A fines de diciembre de 1831, un joven de 22 años embarcó en el Beagle rumbo al Sur de América, con el espíritu naturalista en auge y el objetivo de observar, recoger muestras y tomar notas de su expedición. Fue en septiembre de 1832 que Charles Darwin pisó tierra de la Patagonia argentina, en un viaje que ultimó los detalles para su Teoría de la Evolución y que terminó sorprendiéndolo en Mendoza, la tierra de la cordillera de los Andes y una historia geológica tan particular como asombrosa.
En un principio, el viaje al Sur de Argentina y Chile era parte de la expedición para completar los trabajos de hidrografía en la Patagonia y Tierra del Fuego, que habían sido iniciados entre 1826 y 1830. Además, seguía pendiente estudiar la hidrografía en las costas de Chile y Perú, adentrarse en las islas del Pacífico y realizar medidas cronométricas alrededor del mundo. Más allá de todo eso, la travesía quedaría en la historia por ser parte del trabajo que Charles Darwin luego transcribió en su obra “El origen de las especies”, donde explicó su teoría sobre la evolución.
Una visita improvisada
Lo que hoy parece una causalidad, en aquel momento fue mera casualidad. El Beagle, un bergantín comandado por el capitán Robert Fitzroy que contaba con 27,5 metros de eslora, 10 cañones y una tripulación de 120 hombres, debió encallar en las costas de Valparaíso (Chile) para que le hicieran algunas reparaciones, y Darwin aprovechó ese tiempo para salir de excursión y ampliar su recorrido.
Así fue que, en dirección hacia el Este, terminó cruzando la cordillera de los Andes por el paso El Portillo. Mientras tanto, el naturalista tomaba nota de todo lo que veía, por ejemplo, de cómo “la geología de esta región es muy curiosa” y de que “habíamos viajado todo el día sin encontrar una sola gota de agua”.
Acompañado de un nativo chileno, Darwin recorrió parte de la zona central de la provincia, su ciudad Capital, y pasó por Villavicencio en su retorno por Uspallata, en ese momento el único camino a Chile.
Allí, precisamente en Los Paramillos de Uspallata, fue donde ocurrió un gran descubrimiento que hizo que muchos años después se levantara un monumento en homenaje al paso del naturalista, primero construido por la Universidad Nacional de Cuyo y luego reconstruido por la “Comisión de Homenaje a Charles R. Darwin en el Bicentenario de su Nacimiento”, formada por profesionales del Conicet.
La doctora en Ciencias Geológicas Ana María Zavattieri, integrante e impulsora de dicha iniciativa, resumió que “a pesar del poco tiempo que estuvo en Mendoza, Darwin hizo muchísimos aportes”, antes de adentrarse definitivamente en su paso por la provincia.
Pimer trabajo geológico en Mendoza
En realidad, la expedición de Charles Darwin por Mendoza no tuvo tanto que ver con su posterior trabajo de “El origen de las especies”, sino con su aporte geológico y paleontológico en la provincia. “Lo que él hizo de bueno en Mendoza es toda la interpretación geológica de cómo se formó la cordillera de los Andes”, resaltó Zavattieri.
Para la doctora, los aportes de Darwin son el primer trabajo geológico –”y sobre todo paleontológico”- en la historia de la provincia. “Muchos años después, hace aproximadamente 20 años y salvando todas las distancias del conocimiento y todo lo que avanzó la geología, resultó que la interpretación de Darwin era tal cual. Eso fue fantástico”, completó.
Todo ocurrió en su visita a Villavicencio, donde además de observar animales autóctonos y sorprenderse por “ver cómo aparece el agua gradualmente” entre la montaña, el naturalista centró su atención en la formación rocosa de Mendoza. “Paso dos días en este punto con objeto de visitar algunas minas próximas, la geología de esta región es muy curiosa”, escribió Darwin en su diario de viaje. En detalle, describió que la precordillera “se compone de diversas especies de lavas submarinas, alternando con gres volcánica y otros depósitos sedimentarios notables”.
“Se encontró con grandes columnas de troncos petrificados de araucaria, que después se estudiaron y se denominaron ‘El bosque de Darwin’”, relató la doctora Zavattieri.
Y continuó: “Cuando él pasó, esos troncos petrificados que tenían más de un metro de altura se elevaban desde el piso. Así los describió Darwin, pensando que eran troncos del Terciario, es decir, de menos de 60 millones de años, pero finalmente se trataba de sedimentos del Triásico, o sea, de hace 230 millones de años, muchísimo más antiguos. Él los describió perfectamente”, dijo la geóloga.
Sobre aquel descubrimiento, Darwin redactó: “Me encontraba en un lugar en que en otro tiempo un grupo de árboles hermosos había extendido sus ramas sobre las costas del Atlántico cuando este océano rechazado hoy a 700 millas de distancia (1.226 kilómetros) venía a bañar el pie de los Andes”. Para Zavattieri, ese es otro de los aspectos a destacar de su visita a Mendoza, ya que “interpretó todo lo que tiene que ver con secuencias fosilíferas porque se dio cuenta de que rocas sedimentarias que hoy en día tienen restos marinos, en realidad formaban parte de la costa de Sudamérica antes de que se formara la cordillera”.
Incluso, el naturalista inglés “interpretó que la cordillera de los Andes tiene distintas composiciones morfo-estructurales”, indicó la doctora, en referencia a la Precordillera, la Cordillera Frontal y la Cordillera Principal. “Todos los plegamientos que él interpretó son absolutamente correctos”, concluyó Zavattieri, y por eso insiste con que “a pesar del poco tiempo que estuvo en Mendoza, hizo muchísimos aportes”. “El ejemplo son las araucarias, todo el mundo habrá pasado por ahí antes que Darwin y nadie se dio cuenta, solo él”, resumió.
El proyecto de reserva natural que no prosperó
Para los geólogos, el sitio por donde pasó Charles Darwin representa un lugar sumamente importante y con “una riqueza de fósiles impresionante, ya que hay otros bosques” parecidos. Por eso, un grupo de especialistas que incluyó a la doctora Ana María Zavattieri, presentó un proyecto para declarar “Área Natural Protegida y Bien del Patrimonio Cultural de los mendocinos” a Los Paramillos de Uspallata.
“Habíamos propuesto hacer ‘El Bosque de Darwin’ una reserva, que es colindante con la de Villavicencio, pero nunca nos dieron atención”, reconoció la geóloga. Además, manifestó que concretarlo “hubiera sido espectacular porque toda esa zona hubiera quedado preservada, desde donde termina Villavicencio, incluía La Cruz de Paramillo, y todo lo que va hacia el Sur hasta parte de Tunduqueral”.
Para la especialista, la zona de Los Paramillos de Uspallata “tiene una historia riquísima y es una zona importantísima” de Mendoza ya que por ahí “pasaron todos los grandes naturalistas del siglo pasado”.
“Incluso también pasó una de las columnas de San Martín. Es una zona importantísima. Tuvimos cero éxito, lo cual es una pena”, se lamentó la investigadora.