En un principio, surgieron como un supuesto aliado de aquellas personas que querían dejar de fumar. Los cigarrillos electrónicos se presentaban como algo “menos dañino”, que promovía el autocontrol y hacía desaparecer la abstinencia al tabaco. Sin embargo, con el tiempo diferentes estudios comprobaron que no cumple con tales efectos y hasta el Ministerio de Salud lo prohibió en Argentina.
Lejos de ser el reemplazo a los cigarrillos convencionales, los “Productos de Tabaco Calentado” (PTCs) producen aerosoles con nicotina y otras sustancias químicas como el acetaldehído, la acroleína y el formaldehido, las cuales son dañinas y potencialmente dañinas para la salud.
De hecho, el Ministerio de Salud nacional los definió como “un potencial riesgo para la salud de la población y el desarrollo de comportamientos adictivos en los jóvenes” en la reciente resolución que prohibió la importación, distribución, comercialización, la publicidad, y cualquier modalidad de promoción y patrocinio en Argentina.
Incluso, la evidencia científica sugiere que el cambio a productos de tabaco alternativos por parte de exfumadores recientes puede estar asociado con un mayor riesgo de recaída en el tabaquismo, y que encima es nocivo para la salud.
Así lo afirma un estudio sobre el uso del cigarrillo electrónico realizado en Estados Unidos, que arrojó resultados negativos para aquellos que intentan dejar el cigarro tradicional utilizando ese instrumento de vapor.
Estudios científicos sobre el cigarrillo electrónico
A esa conclusión llegaron los investigadores de la Escuela Herbert Wertheim de Salud Pública y Ciencia de la Longevidad Humana de la Universidad de California, en San Diego, y el Centro Oncológico Moores; tras estudiar a 13.604 fumadores entre 2013 y 2015 y a los que también se les realizó un seguimiento posterior.
En un primer informe alegaron que casi un de un 10% que había abandonado el consumo de tabaco tradicional, la gran mayoría (62,9%) lo dejó de manera drástica y sin emplear ningún tipo de sustitutivo, mientras que más del 37% había empleado otro producto de tabaco darle fin a la adicción, como el cigarrillo electrónico (casi el 23%).
Luego, en una segunda ronda de preguntas los autores del estudio (publicado en la revista “JAMA Network Open”) compararon a los exfumadores que habían dejado de fumar de manera radical, con los que se habían pasado a los cigarrillos electrónicos u otros productos derivados del tabaco.
Allí descubrieron que los individuos que cambiaron a cualquier otra forma de consumo, incluidos los cigarrillos electrónicos, eran más propensos a recaer en comparación con los que habían dejado todo el tabaco, en un total de 8,5 puntos porcentuales, según explica el investigador principal John P. Pierce, profesor de la Escuela Herbert Wertheim de Salud Pública y el Centro de Cáncer Moores de la UC San Diego.
“Este es el primer estudio que analiza en profundidad si el cambio a una fuente de nicotina menos dañina puede mantenerse en el tiempo sin recaer en el consumo de cigarrillos. Si el cambio a los cigarrillos electrónicos fuera una forma viable de dejar de fumar cigarrillos, entonces los que se cambiaron a los cigarrillos electrónicos deberían tener tasas mucho más bajas de recaída en el consumo de cigarrillos. No encontramos pruebas de ello”, explicó Pierre.