Lejos quedaron aquellas épocas en que el sistema educativo veía en los teléfonos celulares o en la tecnología en general un enemigo; los concebía como un elemento de distracción. Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) aplicadas a los contenidos hoy son un aliado fundamental. Y los chicos de primer año de la Escuela Técnica (Etec) de la Universidad de Mendoza lo tienen bien en claro; y se encargaron de ponerlo en práctica.
Solo 15 días. Ese fue el tiempo que tuvieron los alumnos de Primero A y de Primero B para conocer, recorrer e interiorizarse en el establecimiento; y fue lo que transcurrió antes de que las clases presenciales debieran trasladarse a la virtualidad en épocas de pandemia de coronavirus. Como todos los chicos y adolescentes de Mendoza y del país, debieron continuar con el cursado desde casa y con sus dispositivos. Pero, a diferencia del resto de los alumnos de la ETEC, estos adolescentes apenas si pudieron conocer las instalaciones de la escuela, ya que estaban comenzando el secundario en el lugar en el 2020.
“Empezamos a ir a la escuela a principio de año, y alcanzamos a presentarnos entre nosotros. Pero con la cuarentena, se cortó todo. Y cuando empezamos la virtualidad, fue bastante pesada; porque no sabíamos cómo iban a hacer las clases. Entonces sugerimos formas dinámicas para cursar, y surgió la idea del Minecraft y otros juegos dedicado a la educación. Y uno de los chicos tiró la idea de reconstruir la escuela; y nos gustó”, resumió Francisco Derka (14), alumno de Primero A de la ETEC.
Para quienes no están familiarizados con el juego -no es precisamente el caso de los chicos-, Minecraft es un juego de mundo abierto, lo que significa que no tiene un objetivo específico y le permite a cada jugador una amplia libertad en cuanto a su forma de jugar. Se puede jugar en primera o tercera persona, y se centra en la colocación y destrucción de bloques; los cuales están compuestos objetos tridimensionales cúbicos.
“La idea del Minecraft surgió de Dante Gil, uno de los chicos de Primero B y que es un pequeño genio. A partir del segundo cuatrimestre, y para hacer las clases más amenas, dedicábamos los 15 minutos finales de la hora. Los chicos me enseñaron a jugar a mí; y en el modo supervivencia (uno de los disponibles) se les ocurrió la idea de reconstruir la escuela. Como en el segundo cuatrimestre nosotros vemos temas de algoritmos, códigos y lenguajes; crearon la escuela, y en base a la parte de jugar; yo les hacía preguntas en base a lo que íbamos viendo. Les preguntaba sobre el uso estructuras repetitivas, las variables que usaron y otras cosas. Lo bueno es que pude ir relacionando todos esos contenidos abstractos con un juego, los chicos lo engancharon muy bien y adquirieron los conocimientos. Aprendieron jugando”, destacó la profesora del Taller Pre profesional de Informática, Patricia Furci.
Manos (virtuales) a la obra
Quienes ya llevan meses y hasta años en un establecimiento (escolar o del rubro que sea), conocen de memoria todos los rincones. Podrían hasta describirlos y señalarlos con los ojos cerrados, sin siquiera precisar estar en el lugar para hacerlo. Pero no fue el caso de los alumnos de los primeros de la ETEC.
“Nos costó un montón conseguir los planos. Habíamos tenido clases presenciales solo tres semanas cuando se suspendieron. Y nos pusimos a buscar planos, imágenes y fotos de la escuela; todo eso nos ayudó un montón para construir la escuela en el Minecraft. Por suerte pudimos encontrarlos. Primero nos organizamos en tres grupos de siete personas, y a cada uno le tocó organizar algo: planta baja, la segunda y la tercera planta; mientras que el resto empezamos a hacer el patio y el gimnasio. Además, hubo otras complicaciones; ya que el juego no es multiplataforma: o lo usás en la computadora o en el celular. Pero no se puede interactuar en ambos. Quienes no tenían el juego, ayudaron buscando info; y todos pusimos en práctica nuestra imaginación; por momentos pudimos volar un poco. Y aplicar lo que aprendimos en un juego que nos gusta fue muy interesante”, resumió Francisco.
Entre los contenidos abordados y aplicados de forma lúdica, se destacan las variables, los ciclos repetitivos y su utilidad, la forma de presentar en la pantalla una imagen, una textura e imágenes 3D, y los primeros pasos a la programación y a lenguajes más complejos como el Java. “Lo que más nos gustó fue cómo lo explicaba la profesora, fue muy didáctico. Podías ir viendo las variables, siguiendo lo que habías hecho; y tiene mucha física, como la vida real”, siguió Francisco; quien destacó el trabajo en equipo entre todo el curso.
“Lo bueno del Minecraft es que es un juego que usa algoritmos de informática, por lo que es la forma más interesante de aprender. Tuvimos que crear un servidor online, buscar fotos e imágenes de cómo era la escuela -porque lamentablemente no pudimos estar mucho tiempo- y la construimos en base a eso y a lo que nos acordábamos; fue todo un aprendizaje”, resumió a su turno Tiago Vial (13), alumno de Primero B de la escuela. “Ahora tendremos todo el año próximo para conocerla expandida y ver si es como la construimos en el juego, pero lo importante es que pudimos aprender por medio de un juego”, agregó el adolescente. Y, como Francisco, también valoró la capacidad para organizarse entre ellos y trabajar en grupo.
“Desde siempre les he enseñado a los chicos que el celular y la tecnología son elementos que sirven para aprender. Este año ha sido difícil para los chicos de primero, porque no han podido disfrutar su primer año de secundaria. Y con esta experiencia aprendí yo también, que no tenía mucha idea. ¡Soy anti videojuegos casi!”, resumió la profe, entre risas.