Ada Baranovic tiene 86 años y hace 75 que vive en Mendoza. Nacida en Ucrania en 1937, en 1948 -y en el momento más círitico de la Segunda Guerra Mundial- llegó a Mendoza y, desde entonces, se convirtió en una mendocina y argentina más. Tanto que cada vez que hay elecciones, Ada cumple con su deber ciudadano y cívico, y emite sufragio. Porque Ada está nacionalizada argentina.
Y es que Ada sabe lo vital y fundamental que son la Democracia y la libertad, y lo mucho que se las extraña cuando se la pierde o está cautiva en manos de las oscuras tiranías. Por esto mismo es que, desde que regresó justamente la Democracia en Mendoza y en Argentina -en 1983, hace ya 40 años-, Ada Baranovic no se ha perdido ni una sola de las elecciones. Tiene asistencia perfecta.
“Para mí votar es vida. Desde que llegué a la Argentina, escapando de la guerra durante 6 años y sin posibilidad de elegir nada, comprendí lo importante que era tener esa oportunidad. Y desde el regreso de la Democracia, siempre he ido a votar. No he faltado ni una sola vez”, asegura Ada Baranovic.
COMPROMISO DEMOCRÁTICO
Este domingo, como en las últimas elecciones de las que ha participado -nacionales y provinciales-, Ada tiene su mesa asignada en la escuela Pío XII, de la Ciudad de Mendoza. La mujer vive en la Sexta Sección, y cada vez que va a votar, lo hace acompañada de algunos de sus familiares, mientras que luego termina la jornada dominical rodeada de todo el amor y la contención familiar.
“A los jóvenes les diría que es muy importante participar y elegir bien a quién quieren que los represente. Nunca dejen de hacerlo”, se animó Ada Baranovic a dejarles un mensaje a aquellas generaciones de votantes más jóvenes y, quizás, un tanto desencantadas o no tan comprometidas con la vida democrática.
Y en su sonrisa cálida y en el azul de su mirada penetrante se evidencian lo afortunada que se siente ella misma de tener la posibilidad de poder participar activamente de la vida democrática. Porque si bien no es obligatorio el voto para Ada -la ley electoral establece que, a partir de los 70 años, la participación es voluntaria-, ella no quiere dejar de ser parte de esta oportunidad. Y, de la misma manera en que le recomienda a los jóvenes que no dejen de votar, ella lo hace y lo hará mientras le sea posible.