El 28 de agosto pasado, una cóndor hembra juvenil adulta aterrizaba en suelo mendocino prácticamente de emergencia. No lo hacía por sus propios medios, ya que el ave ni siquiera llegó a estas tierras (o a este espacio aéreo, mejor dicho) volando por su cuenta, sino que fue traída en un avión. Días antes, el 25 de agosto, un vecino de Esquel (Chubut) la había encontrado deambulando en su patio, herida y sin poder volar (aunque lo intentó varias veces).
Tras tomar intervención en el rescate, desde la Dirección de Fauna y Flora Silvestre del Gobierno de Chubut tomaron la decisión de trasladar a la cóndor -que fue bautizada desde el primer momento como Quica- a Mendoza. La medida se adoptó dentro de los protocolos del Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA), por recomendación de quienes participan de este plan -entre ellos la Fundación Bioandina- y a raíz de que ni en Esquel ni en Chubut cuentan con centros de recuperación y rehabilitación que sean parte del programa.
Desde el primer momento, los vecinos de Esquel -con biólogos y veterinarios a la cabeza- encabezaron una especie de pueblada en reclamo de que Quica no sea trasladada de su hábitat. De hecho, llevaron a la Justicia el pedido y hasta protagonizaron una manifestación en el acceso al aeropuerto de esa ciudad el mismo día en que Quica era trasladada a Mendoza. Sin embargo, el traslado siguió su curso y Quica llegó a Mendoza -en un operativo del que participó también el departamento de Fauna de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de Mendoza- para su recuperación, aunque desde el primer momento se aclaró que ni bien la cóndor estuviera recuperada regresaría a Esquel para ser liberada.
Y esto es lo que ocurrirá, de no mediar inconvenientes, a fines de octubre. Así lo confirmaron desde Fauna y Flora Silvestre de Chubut (perteneciente al Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio de esa provincia) y desde la Fundación Cullunche mendocina, que es parte del PCCA y desde donde trabajan desde el primer momento en la recuperación de Quica.
“La recuperación está prácticamente completada ya, por lo que seguramente se vaya en algún vuelo a Esquel en la semana del 20 de octubre. En los próximos días vamos a revisarla y hacer algunas pruebas más, pero va a ser liberada en su hábitat y donde fue encontrada, como se dijo desde el primer momento y como se hace siempre en estos casos”, destacó la veterinaria Jennifer Ibarra, presidenta de la Fundación Cullunche. En tal sentido, destacó que se buscará un lugar con altura para poder regresarla a su hábitat, ya que necesita el espacio suficiente para poder embolsar aire.
Evolución
Quica llegó al centro de atención médica con seis perdigonazos en su cuerpo, además de una bala de calibre grueso en una de sus alas. “Desde que llegó, a Quica se le hizo un tratamiento de quelación, se hizo lo indispensable para bajar los niveles de plomo y -principalmente- se le dio de comer. Llegó pesando 8,340 kilos, un peso muy bajo para una hembra que debe estar alrededor de los 12 kilos”, destacó Ibarra a Los Andes.
En su estadía en el primero de los centros de recuperación de Cullunche, lograron quitarle uno de los perdigones a la cóndor. No obstante, según explicó la médica veterinaria, el resto de los cuerpos extraños estaba en zonas difíciles y priorizaron no lastimar los tejidos que pudieran dificultar su capacidad de vuelo a futuro.
“Ya finalizada la primera parte del tratamiento -que tomó unas dos semanas-, llevamos a Quica a un recinto mayor. Allí le pusimos perchas y posaderas a alturas de entre 1,80 y 2 metros para que pueda practicar -cuando puede alcanzar esas alturas significa que está avanzada la recuperación-, y la monitoreamos con cámaras de forma permanente. Además, le dejamos comida, pero cuando no está en el lugar. Porque no tiene que acostumbrarse a que le den de comer ni a la presencia de personas”, resumió Ibarra.
En ese sentido, aclaró que todo el trabajo y los procedimientos que se siguen son los indicados por los protocolos del Programa de Conservación del Cóndor Andino. “En los próximos días le vamos a tomar el peso nuevamente (es un hecho que ha aumentado), y cuando esté lista, vamos a proceder con la liberación”, explicó la especialista. Este proceso nunca toma menos de un mes y medio o dos (Quica cumplirá tres meses en Mendoza a fines de octubre, cuando está prevista su liberación).
A futuro será fundamental estar atentos y en alerta al comportamiento del resto de los perdigones que no pudieron extraerse del cuerpo del ave. “Es importante aclarar que nunca se descartó que Quica haya sido intoxicada con agrotóxicos como una de las posibilidades. Por esto mismo es que seguimos pidiendo el no uso de agrotóxicos para combatir predadores”, insistió.