En Argentina, 7 de cada 10 trabajadores asegura haber sido víctima de violencia laboral, en cualquiera de sus tipos.
Así lo concluyó una investigación realizada en el país en el marco de un proyecto regional que apunta a ponerle números a esta situación.
Fue llevada a cabo por la agencia local Grow- Género y Trabajo junto al proyecto regional FESminismos de la Fundación Friedrich Ebert (FES).
Las más afectadas son las mujeres pero los varones también la sufren en una buena proporción: 81% mujeres y 58% varones aseguraron haber tenido esas malas experiencias que afectan de diversas maneras el desempeño y clima laboral, la salud y la calidad de vida.
Según las conclusiones del trabajo, 3 de cada 10 mujeres sufrieron violencia sexual en el trabajo y el 60% de las mujeres vivieron violencia económica en ese mismo ámbito.
La Subsecretaría de Trabajo y Empleo de Mendoza informó en octubre que en casi dos años registraron más de un centenar de denuncias con el denominador común de la violencia laboral.
La estadística se toma del 1 de enero de 2021 al 4 de octubre de 2022, lapso en el cual la Subsecretaría abordó unas 136 denuncias por violencia laboral, según explicaron a este medio desde la Oficina destinada a esa función.
Actualmente, por semana se atienden alrededor de ocho consultas en forma presencial o telefónica, con la finalidad de informar a las personas sobre el trámite y sus alcances, lo cual no deriva necesariamente en una denuncia formal.
La mencionada investigación relevó los diversos tipos de violencia vividas en el ámbito laboral. La más usual fue la psicológica en 69% de los casos y en segundo lugar la económica, en 64%. También se refirió la violencia simbólica (61%), sexual (42%) y en menor medida, pero llamativamente presente, la física en 6% de los casos.
Mujeres más afectadas por la violencia laboral
Entre 2021 y 2022 Grow junto al proyecto regional FESminismos desarrolló una investigación en 14 países de la región para conocer la incidencia de la violencia laboral y las posibilidades de ratificación e implementación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la violencia y el acoso.
El objetivo fue identificar cuál es la situación de la violencia laboral en América Latina y el Caribe y reconocer oportunidades de incidencia para lograrlo.
Los países que formaron parte de la investigación fueron: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
“Entre los hallazgos más importantes señalamos el hecho de que la violencia laboral afecta en mayor medida a las mujeres y personas de identidades de género no cisnormativas”, concluye el informe. Georgina Sticco y Carolina Villanueva, cofundadoras y directoras de Grow- género y trabajo, señalaron que erradicarla es una responsabilidad conjunta del Estado, las organizaciones empleadoras y los sindicatos.
La violencia laboral en Argentina.
En cuanto a la violencia psicológica, se observan testimonios diferenciados según género. Entre las mujeres, se registran muchas situaciones donde se desprestigia, ignora y/o descalifica su trabajo por su género o por ser madre.
En Argentina, el 52% de los consultados indicó que han denigrado o ignorado sus opiniones profesionales y laborales: 56% mujeres, 29% varones. El 35% identificó situaciones donde han sido excluidas de reuniones de trabajo o sociales: 38% mujeres, 18% varones. El 28% indica haber vivido situaciones de maltrato psicológico, que incluyen insultos, agresiones verbales y humillaciones, entre otras: resultaron afectados 30% de las mujeres y 14% de los varones.
Respecto de la violencia económica, el 45% de las mujeres han percibido un trato desigual en comparación con sus pares varones (beneficios y posibilidades de ascensos y/o salarios). Mencionaron este tipo de violencia 48% de las mujeres y 22% de los varones. El 36% indica haber sufrido una disminución drástica de tareas o por el contrario, la sobrecarga o los cambios de funciones constantes y/o de objetivos laborales: 38% mujeres, 25% varones.
Otro aspecto es la violencia simbólica. Entre las mujeres la situación identificada con más frecuencia es la asignación de tareas o roles que las colocan en posición de inferioridad o son ajenas a sus responsabilidades, lo que representa la mayor brecha de género entre las situaciones vividas (34% vs 6% de los varones).
Para los varones, la situación más recurrente son los comentarios inadecuados por la participación en organizaciones sindicales (26% vs. 16% en el caso de las mujeres).
En segundo lugar, lo más frecuente para las mujeres y para los varones son los comentarios inadecuados por su opinión política (29% y 23% respectivamente). En tercer lugar, entre las mujeres se ubican las bromas o comentarios sobre la edad (22% vs. 5% de los varones).
La violencia sexual también se hace presente en estos entornos. Las principales dos formas en que se presenta son mediante: 33% comentarios inadecuados sobre el cuerpo o vestimenta (36% mujeres, 17% varones); 22% acercamientos físicos inapropiados, que pueden incluir desde avances sobre el espacio personal hasta contacto físico no consentido (26% mujeres, 2% varones). Además, tanto a mujeres (4%) como a varones (2%) le han solicitado favores sexuales a cambio de beneficios o promociones laborales.
Finalmente, la violencia física también se presenta: el 3% ha recibido golpes, empujones o cachetadas, sin diferencias de género.
¿Qué hacen las personas que sufren violencia?
El 76% de las personas encuestadas que han experimentado situaciones de violencia laboral ha hecho algo al respecto, sin diferencias entre mujeres y varones. Casi la mitad (49%) de las personas que han tomado alguna acción en respuesta a la situación de violencia perciben que sus acciones no han tenido impacto alguno.
En todos los países la violencia sexual en el ámbito laboral afecta de forma desproporcionada a las mujeres. En Argentina casi la mitad de las mujeres refieren haber vivido situaciones de violencia sexual. Argentina está entre los países de América Latina que presentan los niveles más altos de percepción de este tipo de violencia: 37% mujeres, 36% personas de identidades de género no cisnormativas y 13% varones
