Se imaginan un mundo en que el que nunca nada haya cambiado? Imposible. En rigor, el cambio fue, es y será el motor de la historia. La búsqueda obsesiva y sin pausa de satisfacer las necesidades de los hombres y mujeres del planeta. Pero seguro, lo que más nos impacta del presente no son los cambios, sino la velocidad en la que suceden. En ese escenario, Los Andes emprende hoy uno de los proyectos más desafiantes de su rica y vasta trayectoria junto a Mendoza: la modificación del formato de su edición impresa.
A lo largo de sus 136 años de vida, y en numerosas ocasiones, diferentes aspectos del diario preferido por los mendocinos han mutado. Su logotipo, sus tipografías, su ordenamiento y arquitectura, su encolumnado, el nombre de las secciones... Pasó del plomo al offset, incorporó el color, “saltó” a las plataformas digitales. Creció. Pero ésta quizás sea una de las transformaciones más significativas, más contundentes. Implica una experiencia física, visible, tangible, como el café o el primer mate de la mañana. Es -hay que decirlo- más amigable y más cómodo. Sin embargo -vale aclararlo- no renuncia de ningún modo a su apuesta a la lectura profunda, reflexiva y argumentada, que sigue siendo la mayor fortaleza para quienes prefieren el papel como soporte de la información y el periodismo de calidad.
Si bien se trata de un cambio de forma, ha sido ésta también una buena oportunidad para revisar los contenidos, sus alcances y la manera en la que se presentan. Más allá de la adecuación del diseño, que es un factor clave, se trabajó con una premisa básica: mantener y reforzar aquellos espacios más valorados por el público y proponer temáticas y abordajes aggiornados, pensando sobre todo en los asuntos que mejor sintonizan con la agenda ciudadana del siglo 21.
En las redacciones suele decirse que no hay textos largos ni textos cortos, sino bien o mal escritos. Hay notas buenas o notas malas. Noticias chequeadas o repetidas de otra fuente. En ese trabajoso camino seguirá transitando la labor de cada día. Reflejando lo que dicen, hacen y sienten los mendocinos en toda su diversidad, apoyados en una marca que el paso del tiempo ha fortalecido, incluso en las situaciones adversas como la que ahora enfrentamos los argentinos.
Grandes o chicos, de derecha o izquierda, referentes o populares, los diarios impresos han sido pilares fundamentales de la construcción democrática y republicana. Hoy comparten esa función con otras plataformas y formatos. Enhorabuena, que así sea. Porque lo importante es respetar y enarbolar el pluralismo, la libertad de elegir. Y eso no es cuestión de la forma, sino de la sustancia de una organización periodística. Es, en definitiva, la más honesta línea editorial que un medio como Los Andes puede ofrecer a su audiencia y comunidad.