El crítico escenario que atraviesa el sistema de salud está afectando la atención de los usuarios. Se trata de una situación compleja, con crisis en diversas aristas, que dificulta llegar a la atención oportuna. Conseguir un turno a través de obras sociales y prepagas puede exigir una espera de, al menos, un mes, incluso dos o más. De hecho, hay casos en los que actualmente se llega a ofrecer turno para noviembre, un lujo que no cualquier paciente puede darse.
A este aspecto, que es el de mayor impacto, hay que sumar el tema de los costos, tampoco para cualquier bolsillo de afiliado. Es que cada vez más se exige el pago de un coseguro que se agrega al costo mensual del servicio. Aun así, quienes no pueden o no quieren esperar terminan por apelar a la consulta particular, que incrementa lo que debe erogarse para la atención de la salud.
Esta alternativa permite abrir el abanico más allá de la oferta de la prestadora de salud pero, sin embargo, en muchas especialidades también implica demoras en acceso a turnos, aunque menores: en los hospitales privados igualmente hay largas esperas para ciertos servicios, se pague como se pague.
Entre otras variables, el sistema va perdiendo profesionales, que deciden dejar la provincia o incluso dedicarse a otras actividades. Hay quienes también optan por dejar los efectores y quedarse con su consultorio particular, mientras que a otros, por lo bajo del monto que perciben por parte de las prestadoras, no les ha quedado otra que cobrar coseguro o trabajar sin obras sociales.
Según anécdotas de los usuarios, hay otros aspectos que hacen por demás complicado el acceso, como los engorrosos procesos para obtener turnos. “Te das cuenta de que hay un cupo. Por ejemplo, necesitaba turno para un cardiólogo, no sé todavía a cual iré porque me dicen que para esa obra social hay sólo los miércoles y no puedo. Y para colmo, hay recién para noviembre”, ejemplificó Alejandro, un afiliado a una obra social que hace equilibrio entre la necesidad, la paciencia y el gasto.
Él es otro de quienes han optado por pagar la consulta particular para asegurarse la atención oportuna. Para salud mental suele ser bastante engorroso el proceso ya que suele requerirse pasar antes por un proceso de admisión con un profesional. También es común que haya pocos profesionales de esta especialidad en la cartilla. “Tengo una obra social considerada de las mejores. Ante la necesidad de una consulta psicológica para mi hija en la zona Este, me encontré con que los profesionales que me recomendaban no recibían obra social”, relató Gabriel, de San Martín.
Ante esto, decidió buscar en la cartilla pero figuraban muy pocos profesionales en la zona que la recibían. “Cuando empecé a llamar a los pocos que figuraban, todos me dijeron que, en realidad, no atendían ya por obra social”, añadió, y contó que le ofrecían la factura para ver si obtenía un reintegro en la obra social.
Cada vez peor
“Es un problema crónico”, afirmó el doctor José Lodovico, presidente del Círculo Médico de Mendoza y referente de varias cámaras de salud a nivel nacional. Explicó que el problema de falta de turnos se ve sobre todo en PAMI y OSEP pero dijo que afecta también a efectores públicos y privados. Aclaró que también sucede para realizarse estudios complementarios en algunas prestadoras.
“Esto se viene planteando hace muchos años pero ha hecho efervescencia el último año. Es una situación que es difícil de mantener y que hay que mejorar necesariamente. Se produce por la falta de oferta de médicos, porque el médico no se siente bien retribuido por el valor de la consulta o estudio que va a efectuar y decide dejar de atender a determinadas obras sociales”, explicitó. Subrayó que la problemática se agudiza cada vez más.
“Si uno se pone en el lugar del paciente y le dicen que el médico lo va a atender si paga el plus, usted lo va a pagar porque necesita la prestación”, analizó Lodovico.
“Se ve que el jubilado viene con el hijo y le paga la consulta particular porque el médico de cabecera de PAMI hace tres meses que no ve. Los médicos de cabecera no están viendo a los pacientes con la frecuencia adecuada y, cuando lo hacen, es de manera muy superficial”, apuntó.
Marta es jubilada y tiene un servicio de medicina prepaga. “Los turnos son, como mínimo, para 30 días después. Si es el cardiólogo, un mes y medio o dos, así que si se trata de una necesidad más urgente no queda otra que ir a la guardia y eso que pago 22.000 pesos por mes”, relató.
De esto se desprenden dos cuestiones: para los adultos mayores, por su situación de salud, muchas veces esperar dos meses es demasiado pero, además, los pacientes terminan por acudir a una guardia, que en realidad tiene otra finalidad: ocuparse de urgencias y emergencias.
Tal situación, en un contexto en el que las guardias muchas veces también se encuentran con personal reducido satura el servicio, sobreexige más a profesiones ya exhaustos y afecta la calidad de la atención, incluso con el impacto visible de largas horas de espera.
Antonio también es jubilado y cuenta con la misma dificultad: ha tenido que pedir turno con diversos especialistas, como cardiólogo, neumonólogo, urólogo y neurólogo y los turnos han sido otorgados para un mes y medio después, incluso más. Dado que había tenido una internación y no podía esperar, tuvo que optar por la consulta particular, que tiene un costo elevado.
Otro aspecto que se advierte es la necesidad de cambiar al médico conocido porque deja de atender. Por eso, Lodovico destacó otro aspecto fundamental: la variable del gasto en salud, que es del paciente. “Con algunas obras sociales hoy sucede que el paciente paga de su bolsillo la prestación porque, evidentemente, no puede seguir más enfermo o tiene una necesidad de salud. El gasto de bolsillo hoy es muy alto, lo que debería ser absorbido por obras sociales, prepagas u hospitales públicos. Al paciente no le queda otra que pagar”, agregó.
Los médicos
“La falta de accesibilidad es la principal inequidad en el sistema de salud en todo el mundo, eso es fundamental, porque hay diagnóstico tardío, falta de controles. Por ahí la gente se cansa y no concurre más al control o se queda con un diagnóstico incompleto”, alertó el doctor Rodolfo Torres, coordinador médico de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Mendoza.
Explicó que se trata de un problema multicausal. Las obras sociales, en general, no tienen prestadores propios en Mendoza sino que tienen convenios con las clínicas o con los policonsultorios. En primera instancia mencionó la emigración de médicos, por lo cual a algunas especialidades es cada vez más difícil acceder, puntualizó.
“Después tenemos el monto que está desfasado de las obras sociales, que vienen con un aumento muy por debajo de la inflación y a eso se le suma el costo financiero que tienen que asumir los profesionales y las clínicas con el pago diferido de las prestaciones que muchas veces son entre 3, 4 y hasta 6 meses. Por lo cual el valor que están pagando las consultas actuales es el valor de hace 4 o 6 meses para atrás; eso hace que sea muy poco rentable la consulta”, completó.
Esta semana, 12 asociaciones médicas de Mendoza anunciaron en una “carta abierta” que comenzarán a cobrar un “copago” a partir del 1 de septiembre. Explican que el valor de los honorarios y las formas de pago son impuestas por dichas organizaciones y que el valor que se paga sufre descuentos aplicados por intermediarios.
Señalaron que la demora de varios meses para el cobro, en un contexto inflacionario, implica la pérdida de aproximadamente 25% de su valor. Para ellos, “la situación se hace insostenible”. Las entidades representan a pediatras, obstetras, internistas, neurólogos, cirujanos, urólogos, oftalmólogos, dermatólogos, reumatólogos, gastroenterólogos, endoscopistas y traumatólogos.
Hay ciertos perfiles que, con los años, van perdiendo demanda entre los jóvenes médicos, como neonatología o pediatría, lo cual está generando una verdadera crisis en la atención del segmento. Prueba de todo este escenario es que se abren residencias o convocatorias para cubrir puestos dentro del sistema y no se cubren.
Hay especialidades más afectadas, como hematología y reumatología y otras como cardiología, diabetología que tienen mucha demanda y los profesiones no son suficientes, coincidieron los consultados.
Lodovico señaló que parte de los motivos por los que no se eligen ciertas especialidades es porque son muy estresantes y poco redituables. Tal el caso de cirugía, anestesia, pediatría, terapia intensiva o neonatología.
“Con remuneración inadecuada hace que los médicos busquen otras especialidades o se vayan del país que gastó dinero público para formarlos y que, cuando la sociedad necesita de ellos, no los tiene”, cerró.