El diagnóstico de cáncer de mama, como el de cualquier tipo de cáncer, tiene sin dudas un impacto psicológico enorme en los pacientes. Además de tener que lidiar con procedimientos, visitas médicas y quizás malestar, tienen que sumar el peso que implica sobre su salud mental y no solo suya, sino también de sus familiares. El hecho de que la enfermedad se asocia automáticamente a la muerte, es indudablemente la principal problemática. Hay que reconocer que mucho del peso sobre la salud mental de quienes reciben este diagnóstico tiene que ver con concepciones, creencias, desinformación y hasta mitos sobre la patología.
Pero lo cierto es que muchos de ellos podrían derrumbarse teniendo en cuenta que son concepciones antiguas en un contexto en que los nuevos conocimientos, acceso a diagnóstico y tratamientos permiten a los especialistas asegurar que el cáncer de mama es curable en el 90% de los casos. Esto, si se realiza un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado y oportuno. Otro tanto ocurre con los efectos secundarios de los tratamientos que con las nuevas alternativas pueden atenuarse para reducir la afectación de la calidad de vida.
“El diagnóstico de cáncer de mama desencadena un impacto psicológico. La mayoría de las mujeres experimentan sentimientos de ansiedad, incertidumbre, miedo o depresión. Después, más allá de la noticia, está la esperanza. Uno de los problemas de esta enfermedad es el miedo que produce al asociarse inevitablemente a la idea de muerte”, sostuvo el doctor Diego Nicolás Santoni, médico Mastólogo y Ginecólogo Oncólogo. Octubre, es el mes de la concientización sobre el cáncer de mama, su prevención y abordaje temprano.
El cáncer de mama en primera persona
Daniela tiene 44 años, a los 43 fue diagnosticada con cáncer de mama y reconoce que el impacto psicológico fue fuerte. El proceso que transcurre desde la sospecha y todos los estudios en la etapa de diagnóstico se hace difícil de sobrellevar. Sin dudas, lograr acotar el proceso previo al tratamiento para lograr un diagnóstico eficiente es una estrategia a favor de reducir el impacto en todos los sentidos.
La palabra que suele aparecer en estos casos es “miedo”. Se trata de algo asociado a la propia vida pero también a la de otros, en particular la de los hijos, si hay.
“La enfermedad me generó mucha ansiedad, incertidumbre, negación en un principio, sobre todo estrés y mil preguntas: ¿qué haces? ¿Qué estadio de cáncer tengo?¿se habrá diseminado? ¿Cuáles son mis opciones de tratamiento?”, contó. “La muerte se te viene, es lo primero que asoció cuando te dicen cáncer, dije chau. Pero bueno, siempre uno sabe que es joven y tenés la esperanza de que no se haya diseminado, por suerte en mi caso no sucedió, pero hasta no saberlo, la verdad que caminás por las paredes”, confesó.
El proceso le resultó un desafío: “Esperar cada noticia, no sabés qué grado tenés, es muy agotador, pasas por muchas instancias, en menos de seis meses vivís muchos estados anímicos, justamente ansiedad y miedo (...) tenía miedo de quedarme pelada, tenía muchísimo miedo, no me tocó y la verdad que mi calidad de vida no se vio muy afectada, ya que esta enfermedad la tomé a tiempo, por eso es importante actuar con rapidez y acudir a un especialista en el tema”.
Tiene un hijo de casi 4 años, y sin dudas, es algo por lo que no pudo evitar preocuparse: “Es lo primero que pensás, tenés un hijo chiquito, pensás en su futuro, en tus proyectos, que se te cae todo, se te derrumba todo, pero también que hay que ponerle pilas y ganas y decir, adelante, continuar y tener fe que todo va a estar bien”.
El tratamiento implicó una cirugía conservadora de mamas y ahora debe continuar con medicación durante 5 años y controles periódicos.
“Más allá que no es una buena noticia ser diagnosticada con cáncer de mama, siempre está la esperanza en sanar y salir adelante (...) le puedo decir a las mujeres que están transitando esta enfermedad que no tengan miedo, que la medicina ha avanzado mucho, que se hagan los controles anuales, ya que es importantísimo y que hay herramientas también para poder prevenirlo”. Daniela se ha convertido prácticamente en una militante de la causa: “Nos vamos a hacer las uñas y estamos dos horas ¿qué nos cuesta ir al ginecólogo y hacernos 15 minutos un examen que nos puede costar la vida si no lo hacemos?”.
Como contrapartida, reconoce que ha sido un proceso de aprendizaje para la vida, incluso hasta llega a tildarla de “buena experiencia” en ese sentido. “Aprendí mucho, a valorar muchas cosas, que no somos lo que aparentamos, sino lo que somos, no somos lo que tenemos, sino también lo que disfrutamos, que eso es muy importante. Por eso aprender a vivir cada momento, y vivir un día a la vez, el aquí y el ahora y a disfrutar más a mi hijo”.
Puso en valor fundamentalmente dos cosas: la importancia del apoyo, contención y empatía del entorno. Esto abarca a la familia y allegados pero también a los profesionales intervinientes. Para ella fue esencial contar con tiempo para recibir información adecuada por parte de su médico y que la acompañara con empatía.
Por que el cáncer afecta tanto la salud mental
“La falta de conocimiento, los miedos infundamentados , la imposibilidad en muchos casos de acceder a estudios en el sistema público a corto plazo y actualmente los problemas económicos impiden un diagnóstico del cáncer de mama en estadíos iniciales y por ende disminuye drásticamente la tasa de sobrevida de las pacientes”, advirtió Santoni. Además de considerar que las campañas de concientización y educación al respecto son muy escasas.
“El cáncer de mama diagnosticado y tratado en estadíos iniciales tiene una tasa de curación del 90%. Por eso la importancia de los estudios anuales y la consulta con un médico mastólogo disminuyen la cantidad de estudios innecesarios y la pérdida de tiempo valioso para actuar. A su vez la experiencia y la contención del mismo disminuye la angustia y la ansiedad de la paciente que es muy grande al enterarse de este diagnóstico”, dijo Santoni.
Maria Laura Rodriguez, Magister en Psicooncología explicó que fundamentalmente lo que se presentan son los llamados trastornos adaptativos. “Son trastornos del estado de ánimo que pueden cursar con síntomas de ansiedad, de depresión, de tristeza, pero que son consecuencia de la situación vital que una persona está viviendo. No son cuadros psicopatológicos, sino que nosotros consideramos que son trastornos esperables frente a la circunstancia que las personas están viviendo. Si eso se prolonga mucho en el tiempo, o si eso genera un malestar muy significativo que interfiera con la vida cotidiana de las personas, sí necesitamos una intervención”, explicó. Por el contrario, hay personas que cuentan con recursos para afrontarlo.
“La pérdida de la salud genera en nuestro psiquismo un proceso de duelo. Entonces, lo normal frente a un duelo es estar triste, es tener ansiedad, es no poder dormir (...) cambia el humor, cambia la vida cotidiana. De repente las personas lo que sienten es la pérdida del control. De un día para otro, mi vida ya no es mi vida. No puedo ir a trabajar, mi vida está controlada por el turno con el médico, el turno con el oncólogo, el turno con la psico-oncóloga, los análisis, la autorización a la obra social. Entonces uno pierde el control de la rutina”, describió la experta
Apuntó además que el impacto es en el paciente pero también en la familia, porque cambian las rutinas o quizás hay cosas que el paciente no podrá hacer y deberá afrontarlo el resto del grupo. Por eso, desde la psico-oncología el tratamiento es con el paciente y con la familia y se recomienda siempre hacer una consulta inicial para evaluar las condiciones y la necesidad de acompañamiento además de educar para acompañar y afrontar de la mejor manera posible.
Aceptó que mucho del temor que genera el cáncer tiene que ver con cuestiones infundadas, con el desconocimiento pero, sobre todo, con una cuestión cultural, con las concepciones en torno al tema. “El cáncer sigue siendo una enfermedad de la cual no se habla y ni siquiera se nombra (...) Por ende, cuando recibimos un diagnóstico, lo primero que la gran mayoría de las personas piensa es en la muerte, no piensan en una enfermedad que tiene tratamiento y que tiene cura. Entonces creo que esa es la primera limitación que tiene que ver con, no digo la falta de información únicamente, sino también con esta cuestión cultural”, señaló. Y agregó: “Nadie se asusta con un diagnóstico de diabetes o de una enfermedad cardiovascular, sin embargo, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte”.
El cáncer de mama en Argentina
El cáncer de mama se origina cuando una célula de un conducto mamario cambia y se transforma en otra distinta, que ya no responde a los estímulos normales, comenzando a crecer y reproducirse de manera descontrolada, por lo cual se las conoce como células anárquicas. Al dividirse sucesivamente, este grupo de células conforma un pequeño tumor que irá creciendo de manera paulatina y, si no es detenido a tiempo, puede invadir los tejidos vecinos, los ganglios linfáticos regionales y también otros órganos del cuerpo. Dejada a su propia evolución, esta enfermedad puede ser mortal; pero detectada de manera temprana tiene una alta tasa de curación, advierte la Sociedad Argentina de Mastología.
En Argentina hay 360 diagnósticos de cáncer por día, de ellos, el cáncer de mama es el que más casos provoca por lejos, si se toman en consideración la totalidad de los casos diagnosticados en ambos sexos y obviamente entre las mujeres. Esto habla a las claras de que la temática abarca a una buena proporción de la población pero incluso, sin diagnóstico, las mujeres deben estar atentas para realizarse controles anuales a partir de los 40 años (con excepciones).
Según datos de Globocan 2020, que toma el Ministerio de Salud de la Nación, las neoplasias en las mamas son 16,8% del total mientras que entre las mujeres, obviamente el de mayor incidencia, alcanza a 32% de los casos. Cabe recordar que si bien la incidencia de cáncer de mama en varones es muy baja, existe. La mitad de la totalidad de los nuevos casos anuales de cáncer corresponden a mama, colon, pulmón y próstata (el orden de mayor cantidad de diagnósticos).
En términos generales, los especialistas advierten que casi 3 de cada 4 pacientes con cáncer tienen la posibilidad de curarse si se lo detecta en etapas tempranas con los chequeos médicos habituales. En el caso del cáncer de mama, esto asciende a 90%.
La Sociedad Argentina de Mastología advierte que la reducción de factores de riesgo y los chequeos en determinados grupos poblacionales son fundamentales para reducir la incidencia y mortalidad de los cuatro tipos de cáncer más frecuentes en Argentina.
Se recomienda realizar una autoexploración mamaria mensual a partir de los 20 años, de preferencia al quinto día de la menstruación. En cuanto a los controles médicos, se sugiere solicitar una mamografía a partir de los 34 años, en caso de antecedentes familiares de la enfermedad. Si no se tienen, se debe hacer cada dos años a partir de los 40, y cada año al llegar a los 50 años.