L.M es contadora y perito judicial, tiene 61 años, vive en Ciudad de Mendoza y recién ahora, después de 16 años, comienza a respirar en una atmósfera más cercana a lo que se puede considerar tranquilidad. Y es que desde 2006 su vida se convirtió en un calvario, una pesadilla que comenzó cuando se separó (primero) y luego se divorció de su ex, y que la llevó a perder un trabajo como docente en una escuela, a ser el blanco de un allanamiento de la AFIP en su casa y a verse a sí misma en páginas de citas y encuentros sexuales. Hasta se vio involucrada en mails enviados desde su cuenta –y desde otras con su nombre también- donde se presentaba a sí misma como una prostituta y que hasta incluía las tarifas por los distintos “servicios”.
Detrás de todo esto, estaba su ex marido, C.R.R.B, también de 61 años, licenciado en Ciencias Políticas, jefe de recursos humano de un banco y ex profesor universitario. El miércoles 9 de marzo, el hombre fue condenado a 3 años de prisión (pena en suspenso y que no implica cumplimiento efectivo por no superar justamente los 3 años) por la Justicia Federal y por el delito de coacciones agravadas en el contexto de violencia de género (la agresión era por su condición de mujer, a quien trataba de prostituta y corruptora de menores, entre otras cosas).
“El delito contempla una pena de entre 2 y 4 años de prisión. Pero ella misma me pidió que no pida una pena superior a los 3 años para que no sea de cumplimiento efectivo. Ella no quería que su ex fuera a la cárcel, no solo porque el hombre es el padre de sus tres hijos y no quiere que ellos tengan que pasar por esto, sino porque tenía miedo de que en la cárcel conociera más gente para hacerle daño”, destacó el abogado de la mujer, Rodrigo Gómez Torre, especializado en nuevas tecnologías.
El caso demandó más de 12 años de investigación, una impecable actuación de la Policía Federal y hasta la participación de Google y Yahoo para poder dejar expuesto al condenado. Y es que el hombre no solo le hackeó las cuentas personales de correo y de Facebook, sino que creó otras 7 cuentas de mail apócrifas –a nombre de L.M. y de personas de su entorno- para compartir videos pornográficos, contactar y pautar citas con otros hombres y hasta fingir una relación con un ex novio.
Un martirio de 16 años
L.M. está “rota” por dentro. Más allá de la condena de su ex marido, sobre quien –además- se ha pedido una orden judicial de restricción de acercamiento a menos de 200 metros del domicilio de la mujer, ella misma describe sentir “como si tuviera lepra” y que no genera otra cosa que no sea daño a cualquier persona que se le acerque.
En 1987, la contadora y el licenciado en Ciencias Políticas se casaron. Entre ese año y 2006 tuvieron tres hijos y vivieron juntos en una casa de Ciudad de Mendoza. Sin embargo, el mismo paso del tiempo y una serie de rispideces fueron desgastando la relación, hasta que en 2006 decidieron separarse de hecho. En 2010 salió el divorcio legal –un trámite nada pacífico- y en 2011 comienza la disputada división de bienes.
Más allá de que en la medida en que avanzaban los trámites legales, la relación se deterioraba cada vez un poco más, también en 2006 comenzaron los primeros ataques contra L.M. “Todo este tiempo la mujer fue víctima de violencia de género psicológica y por internet. Cuando ella le pidió divorcio, él dijo que no se iba a ir de la casa, que se fuera ella. Comenzaron los conflictos familiares hasta en pequeñeces, como por ejemplo la comida. Él acusaba a la mujer de querer divorciarse porque la está engañando. Todo esto se constató durante la causa como violencia psicológica y deriva en la exclusión del hogar para él”, agregó el abogado.
Cuando se separaron y L.M. pidió el divorcio, comenzó el hostigamiento y los ataques virtuales por parte de él. Porque C.R.R.B. creó en ese momento un mail falso con el nombre de un ex novio de la mujer, que vive en Buenos Aires y con quien había salido en 1979, y –habiendo hackeado el correo de la mujer- inventó un intercambio de correos en donde ella decía estar enamorada todavía de él y querer reencontrarse. En pocas palabras, quiso inventar una supuesta prueba de que ella quería divorciarse porque engañaba a su, por entonces, marido.
“Aprovechando sus conocimientos en tecnología, él logró averiguar las contraseñas del Facebook y mail, los hackea, toma todos los contactos y les manda –desde el correo de L.M.- un mail haciéndose pasar por ella y donde ofrecía servicios sexuales, con costos y todo”, se explayó Gómez Torre.
La echaron de un trabajo y el allanamiento de la AFIP
Con el mail y la cuenta de Facebook de ella en su poder, C.R.R.B. siguió tejiendo su trama de violencia psicológica y ataques. A tal punto de que la mujer tenía que aclarar a los adolescentes -cada vez que empezaba en un curso nuevo- que ella no era quien estaba realmente en su perfil de Facebook y que lo habían hackeado. Ello porque su ex, desde la cuenta de la mujer y en más de una ocasión, posteaba publicaciones en los muros de algunos alumnos.
Públicamente, en esa red social, el hombre hasta posteó que compraba y vendía moneda extranjera. Y eso derivó en que en una oportunidad L.M. fuera centro de un allanamiento de la AFIP en su domicilio (alertados por esa publicación, irrumpieron en su casa).
En 2008, dos años después de la separación y dos años antes de que saliera el divorcio, L.M. se disponía a rehacer su vida personal y afectiva. Sin embargo, le esperaba otro terremoto con epicentro en su ex pareja: la despidieron de una de las escuelas donde daba clases. Y es que C.R.R.B. envió por correo postal una carta a la escuela, firmada (supuestamente) por aquel ex novio de Buenos Aires, y donde denunciaba que la mujer corrompía a chicos desde Facebook, que enviaba fotos pornográficas y que, si no la echaban, iba a comenzar un escrache en los medios de comunicación. “Desde el colegio católico le dijeron que le creían, que sabía que no era así ella. Pero tomaron la decisión de echarla para evitar cualquier problema”, describió su abogado. Afortunadamente, en el otro colegio donde daba clases, pudo seguir.
Su nombre en sitios sexuales y los hombres que iban a verla a su casa
Al tener el control absoluto del mail verdadero de ella, de su perfil en Facebook real y de otras 7 cuentas creadas dentro de esta telaraña que solo apuntaba a perjudicarla, el recientemente condenado fue más allá. Se registró en una página de citas y contactos sexuales (Contactos Sex) y creó un perfil con los datos de L.M.
Periódicamente el hombre se conectaba a chatear con hombres y les dejaba el teléfono de ella para invitarlos a concretar un encuentro íntimo.. “Ella llegó a tener mucho miedo, no solo por ella, sino también por su hija”, reforzó el abogado.
En medio de la turbulenta separación, la Justicia dispuso que los hijos quedaran bajo la guardia de la mujer y en la casa que alguna vez habían compartido todos, pero donde vivía ella ahora. En sintonía con esta sentencia judicial y el mismo día en que se conoció, desde el “mail tomado” de L.M. llegaron a distintos contactos fotos de una mujer de espalda teniendo relaciones sexuales y donde, en el cuerpo del correo, se contaba que era ella misma.
Los escándalos inesperados con actores imprevistos en esta pesadilla hecha realidad en la vida de L.M. llegaron a involucrar hasta a la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) en Buenos Aires. Y es que cuando la madre de la mujer falleció, desde todos los correos que fueron creados para martirizarla –y también desde el suyo, que seguía tomado- C.R.R.B. envió mensajes antisemitas.
Los cibers, su centro de ataque, y la impactante investigación
El hombre fue condenado el 9 de marzo pasado y el miércoles último se conocieron los fundamentos de la sentencia, todo a cargo del Tribunal Oral Federal 1 en la figura del juez Alberto Daniel Carelli. A lo largo de la investigación, que tomó más de 10 años, se conoció la modalidad en que cometía sus ataques C.R.R.B.
Y es que el hombre tomaba los recaudos necesarios para no enviar los agresivos correos desde el mail hackeado y desde los otros 7 que había creado mientras estuviera en las computadoras de su casa (se había mudado a las inmediaciones de la calle Rondeau, también en Ciudad de Mendoza) ni de sus trabajos (el banco y una universidad mendocina).
“Con la orden judicial, nos pusimos en contacto con Google y Yahoo en Estados Unidos para que rastreara y nos compartiera el IP desde donde se habían enviado algunos de esos correos violentos. Se constató que había sido de dos cibers de la zona. Y cuando se revisaron las cámaras de seguridad de esos locales, se vio que –coincidentemente- el hombre había estado allí a esas horas”, recapituló el abogado Gómez Torre, quien resaltó el gran trabajo que hizo la Policía Federal en toda la investigación.
L.M. sufrió el hackeo y robo de su mail personal en 2011, momento en que su nombre y sus datos de contacto se diseminaron en distintas páginas de contactos sexuales. Y aunque pudieron bajar sus datos personales de las páginas de contactos sexuales, gran parte del material y las publicaciones quedaron y se mantienen hasta el día de hoy.
“Se demostró que él amenazaba a la mujer con una finalidad clara: no tener nueva pareja. Además, en la división de bienes pretendía que L.M. entregara los bienes que eran de la abuela de ella como si fueran bienes gananciales”, agregó el abogado, quien comenzó a representar a la víctima en 2014.
El juicio se extendió durante tantos años debido a que C.R.R.B. y su abogado llevaron el caso a la Cámara de Casación Federal en Buenos Aires en dos oportunidades. De hecho, antes de que se conociera la condena –con una pena de prisión que no es de cumplimiento efectivo en la práctica-, el imputado ofreció cumplir una probation para evitar cualquier condena (aunque sin reconocer la autoría del delito). De hecho, ya con la condena en primera instancia, el hombre recurrió a la Corte Suprema de Justicia de la Nación para pedir que se declare inconstitucional.
“Ella está realmente muy mal. Para declarar tuvo que ser asistida por dos psicólogas, porque su ex le ha hecho un daño muy grande. Ella misma dice que su vida ha sido un calvario durante todo este tiempo y que quería que esto terminara, ya que sigue con miedo de que la sigan llamando por teléfono”, concluyó Gómez Torre.