Mendoza tiene sus rasgos distintivos, elementos que no podrían concebirse sin Mendoza y viceversa: Mendoza no podría concebirse sin estos elementos. El otoño, como escribió Jorge Sosa, es uno de ellos. Y el viento Zonda es otro de ellos.
Quienes viven en Mendoza (y San Juan) ya están acostumbrados a estas fuertes y calamitosas ráfagas que -en ocasiones- pueden superar los 100 km/h. Mientras que los turistas no salen de su asombro -mezclado con susto- cuando este fenómeno los sorprende por vez primera. Lo que no diferencia entre “locales y visitantes” son las consecuencias del Zonda. No solamente aquellas visibles y tangibles como ramas, cables y postes caídos; sino también las que repercuten en la salud, como por ejemplo los dolores de cabeza.
Para este miércoles, pasado el mediodía, se espera que el famoso y nunca bien ponderado Zonda baje al llano en el Gran Mendoza (desde hace algunos días este fenómeno se registra en altura, mientras que anoche se registraron algunas ráfagas). Por lo que la alerta de Defensa Civil está activa ante las posibles consecuencias, mientras que la DGE actualizará el reporte más tarde y confirmará si se dictarán clases con normalidad en el turno vespertino y nocturno (turno mañana y tarde tienen clases normalmente). Y también nuestro organismo deberá estar preparado para que las cefaleas (dolores de cabeza) irrumpan en nuestras vidas, una vez más.
Por qué duele la cabeza cuando hay Zonda
Si no es uno la víctima en primera persona, es probable que todos conozcamos a alguien que sufre dolores de cabeza cuando hay Viento Zonda. Y esta situación tiene una explicación científica.
El viento es una masa de aire en movimiento, que se traslada de un lugar a otro. Dependiendo de la velocidad a la que se traslade esa masa, será la percepción del viento: fuerte o débil.
Concretamente el efecto que genera el viento (principalmente Zonda, aunque también suele darse con otros tipos de ventosidad) en el organismo humano está vinculado con lo que se conoce como meteorosensibilidad.
Este concepto tiene que ver con aquellas personas que son extremadamente sensibles a los cambios de tiempo (por ejemplo, la presión atmosférica) y que puede repercutir de distintas maneras, como son dolor de rodilla o articulaciones, trastornos en el sueño y ansiedad.
Cuando las ráfagas de viento son fuertes (como es el caso del Zonda), los efectos son más intensos. Y la principal consecuencia tiene que ver con la modificación de los niveles de oxígeno en el aire. Esto implica una reacción de los vasos sanguíneos -se expanden y contraen para adaptarse a los cambios-, lo que es clave en la generación de jaquecas.
En tal sentido, un estudio de la Universidad Médica de Dokkyo (Japón) ha evidenciado pruebas de la relación entre presión atmosférica y la migraña y la hipótesis que han logrado comprobar es que la baja presión puede derivar en dolores de cabeza.
De hecho, hay especialistas que atribuyen también las jaquecas a “la capacidad de aturdimiento” que tiene el viento.
Una de las características más distintivas del Zonda tiene que ver precisamente con su calidad de viento seco y el marcado descenso de la presión atmosférica y el aumento de la temperatura que trae consigo. Este cambio brusco de presión, de temperatura y de la humedad del aire (no tan marcada en Mendoza, ya que suele ser baja) también son fundamentales al momento de despertar dolores de cabeza, fatiga y estrés.