Nuevamente los ángeles sostienen las cúpulas del cielo, tras un arduo proceso de restauración patrimonial, en el santuario María Auxiliadora, ubicado en Rodeo del Medio, Maipú. Las naves laterales del templo han recuperado su antiguo esplendor litúrgico. En poco menos de un mes, entre andamios y un profundo respeto, se dará inicio a los trabajos en la nave central, la tercera fase de una obra que forma parte de un plan maestro que fue presentado en el Vaticano.
“El proceso de intervención y conservación en la nave central involucra la entrada, la puerta principal, el nartex, el coro, el altar mayor, el retablo, los muros laterales y el presbisterio”, explica la licenciada Cristina Sonego, restauradora de bienes culturales. El plan secuencial de intervención, coordinado por la arquitecta Susana Malnis, fue dispuesto de acuerdo a la ubicación de los planos de planta y de alzada. También al armado y desarmado de andamios demandará un tiempo estimado de ejecución de 12 meses, a marzo de 2025.
Oculto quedará el tendido eléctrico y canalizaciones para poder hacer efectivo el proyecto de iluminación interior que se proyectó luego de estudios previos, encabezados por el arquitecto Pedro Canepuccia. “El trabajo de intervención se hace en forma secuencial, empezando desde la parte más alta hacia abajo. En este caso, desde la bóveda de cañón corrido, o sea, desde el techo, que es acasetonado (elemento de forma poligonal y adornos en el centro, que se dispone en serie para adornar bóvedas y techos), estampado en chapa, pintado con una base oleosa y decoraciones en oro y plata”, explicó Sonego.
Su renovación se hará en forma conjunta a los murales que en 1915 pintó el español Antonio Estruch y Bros, con ayuda de Francisco Castelló. “Estas pinturas abarcan los lunetos (elemento arquitectónico semicircular, característico de los edificios cubiertos por bóvedas) y el coro”, añadió la restauradora. La especialista agregó que, a su vez, también hay a una altura de 15 metros una decoración que se mezcla, por la época, “los capitales y el cornizamiento, que fueron decorados en 1909, por la mano de Julio Bianchi”.
Susana Malnis destacó, por su parte, que todos los trabajos de restauración patrimonial que se realizarán en esta tercera etapa, con el apoyo de la empresa constructora Ciccsa, serán en el marco de una profunda actitud de respeto porque “el templo continuará cumpliendo con sus funciones pastorales y litúrgicas”.
Un proceso artesanal
En las lunetas de la bóvedas está representado un coro de ángeles que canta letanías a la Virgen. Los rayos de luz solar, que se filtran a través de los vitrales de las naves laterales del santuario, crean una atmósfera de recogimiento, un espacio sagrado, atemporal. “El proceso de intervención en un bien patrimonial implica un exhaustivo diagnóstico histórico y técnico”, explica una voz que, a medida que se van encendiendo las luces eléctricas de las arañas, ayuda a tener una perspectiva más real de la magnitud del espacio.
Aún no es momento de andamios, cascos o herramientas. El equipo de profesionales que comanda la obra, el arquitecto Pedro Canepuccia, la licenciada Cristina Sonego y la arquitecta Susana Malnis, explican detalles del trabajo que concluyeron en las naves laterales. Por ejemplo, la costura de una fisura en una pared y la invisibilidad de la intervención. “Ahí se estaba despegando la pintura del mural; tenía un espesor de una décima y media. La fuimos despegando, reparamos la pared, con un cosido, eso se llama técnica de Strappo, y luego restituimos todas las piezas de la pintura original. Es casi imperceptible nuestra intervención”, comentó Canepuccia.
“Todo esto está restaurado”, agregó, señalando las bóvedas de las naves laterales con una fotografía del antes del inicio de la obra en sus manos. Sin embargo, hay un pequeño espacio en el segundo conjunto de la nave Este que, junto a uno de los ángeles, dejó un testimonio de todas las capas de material que forman el enlucido. “Las cúpulas están hechas de ladrillo y a medida que se reintegró la junta de ligamento de los ladrillos, se reintegró la parte de revoque grueso, y sobre ese material el estucado y, por último, la pintura”, detalló a Los Andes el arquitecto.
El proceso de intervención se inicia con un minucioso diagnóstico, conocido como “diagnosis”. Este examen histórico y técnico se realiza tanto a nivel general como específico por sectores, como la nave lateral Este y Oeste. Se revisan archivos y se realizan estudios previos, incluyendo pruebas de solubilidad y limpieza, para determinar cómo reaccionan las capas pictóricas ante diversos solventes, detallaron los profesionales.
“Estas evaluaciones, basadas en observaciones y en perfiles químicos, guían la selección del método de limpieza más adecuado, ya sea en seco o en húmedo. Todo el proceso se documenta meticulosamente en fichas técnicas, que sirven de base para elaborar el proyecto de intervención o conservación. Este enfoque riguroso garantiza la preservación y el cuidado óptimo del patrimonio cultural”, puntualizó Sonego.
“Todo el trabajo que hemos realizado está basado en normas internacionales”, especificó Canepuccia. Agregó que en las primeras etapas el equipo tuvo que esperar a subsanar la patología de la humedad en las paredes por infiltración. “Primero solucionamos el problema de los techos, los hicimos independientes, por las filtraciones que generaba en la nave lateral. Además de comprometer la pintura mural, afectaba la visibilidad de los vitrales”, explicó.
Conversar con el pasado
Existen registros fotográficos de la construcción del santuario María Auxiliadora en las tierras donadas a los salesianos en 1898 por Lucía Barrionuevo de Bombal. La parroquia María Auxiliadora, encargada de las capellanías en Rodeo del Medio y de sus alrededores, se erige como un faro de ayuda y formación religiosa en la región.
El santuario, un monumento inaugurado en 1909 y consagrado a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma en 1913, se destaca por su imponente arquitectura Románica-Lombarda y una decoración exquisita. Templo que comenzó a partir de un diseño del padre Luis Botta y que, en 1901, desarrolló el padre y arquitecto Ernesto Vespignani.
El santuario, consagrado y adherido a la basílica Santa María la Mayor de Roma en 1913, fue designado por monseñor José Américo Orzali, obispo de Cuyo, sede de la nueva parroquia María Auxiliadora en 1916.
En 1925, el templo se amplió con una capilla lateral, llamada capilla del Sufragio, en la que recibieron sepultura los bienhechores de la obra: Lucila Barrionuevo de Bombal, el padre Aquiles Pedrolini y el gobernador de Mendoza, General Rufino Ortega y señora, cuyo mausoleo es patrimonio histórico nacional.
El templo alberga tesoros culturales, como el íntimo camarín de María Auxiliadora, destinado a encuentros cercanos con la Virgen, el antiguo órgano tubular importado de Alemania en 1909 y restaurado en 2014, y el emblemático reloj de cuatro caras que marca el paso del tiempo junto con las seis campanas.
Un equipo interdisciplinario
El arquitecto Pedro Canepuccia es el director técnico de la obra, mientras que su colega Susana Malnis se desempeña en la coordinación técnica. Por último, la licenciada Cristina Sonego es la responsable técnica de la restauración patrimonial, acompañada por Ana Paula Paz como coordinadora del equipo de restauración que integran 10 personas aproximadamente.
El relevamiento de documentación está a cargo de la arquitecta Mariel Agujo. En Buenos Aires, como profesional externo, lleva los perfiles técnicos y químicos la bioquímica Marcela Cedrola. Mientras que la documentación fotográfica está a cargo de Eduardo Dologievich y la fotografía diagnóstica con luz UV, de Juan Gauna.
Por último, la empresa Ciccsa construcciones industriales, comerciales y civiles SA es la responsable del armado de los andamios y de trabajos específicos.