Los edificios que se abandonan y en los que no hay actividad, se malogran progresivamente, manda una ley de la Ingeniería civil. Ése es el destino que soporta la abandonada aeroestación del aeropuerto El Plumerillo, que dejó de usarse para las operaciones de vuelos comerciales en 1995 y fue reemplazada por las modernas instalaciones del aeropuerto Francisco J. Gabrielli.
Para remediar el hecho de tener tantos m2 sin uso, hay tratativas entre la Fuerza Aérea Argentina, el municipio de Las Heras y la asociación sin fines de lucro Clúster Aeroespacial de Mendoza, entidad formada en 2021, que preside Enzo Vendemmia. Los tres organismos fijaron por meta poner en valor y reutilizar el edificio de la FAA ubicado en el terreno de la IV Brigada Aérea, en la avenida Fuerza Aérea Argentina, inmueble donde funcionaba la antigua aeroestación de Mendoza.
La intención es instalar allí el Museo Histórico de la IV Brigada Aérea “Mayor Jorge Osvaldo García”, que ya tiene acervo: aviones (Douglas A4C, Sabre F86, MS 760 y Mirage), hélices, equipos de vuelo y algo del Calquín, el legendario bimotor de ataque, construido en la Fábrica Militar de Aviones.
Además, se dispondría de un auditorio, microcine y salas de reuniones y de interés para las escuelas provinciales y las universidades. Hasta podría funcionar un SUM municipal(sector de usos múltiples) y un espacio de trabajo para la entidad privada, que ya logró una suerte de apadrinamiento de parte del Clúster Aeroespacial de Baja California.
El presidente de la entidad civil, Enzo Vendemmia, admitió que las opciones de instalar dependencias son diversas y se definirán antes del comienzo del proceso de obra. “La brújula se puede correr y avanzar en una línea de ciencia y tecnología y apuntar a aulas y un laboratorio en vez de otros destinos”, comentó.
Cómo está el edificio
La infraestructura está más o menos sólida, pero los servicios (agua, electricidad y agua) deben ser renovados. En este menester, por ejemplo, podría colaborar el municipio norteño otorgando factibilidades y posibilidades técnicas.
La preocupación mayor es acceder a los fondos que permitirán desarrollar el emprendimiento, que tendría los formatos que exhiben los polos Tecnológico Mendoza, en Godoy Cruz, y Audivisual (ex predio UCIM).
En lo que concierne a las instalaciones, se cederá un edificio de 2.684 m2, en dos plantas. La planta baja con una dimensión de unos 48 m por 24,50 de ancho.
La estructura es de planta libre doblemente aporticada y modulada sobre un damero de 3,30 m por 6,80 m. Los elementos son de hormigón armado (con la típica generosidad de las dimensiones y dosajes de la época). El entrepiso es de losa maciza. La planta alta conserva la misma estructura, pero su cubierta es de una losa alivianada, sobre la que se ubicaba el sistema de aire acondicionado. Allí se ubicaba la confitería con vistas a la pista, el estacionamiento vehicular y el bosque de eucaliptus y plátanos de la IV Brigada Aérea.
La planta baja, que tiene 1.296 m2, alojaba las oficinas de las empresas comerciales, despacho de equipajes, oficina de jefe de turno, plan de vuelo y meteorología, y hasta había una pequeña oficinita destinada al acreditado de Los Andes en la terminal, señor Enrique Gómez. La planta alta es un poco más pequeña, 908 m2, con una galería y la recordada terraza.
De los años ‘40
Cuando se habla del “viejo aeropuerto” en realidad nos referimos a la vieja estación terminal o aeroestación, porque el aeropuerto sigue siendo el mismo.
De acuerdo al arquitecto y especialista en terminales aéreas, Guido Ghiretti, la aeroestación (motivo del proyecto) fue inaugurada el 25 de noviembre de 1949 (administración Blas Brísoli). Los Andes de entonces tituló “Mendoza cuenta desde ayer con un aeropuerto civil en ‘Los Tamarindos’”.
La obra era consecuencia del rubro “Construcciones Aeronáuticas” del Primer Plan Quinquenal peronista (1947-1951). “En realidad –explica Ghiretti- se trataba de un edificio más bien modesto para Mendoza, si se lo compara con otras inauguraciones realizadas con diferencias de meses, como los aeropuertos Internacional de Ezeiza (27 de octubre de 1949), y el Internacional de Córdoba-Pajas Blancas (10 de octubre de 1949)”.
En cambio, en la provincia los trabajos se resumieron en una terminal, que resultaba ya pequeña para la época. Se aplicó una imagen formal del clásico estilo californiano sobre un volumen bien racional.