Reconoció a su “vecino” revolviendo la basura para comer, lo invitó a su casa y le cambió la vida

Exequiel Agüero (29), un joven de Gutiérrez, tuvo un gesto con un hombre sin techo que emocionó y se viralizó en las redes. La dura historia de vida del hombre de la calle y su búsqueda por recuperar a su perro.

Reconoció a su “vecino” revolviendo la basura para comer, lo invitó a su casa y le cambió la vida
Exequiel y Juan.

Estuvo en el primer mundo, se paseó con la camisa a medio prender por las playas de Miami y logró cumplir “el sueño americano”, pero las malas decisiones, motivadas por el consumo problemático de alcohol, lo obligaron a escapar de ese glamour con el sello de “deportado” en su pasaporte.

Juan Oscar Bardinella, “El Gallego” para los amigos que le dio la calle, tiene 58 años y vive, o sobrevive, gracias al aporte de los automovilistas que se resignan a que les limpie el parabrisas en la transitada esquina gutierrina de Maza e Irigoyen (“La variante”).

Allí llegó hace 5 años e hizo de una vieja “garita” del gas su hogar. Intentó miles de veces retomar su vida pasada como un hombre “funcional” al sistema pero su alcoholismo y los duros golpes de la vida lo devolvieron a la esquina.

El sorpresivo frío primaveral y la incesante lluvia de ayer obligaron a Juan a dejar la esquina para buscar comida entre la basura. El agua había inundado su precario refugio y su única posesión, un viejo colchón, estaba inutilizable.

“El Gallego” llegó hasta un contenedor municipal y ahí encontró un poco de alivio. No en el interior, sino en un joven vecino que lo invitó a comer. Exequiel Agüero (29) es de la zona y cuando puede ayuda a Juan con algo de dinero, pero ahora fue más allá.

El joven regresaba a su departamento de entregar un pedido de su emprendimiento textil “Gorras Club” cuando reconoció a Juan bajo la lluvia y con medio cuerpo metido en un contenedor de basura. “Lo invité a mi casa para que tomara la media tarde, se pudo bañar, le di ropa limpia y seca y me contó toda su vida”, resumió.

Cuando la lluvia se calmó un poco Exequiel se contactó con un amigo peluquero y así llegó con José hasta JyM Barbería (Maza y Reconquista) para un cambio de look completo.

Todo esto fue filmado por Exequiel, que luego compartió un video en las redes con la intención de que la historia de Juan se conozca y deje de ser, para muchos automovilistas que lo ven con temor, un simple hombre de la calle. La grabación rápidamente se viralizó.

Gracias a la empatía de Exequiel, Juan pudo relajarse y expresar un profundo dolor que lo aqueja desde hace algunos días. “Se puso a llorar desconsoladamente, ni cuando me contó sobre las deportaciones y la muerte de su madre se puso así”, reconoció el joven.

“El Gallego” compartía sus días con su mejor amigo, un perro cachiche llamado “Osito”, pero hace algunos días dos mujeres llegaron a la “casa” de Juan y le dijeron que llevarían a su mascota a la peluquería para que lo bañaran, pero nunca más regresaron.

Él les dejó que se llevaron al perro porque pensó que eran de una veterinaria cercana que lo ayuda con alimento y con el cuidado de Osito. “Es mi única familia, por favor si me están viendo devuélvanmelo”, pidió el hombre.

DOS VECES DEPORTADO

El padre de Juan lo abandonó cuando él tenía 5 años. Su madre lo crio sola junto a sus 3 hermanos y de a poco toda su familia comenzó a emigrar.

“El Gallego” desembarcó en Maimi a los 19 años y estuvo por décadas en el país Norteamericano, junto a su madre y a sus hermanos. Hasta logró formar su propia familia.

Sin embargo, una noche de excesos en un bar terminó con todo. Juan fue detenido y deportado con una causa judicial que no quiso detallar. Regresó solo a Mendoza y tuvo que empezar de cero, pero su vida estaba en los Estados Unidos.

Exequiel y Juan.
Exequiel y Juan.

Aquí había quedado una casa familiar que él vendió para financiar su retorno. Se fue a México y intentó cruzar la frontera de manera ilegal, no lo logró. Años más tarde probó suerte en Europa, uno de sus hermanos vive en España y lo intentó llevar con él, pero su expediente saltó en el aeropuerto y el sello de deportado volvió a marcar su pasaporte.

Así se encontró en Mendoza solo y ya sin casa. Su alcoholismo se profundizó aún más cuando su madre murió junto a él cuando había regresado a la provincia para visitarlo.

Tal vez resignado Juan dejó de internarlo y lleva 5 años en el semáforo de Maza y Variante y encuentra algo de su vida pasada en gestos solidarios como el de Exequiel.

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