El 22 de agosto es recordado como un antes y después en la lucha armada de los 70, ya que fue el día de 1972 en el que ocurrió la denominada “Masacre de Trelew”. Aquella madrugada, de la que se cumplen 50 años este lunes, 19 militantes de organizaciones político-militares fueron fusilados por marinos de la Fuerza Armada Argentina tras un intento de fuga. Medio siglo después, todavía existen miradas, análisis y versiones distintas de lo que pasó y significó este hito, clave para los años de dictadura, gobierno militar y guerrillas armadas.
“En todas las historias de la década figura como un hecho central”, comenzó destacando Gonzalo Segovia, historiador mendocino que ha investigado y escrito sobre la época. Para Guillermo “Polo” Martínez Agüero, médico geriatra y reconocido militante montonero que reside en Mendoza, “esta fuga es como un mandato de buscar inmediatamente y en la medida de las posibilidades el salir para volver a retomar la combatibilidad revolucionaria”.
“Consideramos que el hecho en Trelew es de suma importancia porque va debilitando a la dictadura militar por el contexto político que se vivía en ese momento con la dictadura de Lanusse”, explicó el militante montonero al respecto. Segovia expresó que “la masacre de Trelew es una especie de bombazo que demostró que se iba a todo o nada, que se había radicalizado de tal manera la discusión política que parecía que la violencia era la única salida posible para dirimir las cuestiones políticas”.
“La masacre de Trelew demostró que tanto del lado del gobierno militar de Lanusse como el de las organizaciones político-militares, habían llegado a un punto en el cual prácticamente resultaba imposible cualquier tipo de transacción”, agregó el historiador. Para Montoneros, la operación “tenía un marco general político de fondo, algo que rescatamos en cuanto a lo que es el compromiso y la mística revolucionaria de los compañeros que dieron su vida”, concluyó “Polo” Martínez Agüero.
EL HECHO
Para ese momento de 1972, ya hacía prácticamente 4 años del surgimiento de las organizaciones guerrilleras armadas como Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); por lo que eran cientos los militantes y guerrilleros detenidos en todo el país. En la Patagonia, el Penal de Rawson (Chubut) albergaba a casi 200 de ellos, los cuales decidieron organizar una fuga en conjunto que desató lo que hoy se conoce como “la Masacre de Trelew”.
“Entre el 16 y 17 de agosto se produce la fuga, los presos eran 130 compañeros y la planificación se hace con unos 115″, precisó Guillermo Martínez Agüero. Los militantes lograron tomar la prisión de Rawson y, a su vez, secuestrar un avión de la empresa Austral en el que huirían hacia Chile. “Hubo una falla en la parte final porque hubo un tiroteo con la guardia del penal, y una seña que se interpretó mal en cuanto a los vehículos que tenían que trasladar a todos los compañeros que se fugaban”, recordó “Polo”.
Esa falla ocurrió con la “primera camada”, que incluía a 19 militantes y 6 cabecillas de las organizaciones guerrilleras participantes. “Se dio una situación sumamente difícil y los 6 de la conducción sí pudieron salir, pero los otros 19 no”, explicó Martínez Agüero. “Cuando estaban levantando vuelo, ahí recién aparecieron los otros 19″, agregó Segovia sobre quienes no pudieron escapar y “fueron detenidos y llevados a la cárcel de la base naval de Trelew”.
“A partir de ahí hay básicamente dos versiones”, dijo el historiador: “Después de dos o tres días de interrogatorios y encierro, la versión oficial es que en una revisión de rutina los hicieron salir de madrugada al pasillo y uno de ellos intentó sacarle el arma a un guardiacárcel e inmediatamente fueron abatidos todos”. La otra versión, “que según algunos dentro de las mismas fuerzas armadas es la más potable, se los hizo salir y en la punta del pasillo había ametralladoras que fusilaron a los 19″, relató Gonzalo Segovia.
Martínez Agüero manifestó que “en realidad fue una masacre porque ellos ya se habían rendido y estaban entregados”. “Lanusse que es el que dio la orden y la Marina se ocupó del fusilamiento de los 19 compañeros: 15 mueren prácticamente ahí, 1 en un hospital y quedan 3 sobrevivientes, con tiros de gracia mal puestos”, añadió el militante. “Entraron y les hicieron directamente como una ley de fuga que quieren pretender, porque ese es el pretexto que dijo uno de los oficiales, que por suerte han sido juzgados todos”, concluyó “Polo” sobre aquel hito de 1972.
¿ÉXITO O FRACASO?
Para “Polo” Martínez Agüero, “aparte de las dolorosas pérdidas y lo que significa perder compañeros en esa situación, la fuga para nosotros fue exitosa en cuanto a lo que estaba viviendo política e ideológicamente el país”, ya que se consiguió el objetivo de “desestabilizar políticamente a la dictadura de Lanusse”.
Gustavo Segovia no coincide con esta apreciación, y así lo explicó: “Lo que Montoneros, el ERP y las FAR buscaban era tratar de que se escaparan de la cárcel unos 120 militantes y cabecillas. Se escaparon muy pocos y 16 fueron fusilados, o sea que un éxito no fue. Por supuesto que esto ayudó a desestabilizar, pero fue un fracaso regado con sangre de muchos”. Sin embargo, dijo que “es comprensible la reivindicación que hacen las organizaciones político-militares, porque demostró una faceta muy dura en el plano represivo que hasta ese momento no había mostrado tan claramente” dicho gobierno.
Además, el historiador remarcó que la operación “incluso fue muy criticada dentro de las mismas organizaciones, porque el plan de escape fue muy mal diseñado”; algo que Martínez Agüero no comparte: “Fue una enorme planificación que exige una gran coordinación y una concepción importante de unidad en la acción. No es fácil mezclar las sangres, en el sentido de que se mezclaron las organizaciones que tienen distinto origen y desarrollo, pero con un objetivo revolucionario definitivo”, sentenció.
Para el militante montonero, “desde distintos intereses se quiere menoscabar una acción que fue exitosa en el plano político, en su planificación y en la unidad de las organizaciones revolucionarias; aunque hubo bajas como muchas veces sucede y son tan entrañables para nosotros”. Segovia, en cambio, manifestó que la Masacre de Trelew “no fue un precio muy bajo para haber pagado por unos cabecillas”, y lo comparó con el intento de asalto al cuartel de Monte Chingolo por parte del ERP: “Fue un fracaso absoluto, con montones de muertos y desaparecidos; y sin embargo salieron a decir que fue un éxito. Transformar las derrotas en éxito es el deporte favorito de las izquierdas”.
“El problema fue que lo que sucedió en Trelew -continuó Segovia- es que puso también al gobierno militar fuera de la ley. Porque que haya sido por un intento de fuga o no, está claro que lo que sucedió fue prácticamente un fusilamiento. Martínez Agüero cerró destacando que “estos compañeros que dieron su vida y que nosotros estamos respaldando, en conjunto con todos los que han caído en las luchas y los compañeros desaparecidos, son la expresión de la continuidad revolucionaria”.
En ese sentido, el militante montonero explicó que “rescatamos los 50 años de este hecho por lo que significa, no solo simbólicamente sino también en lo que nos lleva adelante a continuar un proyecto revolucionario hasta las últimas consecuencias”. “Muchos estamos en esa situación, por eso conmemoramos en Mendoza y muchas provincias del país estos 50 años que están vivos y vigentes”, cerró.