Durante mucho tiempo se ha creído que tomar un vaso de vino u otro “aperitivo” antes de acostarse ayuda a conciliar el sueño, pero la ciencia dice lo contrario. Al menos así lo manifiesta un artículo de National Geographic, basado en resultados de un reciente análisis.
Esta consideración sobre tomar antes de dormir está basada, sobre todo, en bebidas calientes como un brandy o un vino, ya que supuestamente la temperatura favorece la somnolencia. Pero los especialistas indican que recientemente este enfoque ha cambiado y que en realidad no hay beneficios reales para la salud en general por beber, mucho menos si se trata de combatir el insomnio.
Así lo expresó Ian Colrain, presidente y director general de MRI Global, un instituto de investigación con sede en Kansas City (Estados Unidos), que ha publicado estudios sobre el insomnio y el consumo de alcohol antes de dormir.
En las declaraciones recogidas por NatGeo, el especialista explicó que las personas más propensas a tomar una copa antes de acostarse suelen ser las que ya tienen problemas para conciliar el sueño, y aunque parezca que esa bebida ayuda, “lo hace a costa de dormir peor en general”.
Está demostrado que el sueño es reparador para casi todos los sistemas orgánicos del cuerpo, incluido el sistema circulatorio, y que el alcohol puede interferir en algunos de esos efectos reparadores.
“El sueño está diseñado para proporcionarnos una especie de vacaciones cardíacas: disminuye el ritmo cardíaco, la tensión arterial, etcétera. Una cosa que ocurre con el alcohol es que el ritmo cardíaco se eleva. Sin duda, si te tomas varias copas antes de acostarte, te irás a la cama con una frecuencia cardíaca elevada”, explicó Colrain.
Qué dice la ciencia sobre el sueño y el alcohol
Ese efecto de elevación de la frecuencia cardíaca no solo existe después de una sola copa, sino que dura hasta bien entrado el sueño, según un estudio que el propio investigador publicó en 2020, cuyo resultado comparó los efectos del consumo bajo, alto y nulo de alcohol desde media hora hasta dos horas antes de acostarse.
“Bajo” se definió como dos bebidas estándar para los hombres y una para las mujeres; “alto” fue de cuatro para los hombres y tres bebidas para las mujeres; y el “placebo” fue vino sin alcohol.
Las conclusiones arrojaron que el consumo elevado produjo un aumento de la frecuencia cardíaca durante más tiempo (las primeras seis horas de sueño), incluso el consumo bajo produjo un aumento de la frecuencia cardíaca durante las primeras cuatro horas de sueño.
En resumen, el alcohol empeora el sueño incluso en pequeñas cantidades. Las investigaciones han demostrado que el alcohol interfiere especialmente en el sueño REM, la fase en la que se producen la mayoría de los sueños. Al igual que el sueño en sí mismo, los científicos no comprenden del todo el propósito del sueño REM más allá de saber que es necesario.
“Lo que ocurre si bebes mucho antes de irte a dormir es que puede que duermas un poco más profundamente (el efecto sedante)”, pero a medida que avanza la noche, el sueño se vuelve más interrumpido, explicó Colrain. Eso incluye el sueño REM; el primer ciclo REM dura unos 10 minutos y cada ciclo posterior dura más, hasta una hora.
“Te vas a levantar para ir al baño, pero en general tu sueño es más fragmentado y menos estable, así que en general acabas teniendo una noche de sueño peor aunque te duermas un poco más rápido de lo que lo harías”, agregó el especialista.
Por último, Colrain insistió con que incluso una pequeña cantidad de alcohol puede alterar la segunda mitad del sueño: “Por decir, con tres copas, vas a tener un sueño alterado y te vas a sentir peor a la mañana siguiente que si no hubieras bebido nada en absoluto”.