Patricia Girotti siempre sintió un especial interés hacia los árboles, aunque fue recién desde los últimos tres años cuando formalizó una campaña para fomentar bosques nativos bajo el lema “Donar un árbol es donar vida”.
Así, lleva a cabo la quinta edición que en esta oportunidad tendrá lugar entre hoy y mañana en el barrio Tres Estrellas, Godoy Cruz -a metros del Acceso Sur- con el acompañamiento de un equipo de amantes de los árboles. Se prevén plantar 250 algarrobos cuyo importe provino de donaciones. Y hay tiempo de sumar dinero.
Pero la historia de los árboles también la unen a su hija Azul, que hoy tiene 25 años y se encuentra internada en la Fundación San Andrés en estado de coma después de un accidente automovilístico el 8 de diciembre de 2016.
“Cuando nacieron mis hijas nos propusimos plantar un árbol por cada una de ellas. El de Azul no prosperó, lo afectó un viento zonda. El de Zoe no dejaba de crecer”, evoca.
“Con Azul se nos iba pasando el tiempo y nos quedó pendiente plantar otro, era un proyecto que teníamos juntas. Sin embargo, ella está presente en todos los árboles”, reflexiona.
Deportista, instructora de esquí, fanática de la nieve y la montaña, así define Patricia a Azul y asegura que se encuentra en un lugar “hermoso y lleno de amor”.
“Una médica que atravesó una situación similar y sufrió un derrame cerebral pudo contarme cómo es la dimensión donde está mi hija: maravillosa, sin razón y de puro amor”, relató.
Para Patricia, un antes y un después en relación a su amor por la naturaleza fue una visita a un museo interactivo de Brasil.
“Salí de allí con otra cabeza, totalmente consciente del cambio climático y del daño que le hacemos a la tierra. Nuestra casa no implican cuatro paredes sino todo el planeta y por eso debemos cuidarlo”, sostuvo.
La “movida” de Patricia se inició después de un año de haber permanecido internada con su hija en Buenos Aires.
“Corría 2017 y empecé a sentir un profundo deseo de colaborar para enmendar el daño causado, a demostrar amor por el planeta. Un árbol suma. Nosotros empezamos con pocos y llegaremos a los 250 en estos días”, indicó.
Dónde
Los lugares que suelen seleccionarse –o que proponen los vecinos—son variados y en general públicos.
El grupo, que cuenta con el apoyo de un ingeniero agrónomo, suele elegir especies de acuerdo con la zona. Además, buscan precios en distintos viveros.
Por eso suelen elegirse especies que no requieran tanta agua o que estén adaptadas a este ecosistema.
“Transmitimos un mensaje de amor por lo autóctono”, redondeó Patricia. Quienes deseen conocer el proyecto y colaborar, pueden visitar el Instagram @patriciagirotti20.