “viejita”, Pocha.