Tomar la decisión de ser padre o madre después de los 40 se presenta como un desafío totalmente diferente al de otra etapa en la vida, con muchos riesgos y miedos particulares, pero también con mucho por disfrutar y descubrir. Lo que antes era tabú y se denominaba como “padres añosos”, ahora es una elección cada vez más frecuentes de una sociedad que con el pasar del tiempo cambió su paradigma. No sólo las estadísticas lo demuestran, sino también las experiencias de quienes se animaron al desafío de ser padres más allá de la edad.
Si bien los aspectos son tan variados como importantes, todos los testimonios coinciden en que las contras pasan sobre todo por el lado de la salud de la madre y el bebé; mientras que los pros se reparten entre lo emocional, lo psicológico y hasta lo inesperado. Para Laura Prudencio, reconocida periodista mendocina y reciente mamá de mellizos, a sus 51 años “es una experiencia muy fuerte, muy intensa, y si fue difícil o si se tiene miedo, cuando tenés los bebés en los brazos queda todo saldado y se olvida todo”.
Mientras comparte los primeros días junto a sus dos bebés, Laura se las ingenia para contarle a Los Andes que “estamos transitando estos primeros días con mucha alegría”; y papá Mario, también periodista y con la misma edad, se suma a la charla y asegura que “Milo y Nina nos han inundado el hogar de amor, y han revitalizado nuestra vida, nuestra casa y nuestra familia”. Pese al cambio de ritmo en la vida diaria que llevaban, Laura no teme en que “hay que adaptarse, nosotros éramos personas muy independientes que nos gusta viajar y salir”.
La experiencia de Delia fue algo diferente, aunque con las mismas conclusiones felices. Ella tuvo su primer hijo a los 24, y el último y décimo de los hermanos, a los 45. Ahora, a sus 64 años, reflexiona y recuerda que lo más difícil de ser madre hace 19 años fue “el estigma social, porque antes era como mal visto”. Aunque reconoce que los propios pensamientos también juegan su papel, “porque uno se plantea si ya no es viejo para tener un hijo, pensás en la educación, vas sacando las cuentas de las edades que ambos van a tener después, y todo eso también influye”.
Más allá de eso, finalmente “en lo anímico fue todo bien, con alegría”, aseguró la mamá de 10 hijos. Con la experiencia ya haber criado a más niños, ser madre a los 45 significó “estar más canchera porque ya sabés cómo viene la mano, y también uno está psicológicamente más maduro, más estabilizado en su profesión, no tiene otras urgencias como cuando sos joven, que te exigen mucho más”. “A los 45 ya tenés lo que querés y te enfocas en el bebé”, agregó.
MADURACIÓN Y CIENCIA, LOS MOTIVOS
Este último factor que Delia mencionó es tal vez uno de los motivos que impulsó la tendencia de ser madre a una edad más avanzada, junto al desarrollo y mejoras de los métodos de reproducción asistidos. Para la psicóloga (Mat. 3100) Betina Venier, el concepto de realizarse como mujer ha cambiado, “y ahora implica lograr un desarrollo personal y laboral, por lo que luego de haber cumplido con deseos propios, se plantean la posibilidad de maternar”. Así, “esta posibilidad viene más relacionado a una elección que a una obligación o condición biológica”, destacó.
Además de que “culturalmente se animan a más y son mujeres que están dispuestas a enfrentar los tratamientos para respetar su deseo de ser mamás”, para el ginecólogo y obstetra Fernando Vera, “las posibilidades de acceso aumentaron en función de que son más efectivos los métodos de reproducción asistidas, por lo tanto, la gente lo elige más porque tiene más posibilidades de éxito”.
De hecho, según el estudio que la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida (Redlara) realizó en 2018, Argentina es el segundo país de Latinoamérica que más utiliza de técnicas de reproducción asistida, con 21.736 durante ese año, sólo por detrás de Brasil. Incluso, si se tiene en cuenta la densidad de población, nuestro país es el que más tratamientos hizo en ese período, con 539 por millón de habitantes. Según dicho estudio, las técnicas más empleadas en el país son la inseminación artificial, la fecundación in vitro (FIV) y la FIV con microinyección intracitoplasmática.
De esta manera, quienes deciden ser padres después de los 40 años tienen una alternativa para uno de los problemas más frecuentes e inevitables de la edad: Los ovarios tienen una vida útil muy cortita, empiezan a funcionar entre los 11 y los 13 años y tiene una vida de aproximadamente 35 años, no más que eso. Es decir, el ovario va a funcionar hasta los 45 o 50 años”, detalló el Dr. Vera. En relación con eso, especificó que “en Argentina, la edad promedio de la menopausia es a los 50 años, con un rango de más o menos 5 años”.
UN RIESGO INEVITABLE
De la mano con el desgaste de la función ovárica “viene arraigado el tema de las complicaciones”, “por eso se sabe que los embarazos después de los 40 años tienen mucho más riesgo de tener bebés con trisomías, como el síndrome de Down, síndrome de Klinefelter o síndrome de triple X, entre otros”, explicó el obstetra. Además, Vera manifestó que “las mujeres que se quedan embarazadas después de los 35 o 40 años, estadísticamente tienen más riesgos de tener enfermedades inducidas por el embarazo, como hipertensión arterial o diabetes gestacional”.
Justamente esos dos cuadros padeció Laura durante su reciente embarazo, “pero con un buen obstetra lo llevé muy bien, y de hecho no hay consecuencias”, contó. Para vivir “un embarazo maravilloso”, como lo definió, su clave fue “cuidarse, buscarse un buen médico que te acompañe, y también informarse, atenderse y hacerse todos los controles”. En cuanto al riesgo de que los bebés sufrieran alguna trisomía, confesó que “no te abandona el miedo, la ansiedad, y un montón de interrogantes en todo el proceso del embarazo, porque sabés que sos grande, que puede venir con problemas o no terminar de la mejor manera”.
Delia reveló que en su experiencia tuvo preocupaciones con los riesgos para su salud, pero que “también tuve seguridades en cuanto a lo que iba pasando, porque ya sabía lo que era normal y lo que no, y eso te da tranquilidad”. A esa edad y con más embarazos en su haber, asegura que “el cuerpo se va acostumbrando al dolor y las exigencias, soportas muchas más cosas, por lo que “el miedo y las ansiedades tenían que ver con las patologías. La recuperación post-embarazo me costó mucho más, eso también es más difícil cuando sos grande”, reconoció.
Pese a los miedos y las incertidumbres, los diferentes testimonios coinciden en que “es una experiencia que yo se la recomiendo al que pueda, porque no tiene comparación”, como relató Mario. Su esposa, Laura, le habló “a la gente que por ahí tiene miedo o piensa que ya es tarde para vivirlo, les digo que en la medida que se pueda es muy lindo y es único”. Delia, por su parte, celebra que “el criterio de las personas haya cambiado con respecto a las madres más grandes”, y que ahora “esta tendencia no cause tanta extrañeza en la sociedad como sí me pasaba a mí”. Para la psicóloga Betina Venier, lo importante es ser padres “desde la salud psíquica” para poder vincularse de la mejor manera con el bebé, siendo “adultos estables tanto psíquica como emocionalmente, para poder darle la posibilidad de crecer en armonía y salud mental sana”.