“Uno siempre recuerda a aquel personaje que conoció desde muy chico. En estos momentos no me acuerdo cómo se llamaba este señor, parco, muy alto, bien morocho y de buenos modales, que me indicaba por dónde tenía que ir en mi bici”, comenta Julio Vitón desde Vicente López, Buenos Aires. Si bien el lugar donde vive tiene características similares a Mendoza por sus frondosas arboledas en las calles, con cierta melancolía opina que no es lo mismo.
“Te estoy hablando de cuando tenía unos 7 años y allí, en la plazoleta Ponce, ese triángulo de la Quinta ubicado entre las calles Leónidas Aguirre, Moyano y Tiburcio Benegas. Allí jugábamos todo el día, antes de mudarnos a la calle Granaderos, casi Andrade. Y este hombre era el que nos cuidaba. Nos decía: ‘Vení por acá porque por allí está la acequia y te podés caer’. Entonces dábamos vueltas y vueltas por el veredón y entre los bancos que estaban relucientes”, agrega nostálgico.
Julio cuenta que, con mucho entusiasmo, a este hombre siempre se lo veía trabajando en la plaza. “Limpiaba los bancos de piedra y otros de cemento con un cepillo de acero y jabón porque los pajaritos los ensuciaban todo el tiempo. También recuerdo que tres veces al día tomaba dos grandes lampazos y dejaba brillantes las baldosas”, rememora.
El hoy vecino de Vicente López, que desea volver a su Mendoza natal, pinta de alguna manera la figura del placero mendocino, aquel que hoy prácticamente pasa desapercibido entre tanto movimiento de gente, pero alguna vez fue el centro de la plaza. “El señor que estaba en la plaza Italia se creía el dueño del lugar y nos corría cada vez que queríamos andar en bici o jugar a la pelota”, recuerda Cristian, mientras que Juan dice que, para evitar los “encuentros” con el placero de la Belgrano, del barrio Bombal, jugaban a la noche al fútbol en el rectángulo central.
Un trabajo más amplio
“No ha cambiado mucho el trabajo, tal vez ahora se haya sumado más porque hay más gente en las calles y se debe limpiar permanentemente. Se sigue haciendo el riego, limpieza de cunetas, y en general, y resembrado de plantas. Tratamos de hacer lo mejor posible, con el fin de los placeros, que es mantener la plaza”, explica Jorge Hernández, coordinador de la limpieza en la plaza España.
Dalmira Vázquez cuenta que trabaja desde principios de año en ese pintoresco paseo, luego de encargarse del mantenimiento de espacios verdes en La Favorita. “Tengo el privilegio de trabajar aquí. Es muy tranquila, armoniosa y recibimos el cariño permanente de las personas que pasan. Los turistas nos dicen que les gusta mucho el lugar. Y los vecinos también son muy buenas personas. Una señora, Isabel, que todos los días saca a pasear su perrito, siempre nos trae algo para comer o un café a media mañana”, asegura la joven placera.
Hernández acota que, en general, la gente ya no cuida tanto los espacios públicos. “Cuando llegamos después de los fines de semana, vemos los daños que han hecho algunas personas. No tienen problema en dejar papeles y residuos de todo tipo. Son nueve horas a full de trabajo todos los días”, describe.
Este simpático placero recuerda que así como ha vivido momentos muy lindos, con festejos y celebraciones de los vecinos en las plazas, especialmente las de los barrios, también le ha tocado experimentar situaciones fuertes que lo han marcado. “Hace unos años, cuando trabajaba en la plaza Chile, nos encontramos con una persona fallecida. Era un hombre que no tenía hogar y dormía en la plaza y una mañana fuimos a despertarlo y notamos que algo andaba mal. Llamamos al 911 y llegó una ambulancia pero no había nada que hacer. Era un muchacho joven, maltratado por la situación”, recuerda apesadumbrado.
Hernández asegura que desde hace unos años “se ha rescatado la figura del placero, cuando el actual gobernador Suárez era intendente”. “Él hizo una presentación del placero en la plaza Uruguay, en la Cuarta Sección, y se presentó un cuerpo de placeros nuevo”, explica.
El municipio realizó esta acción para capacitar a los placeros en diferentes tareas de higiene urbana y prevención. En esa oportunidad se señaló que, además de las labores de limpieza en los paseos, “ayudan a proteger el patrimonio y apoyan los trabajos de prevención para seguridad, convirtiéndose en un nexo imprescindible para los vecinos”. Las acciones de capacitación se realizaron con la colaboración de la fundación Cullunche y la universidad Maza.
Placeros e integrantes de las cuadrillas de limpieza también recibieron una capacitación para el manejo de máquinas a batería, como sopla hojas, corta cercos y motoguadañas, con el objetivo de incorporar estas herramientas, que tienen como ventaja la disminución de emisión de GEI y la reducción de decibelios.
Corazón de barrio
La Belgrano es una típica plaza de barrio, muy tranquila y con muchos sectores verdes. Está en el barrio Bombal, a pocas cuadras de la Casa de Gobierno, y María Gil es una de las placeras del lugar. “Aquí, lo fundamental es el riego y poda de árboles, además del mantenimiento de los sectores verdes. Pero no tenemos mayores problemas. Vive gente grande que viene a disfrutar de la plaza, a caminar, aunque también tenemos a los chicos de los colegios, como el Pablo Nogués, que vienen y juegan, pero no hay grandes problemas. Es un lugar tranquilo”, describe con cariño.
Sobre su trabajo, María cuenta: “Empecé con el barrido de calles, luego me dediqué al mantenimiento de varias plazas, pero solamente a limpieza y barrido. Después pasé a recolección de residuos, allí trabajé durante seis años y fui una de las primeras mujeres recolectoras del país. Ahora volví a las plazas y estoy en la Belgrano”.
La placera destaca que en Belgrano hay un pozo que abastece de agua no solamente a la plaza, sino a otros sectores de la Ciudad. “Tenemos una bomba de agua con amplia capacidad, abastece a la casa central y llega hasta el acuario municipal. Además, hasta hace unos años, los camiones regadores cargaban aquí, pero ahora este cargador sólo se utiliza para emergencias, como ocurrió hace unos días. Cuando se incendió una zona de La Favorita (la playa de secuestros de vehículos), vinieron los camiones y cargaron aquí también”, amplía.
Ocho placeros para la más grande
La Independencia es la plaza mayor de la Ciudad de Mendoza, que recibe diariamente a medio millón de personas, además de tener una población estable de 120.000 habitantes.
La plaza es centro de reunión de miles de personas y, de acuerdo a lo informado por el municipio, se retiran 15 bolsones de residuos urbanos por día, que son transportados en camión hacia el sitio de disposición final.
La Independencia cuenta con ocho placeros que se encargan de las tareas de ambos sectores del espacio: abajo y arriba, como le dicen ellos. Es que al lugar lo dividen desde la fuente hacia el Este y al Oeste.
“El trabajo varía de acuerdo a los distintos lugares. No es lo mismo una plaza de barrio que las del Centro. Aquí hay mucha limpieza de los espacios por la cantidad de residuos que tiran. Va y viene mucha gente permanentemente. Mi función concreta es el riego y el corte de pasto, es lo que más me gusta también”, sintetiza Luis Riveros, uno de los placeros de la Independencia, con 10 años de experiencia.
“Como municipal llevo 29 años. Trabajé en el Parque Central, en la plaza Pedro del Castillo, en la Casa de Gobierno y ahora estamos en la Independencia. Empezamos a las 6 de la mañana, tenemos que regar en ambos sectores. Todos los días y todo el año es así. Antes debíamos regar con manguera y a manto, pero ahora contamos con riego por aspersión, que facilita nuestra tarea”, resume Riveros.
Otro grupo se encarga de la limpieza del predio propiamente dicho. Y otra parte suma la tarea de hacer el relevamiento del espacio en general. “Supervisamos qué es lo que hace falta: si falta replantar, enviamos una foto del sector donde faltan plantas y viene una cuadrilla y replanta. El trabajo empieza a las 6 de la mañana, a esa hora empezamos a regar y hay que dejarla lista para los que vienen a visitarla”, concluye.