Se enteró que era adoptada a los 63 años y tras una intensa búsqueda conoció el nombre de su padre biológico

Nació en Mendoza en 1951 y sabe que proviene de una familia judía con dos medios hermanos, uno de Rosario y otro de Buenos Aires. Tiene dudas respecto a su madre aunque cree haberla visto más de una vez.

Se enteró que era adoptada a los 63 años y tras una intensa búsqueda conoció el nombre de su padre biológico
Marta Rosa Perez tiene 71 años, hace 8 se enteró que era adoptada y mediante ADN pudo saber quién era su padre, aunque este ya había fallecido.

Marta Rosa Pérez, tiene 71 años, hace 8 años se enteró que era adoptada porque su madrina se lo dijo cuando sus padres fallecieron. Ahí comenzó su búsqueda y mediante el ADN en Family Tree dio con una sobrina directa.

Con 69 años supo quién era su padre biológico, sin embargo, él ya había fallecido. También se enteró que tenía dos medios hermanos, uno vive en Rosario, otro en Buenos Aires, pero ambos son hijos del padre biológico y le negaron el ADN.

Según su partida de nacimiento, Marta Rosa nació en su casa en Mendoza el 8 de enero de 1951. Su prima le contó que había nacido en el viejo hospital Emilio Civit. Marta tiene la sospecha de que su madre biológica, cuando estuvo embarazada de ella, había estado quedándose en su casa hasta tenerla.

“Empecé mi búsqueda cuando mis padres de crianza ya habían fallecido. Empecé a dar vueltas con vecinos, primos, tíos y mi madrina, que todavía vivía, me lo confirmó. Me hice el ADN Family Tree y también le hice a los primos porque la familia paterna, o sea de mi padre de crianza, decían que era hijo de él nada más. Entonces me hice el ADN con primos de ese lado y con sobrinos de mi madre también, y no, todo negativo”, comenzó Marta.

Marta Rosa Pérez se enteró con 63 años que era adoptada, hoy tiene 71. Supo quién era el padre pero ya había fallecido. Sigue buscando datos.
Marta Rosa Pérez se enteró con 63 años que era adoptada, hoy tiene 71. Supo quién era el padre pero ya había fallecido. Sigue buscando datos.

Sin embargo, a pesar de no tener coincidencias con su familia, el ADN tenía más de 10.000 coincidencia por otro lado “porque provengo de una familia judía, entonces tenía muchísimas, hasta que un día en Madrid Veritas, que yo pasé los resultados, apareció una sobrina con una gran conciencia, que sería mi sobrina directa, o sea, que su padre sería mi medio hermano y su abuelo mi padre biológico”, continuó su relato.

“Sabía que era por parte de padre porque me había hecho el ADN mitocondrial y mi madre no era de ascendencia judía era la parte paterna y bueno, así es que averigüé, que mi padre se habría llamado Jaime Dinivitzer y era de Rosario”, reveló.

A pesar de haber avanzado tanto Marta no pudo confirmar mucho más. Ella quería hacerse el ADN con sus medios hermanos, pero no quisieron, aparentemente, por cuestiones de herencia, según le dijeron a ella. También pudo saber que su padre biológico falleció en el 2002, tuvo dos matrimonios y su segunda esposa aún está viva.

Sin embargo, Marta, hasta ahora, no ha podido hablar con la esposa de su padre biológico: “Yo quería saber si ella sabía algo, hay posibilidades también de que él nunca se enteró que yo nací, pero no hubo caso. Incluso hubo un poco de amenazas si yo seguía insistiendo porque a esta señora le iba a hacer mal y bueno, así me dejé estar”.

Tampoco pudieron comunicarse con la sobrina Eugenia con la que le dio positivo el ADN. “Le escribí pero nunca me contestó”, asegura Marta quien sueña con poder concretar su búsqueda y llegar al fondo de la verdad.

A Marta, incluso le habían sugerido hacer un juicio por su identidad, que podían llegar a pedir la exhumación del cadáver, pero luego los mismos abogados le dijeron que eso era muy costoso y ella no quería más problemas. “Después, con depresión mayor de por medio, dije bueno ‘chau” y dejó de insistir.

Con respecto a sus padres que la criaron y le dieron un hermoso hogar. “Yo cuide 11 años a mis padres de crianza porque mi papá estuvo seis años en silla de ruedas y después me quedó mi mamá, que vivió casi hasta los 90 años. Yo sé que ella me lo quería decir, porque todo el día decía ‘yo tengo un secreto, si no lo digo Dios me va a castigar’. Viste que se guardaban esos secretos, por eso yo tampoco la puedo culpar, porque antes era así”, cuenta.

“A la señora que la cuidaba mientras yo iba a trabajar, le había confesado esto de que era adoptada, pero que ella tenía mucho miedo que yo la dejara cuando me enterara y como era hija única. Bueno, entonces por eso no me dijeron nada”, reflexiona.

Marta asegura que su madre estuvo en casa de sus padres adoptivos hasta que la tuvo: “La persona que a mí me contó que que era adoptada dice que un día fueron a casa de mis padres antes de que yo naciera, ella tendría como 8 años más que yo. Estaba jugando en el patio y en el garaje había una habitación armada con una chica joven embarazada. Cuando se dieron cuenta que estaban hablando con ella la rentaron y se la llevaron, aparentemente, según esa historia que ella guardaba en su memoria, mi madre biológica había estado en mi casa hasta tenerme.

La sospecha de Marta sobre su mamá

Marta cree haber estado en contacto más de una vez con su madre biológica le dijeron que una vez la buscó y cree que luego esa mujer ha estado como “una amiga de la familia”.

“Lo que sí me dijo mi madrina es que una vez vino a buscarme”, comenta. “Lo que me dijo mi tía es que una vez se había arrepentido y que mi papá lo había arreglado”, añade.

No sabe cómo fue, pero en unas vacaciones en las termas de San Jerónimo en San Luis, ella tenía seis o siete años y los padres se hicieron una “amiga” que siempre estuvo en contacto con ella muy especialmente: “Se hicieron una amiga, que después venía a mi casa y esa persona era, según me dijeron a mí toda la vida, de Uruguay y ella todos los años me mandaba una tarjeta para fin de año, para mi cumpleaños y me escribía que fuera buena hija que me portara bien, pero siempre ponía Ana María nada más nunca el apellido”.

“Mi mamá un poco tiempo antes de fallecer le pidió a una de mis hijas que tirara toda la caja con las foto y ahí estaban las tarjetas que ella me mandaba, pero yo no sé por qué. Una vez me mandó una libretita de cuero y yo la guarde. Dice ‘Martita tenés unos padres maravillosos tenés que ser buena hija”, recuerda Marta. “No sé por qué yo lo guardé tantos años todavía la conservo y dice ‘recuerdo de Uruguay”, confió.

Marta Rosa Pérez aun busca a su madre biológica, cree haber estado en contacto con ella, y que la conocía como una amiga de la familia.
Marta Rosa Pérez aun busca a su madre biológica, cree haber estado en contacto con ella, y que la conocía como una amiga de la familia.

“Me la quiero imaginar porque tengo una imagen de ella cuando era chica, que venía cariñosa y que llegaban esa estas postales y a mí me daban alegría”, rememora Marta sobre la posible sospecha de que esta mujer fuera su madre biológica.

Pero todavía tiene muchas incertidumbres al respecto de qué fue lo qué pasó. “A mí ahora lo que me gustaría saber, con tanta cosa rara que hay tantas madres que buscan a sus hijos robados, es esa parte. Si me robaron, si me dieron, si me vendieron, si me compraron, eso me suele angustiar mucho. Saber esa verdad”.

La hija que adoptó Marta

Muchas veces se dice que las historias en las familias se repiten hasta que logramos sanarlas, sin saber toda su historia Marta Rosa Pérez, luego de su primera hija, por recomendación del médico decidió adoptar en vez de tener otra hija, aunque luego se quedaría embarazada nuevamente.

Marta adoptó legalmente a su hija. Cuenta que le dijo la verdad cuando la chica tenía 28 años y que tuvo la oportunidad de conocer a la madre. A través del expediente pudieron dar con ella y se conocieron, aunque el vínculo no prosperó.

Gentileza Marta Rosa Pérez
Gentileza Marta Rosa Pérez

Las expectativas de Marta

“Yo a los 71 ya estoy un poco resignada, pero por ahí me entra la desesperación de saber”, dice sobre su búsqueda.

“Lo triste de esto es la novela que vos te armás en tu cabeza tratando de llegar a un punto final al que estás segura que no vas a llegar, por mi edad”, explica Marta sobre su lucha. “Esto no te deja vivir la vida bien, feliz con lo que tenés, porque siempre hay cosas que no vas a saber”, reconoce.

Para finalizar Marta comenta qué espera con contar su historia “y que a lo mejor alguien de Mendoza o algún vecino o alguien diga: ‘Ah te acordás de la Martita’ y que alguien supiera algo y saliera a la luz, por lo menos, un hilo de dónde tirar”.

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