Pedro Frutos Molina (64) lleva más de 30 años trabajando en catástrofes naturales. Su tarea no es nada simple, por lo que se precisa de una entereza y una disciplina de la que no cualquiera dispone. Y es que, junto a sus perros, se encarga de buscar y rescatar personas entre los escombros luego de violentos terremotos.
Pueden ser personas que aún están vivas y atrapadas, aunque también cuerpos ya sin vida. Para cada una de estas funciones hay un perro especialmente preparado, por lo que no son los mismos los canes que buscan sobrevivientes que aquellos que tienen como objetivo dar con los cadáveres (solo muy pocos pueden ser entrenados para ambas tareas).
“Para nosotros no es importante el número de personas o cuerpos que rescatamos, por eso no llevamos un conteo desde que empezamos. Para nosotros es tan importante encontrar a 20 personas o a una después de un terremoto”, describe Frutos Molina, quien hace casi tres décadas fundó la Organización Canina y de Rescate Unidad K9 en España, donde vive, a 80 kilómetros de Barcelona.
La ONG tiene delegaciones en países de todo el mundo, por lo que, según palabras del propio creador, cualquiera de los voluntarios y sus perros adiestrados pueden estar en cualquier lugar donde se haya registrado un terremoto catastrófico en menos de 24 horas.
Cada uno de los miembros de K9 y sus delegaciones tiene sus propios trabajos para ganarse la vida, mientras que esto lo hacen de forma desinteresada y con un único fin: prestar un servicio a la humanidad y ayudar a quienes más lo necesitan, en el momento en que más lo necesitan.
“Siempre digo y repito a quienes son parte de la ONG que si en una intervención no encuentran a nadie, no hay que desesperar. Porque habéis triunfado al haber dejado a la familia y dedicado tiempo a la búsqueda”, sintetiza el adiestrador y rescatista español, quien ha participado con sus servicios ya en la escena de 18 grandes terremotos a nivel mundial.
“Incluso, cuando se encuentran cuerpos sin vida es una especie de satisfacción comedida. Porque la familia de esa persona tendrá finalmente un cuerpo al que llorar”, reflexiona el entusiasta activista.
LA VUELTA AL MUNDO EN 18 TERREMOTOS
De los 64 años de vida que tiene, aunque bromea con que se siente de 20, Pedro Frutos Molina lleva 30 con su ONG K9, dedicada al entrenamiento de perros y rescatistas en la búsqueda de personas. Es poco menos de la mitad de su vida desde aquel día en que a su esposa, Esther, se le ocurrió la idea.
“Yo quería ayudar a la sociedad y pensé en anotarme a la Cruz Roja. Y fue mi mujer quien me mencionó la idea de entrenar y trabajar con perros. Lo probé y me enamoré. Me formé en Estados Unidos, en México y en Londres, y cuando aprendí bien, me seguí formando. Incluso hoy sigo aprendiendo”, rememora.
Su esposa ya falleció y se desempeñaba como psicóloga y secretaria de la ONG. “Ella ha sido lo más importante de mi vida”, se sincera.
El primer terremoto del que participó Pedro con uno de sus perros fue en Marruecos, hace ya 29 años. Desde entonces, estuvo en 18 operativos relacionados a las desastrosas consecuencias humanitarias que dejaron distintos movimientos.
A Marruecos regresó otras dos veces, mientras que entre los terremotos más catastróficos de los que participó se destacan Haití, México, Filipinas, Ecuador, Nepal, Pakistán, Turquía e Italia.
“Somos esos tipos raros que, cuando hay un terremoto y mientras todos corren para salir, nosotros corremos para entrar”, describe Frutos Molina.
El trabajo de K9 es íntegramente voluntario. Se trata de un servicio a la sociedad, mientras que la entidad tiene auditorías periódicamente a cargo de una jueza -algo dispuesto por el propio Frutos Molina- que se encarga de hacer un seguimiento de cualquier gasto operativo.
TREINTA MINUTOS AMETRALLADOS EN PERÚ
Haber participado durante las horas posteriores y más críticas de 18 terremotos catastróficos en todo el mundo ha dejado infinitas anécdotas para el fundador de la ONG K9. No obstante, jamás olvidará aquella oportunidad en que debió estar media hora tendido en el suelo con su equipo y debido a que en Pisco (Perú) los ametrallaron de forma continua mientras se dirigían a uno de los operativos.
“Fue realmente una situación crítica. Tuvimos que tirarnos cuerpo a tierra y abrazar a nuestros perros para que no los mataran. Estábamos cerca de un campo de amapolas y los dueños pensaron que éramos ladrones”, rememora Frutos Molina.
De hecho, debieron solicitar apoyo al Ejército en esa zona de Perú para poder intervenir en los rescates.
El riesgo es parte de la vida de Pedro y los rescatistas formados por él. Luego de cada sismo se suceden entre 20 y 200 réplicas, y si una de ellas sorprende a los brigadistas arriba de los escombros, los riesgos son dos: o se abre el piso y quedan enterrados en un agujero o se caen los restos de la pared que quedaban en pie.
La ONG K9 cuenta con delegaciones en España. Portugal, Brasil, Argentina y Chile, todas integradas por rescatistas y perros, tanto aquellos entrenados para rastrear a personas vivas como a cuerpos sin vida. En total son 66 los perros de los que dispone la patrulla a nivel mundial.
Y si bien cada perro rescatista tiene a su compañero designado (lo que se conoce como binomio), los canes están entrenados para que -en casos urgentes y de contingencias- cualquier persona pueda trabajar en equipo con cualquiera de los perros.
ENTRENAMIENTOS EN MENDOZA
El adiestrador y rescatista Pedro Frutos Molina estuvo nuevamente en Mendoza entre el 12 y el 30 de octubre. Si bien tiene tres perros de rescate, los dejó en España y al cuidado de unos compañeros, ya que su visita a Mendoza fue vinculada a la preparación de grupos de rescate de la Policía de Mendoza.
“No hay razas que sean perfectas para ser rescatistas, pero tampoco es cierto que todos los perros sirven. Hay perros que tienen ciertas características y se pueda adaptar a más horas de trabajo o que aguantan muchas horas tomando poca agua, esos son los más útiles”, se sincera Pedro. Y enumera a los Malinois (Pastor Belga), los Labradores y los Golden como algunas de las más propensas.