La adolescencia nunca fue una etapa fácil, siempre ha tenido sus desafíos de diversa índole, sobre todo emocionales. Sin embargo, transitarla en estos tiempos parece estar resultando más complicado e incluso, doloroso.
Según se advierte en los consultorios, los chicos presentan cuadros que requieren acompañamiento cada vez a más temprana edad, se autolesionan y les cuesta salir.
Con la pandemia, los cuadros de salud mental en adolescentes se incrementaron, mucho se advirtió sobre cuánto daño había provocado aquel tiempo de aislamiento, falta de sociabilidad y nuevas formas de comunicación en una población vulnerable. Las aulas encontraron al retorno a la presencialidad alumnos que ya no eran los mismos y en los gabinetes psicopedagógicos escolares hubo que fortalecer el acompañamiento.
Pero pasado lo más crítico del retorno y ya con la “normalidad a pleno” hace tiempo, la problemática persiste y se presenta a más temprana edad de lo habitual.
Según relatos de especialistas, a los consultorios llegan chicos con sufrimiento psicológico a los 11 o 12 años, incluso en algunos casos antes.
Según cuentan esto es mucho más frecuente que antes. Incluso hay algo aún más doloroso: se han incrementado los casos de autolesiones. Aunque no hay datos estadísticos al respecto la experiencia les permite saber que la frecuencia con la que se presentan estas situaciones es mayor.
Por dar un ejemplo, una psicóloga tomó el caso de un centro de atención que brinda este tipo de servicios sólo a niños y adolescentes y de 229 pacientes, 90 están en tratamiento por intento de suicidio o lesiones.
“Estamos viendo más temprano cuadros de autolesiones, ideación de muerte y suicidas en edades más tempranas”, sostuvo Alejandra Daneo, Jefa del Centro Infanto Juvenil de Capital Dependiente del Hospital Carlos Pereyra, en consonancia con lo mismo que señalaron otros especialistas.
Y luego agregó: “Ahora ha bajado un poco pero en 2022 el 90% de las consultas de adolescentes era por autolesiones, la constante en las consultas de los adolescentes eran las autolesiones”.
Sandra Burgos, responsable de un programa de Osep que se ocupa de estos abordajes, coincidió: “Los equipos de salud estamos bastante complicados, hay cuadros muy graves a corta edad: chicos que no se pueden compensar con medicación ni con abordaje interdisciplinario, con situaciones de riesgo que tienen autolesiones”, afirmó.
“Quizás antes empezaban a los 14 o 15 años y ahora a los 11 o 12 y quizás antes, hay menos cuando son niños pero más que antes”, explicó.
Más complejo
La licenciada Adriana Dolengiewich Coordinadora de los Centros Preventivos Asistenciales en Salud Mental Infanto Juvenil de la Dirección General de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud refirió que efectivamente hay un aumento de las consultas por malestar y sufrimiento, con diferentes manifestaciones sintomáticas. “Se presenta en esta época gran dificultad en los lazos sociales, es una época donde prevalecen los actos en lugar de las palabras”, expresó.
“Hay mucha ideación - relató- idea de hacerse daño, de cómo acabar con su vida , que ya no tiene sentido vivir”, agregó.
La ideación de muerte implica que esa idea atraviesa sus pensamientos ante esta situaciones de sufrimiento. Es entonces que cabe preguntarse qué es lo que sienten para que esto sea tan frecuente.
¿Quizás han perdido el sentido de la vida o el valor que tiene? “Algo de eso hay, del orden de la desesperanza”, consideró Daneo.
“Otra complejidad que hemos visto son muchos trastornos en la comunicación y el lenguaje en niños y niñas de edad escolar, de 6 años que están en primer grado y que no han desarrollado el lenguaje”, agregó Daneo.
Como si lo antes señalado no fuese un enorme desafío, los especialistas advierten que los cuadros con los que llegan los chicos son más complejos que antes. No sólo son más los que llegan con situaciones graves sino que además les cuesta más salir, les lleva más tiempo o tienen recaídas. Tan es así que han debido adaptarse los equipos y ampliarse en más casos a un abordaje interdisciplinario.
Ya no basta con el psicólogo o una derivación al psiquiatra, ahora deben trabajar en equipo y, de ser necesario, sumar otras disciplinas y formatos.
Adultos en crisis
Definitivamente el aislamiento tuvo severas consecuencias, pero superado este, podría suponerse un recupero, sin embargo, las escuelas aún hoy siguen recibiendo el coletazo del impacto. Psicopedagogos y profesores observan que un amplio grupo tiene dificultades para socializar y el clima escolar es un tema que requiere abordajes permanentes.
Los profesionales advierten que persisten resabios de aquellas vivencias pero no sería la única causa. Sin embargo, aunque reconocen que se trata de algo multicausal, tampoco pueden asegurar con exactitud qué es lo que les está pasando sino que al ser consultados sobre el tema sostienen que sería necesario hacer un trabajo profundo, interdisciplinario, para comprender qué es lo que les está pasando. En principio, parecen ser una sumatoria de crisis: las propias, las ajenas y las del entorno.
Daneo recordó que fueron dos años en que estuvieron con muchas dificultades en la escolaridad, aislados de la socialización, de otros niños y adolescentes a lo que se sumó la crisis económica.
Según advierten, el contexto impacta en el ánimo y las condiciones de vida de todos y los adultos transitan sus propias crisis. Por ello, ya sea porque el acompañamiento de los chicos lo requiere o porque los padres también tienen sus propias cuestiones por resolver, los abordajes superan sólo a quien se manifiesta afectado, a quien manifestó el síntoma, la señal o la alerta, sino que se hace extensivo al grupo familiar o personas con las que se vincula.
“Hay una crisis del mundo adulto, de los padres y los referentes adultos, dentro de los abordajes que hacemos en el infanto juvenil tenemos consultorios de abordaje familiar, consultorios de orientación a padres y contamos con el apoyo del hospital Pereyra en atención a los padres cuando tenemos que hacer derivaciones”, explicó Daneo.
“Hay situaciones de mucha vulnerabilidad familiar y padres que necesitan apoyo desde lo psicológico y lo socioeconómico”, agregó.
Para Burgos, el por qué es complejo: “Habría que analizarlo sociológicamente, habría que ponerse a hacer un estudio profundo y no lo tenemos”. Pero asimismo consideró: “Hoy podemos ver que hay como una desesperanza en el futuro, una falta de proyectos en estos adolescentes y adultos que no sabemos cómo acompañarlos”.
Según apreció Dolengiewich, se observa la dificultad de los adultos responsables para orientar, para tomar un lugar de adultos, se ubican más bien a la par.
“En este contexto y entre otros síntomas aparecen las autolesiones, las cuales no siempre tienen la intención de autoeliminación y es un modo de decir con el cuerpo. El sufrimiento psíquico aparece en todas las edades, pero hubo un incremento notable en el ingreso a la escolaridad, las primeras salidas del ámbito familiar con importantes dificultades en la socialización. Igualmente lo notamos en los púberes con la dificultad en el paso de la niñez a la adolescencia, cambios múltiples del propio cuerpo, emociones, amigos, escuela, autonomía, etc. Así también numerosas consultas de los adultos angustiados por cómo ser padres”, enumeró la licenciada.
Burgos reconoció: “No es consecuencia sólo de la pandemia, también del estilo de vida”.
Hay cosas para hacer: cómo actuar
Ante la situación, los equipos de salud se han ido adaptando para brindar una asistencia más amplia. Incluso en las políticas sanitarias el tema está más presente con nuevas estrategias. En Osep, por ejemplo, tienen mayor disponibilidad para acceder a equipos contratados si los que tienen propios resultan insuficientes para la demanda.
“Estábamos necesitando otro nivel de respuesta para poder mejorar la atención” expresó Burgos y dijo que se necesita cada vez más un abordaje interdisciplinario.
Detalló que cuando la complejidad del caso es de determinado nivel se requiere trabajar en comunidad: psicólogo, psiquiatra, talleres que ayuden al adoelscente a expresar lo que le pasa, un equipo que ayude a los adultos que cuidan, necesitan entender qué pasa y tener herramientas para acompañar a sus hijos.
En general hay coincidencia en que de alguna manera, el chico que sufre tiene alguna expresión de ello, alguna conducta no es propia de ellos, están apagados u otros llamativamente activos en relación a cómo son.
Burgos destacó que ante cualquier evidencia hay que actuar y no minimizarlo. “Los adolescentes suelen manifestar su malestar, pero vivimos en un mundo en donde a veces no nos detenemos a escuchar lo que tienen para decirnos, es necesario prestar atención, hablar de salud mental, hablar de lo que nos pasa a nosotros como adultos y a ellos como adolescentes”, mencionó.
“En ocasiones se escucha la frase “el que se quiere matar no avisa” -continuó- y esto no es así, la gente que llega a quitarse la vida en general pide ayuda antes”. Aceptó que en general los padres y madres suelen asustarse mucho con estas situaciones y no saben cómo acompañarlas y para eso están los equipos de profesionales.
Para Dolengiewich lo importante siempre es llevar ese sufrimiento a las palabras y encontrar el tratamiento adecuado para cada niño/a jóvenes y su familia. “Existen en Mendoza múltiples espacios para tratar el sufrimiento, desde espacios terapéuticos individuales, interdisciplinares, espacios preventivos, talleres, servicios de orientación en las escuelas, espacios de salud integral entre otros”, detalló.