Desde hace unos meses, Mendoza cuenta con un equipo médico netamente mendocino que realiza neurocirugía funcional en el sistema público. Gracias a esta especialización pueden hacerse cirugías para atenuar los síntomas del Parkinson y la epilepsia refractaria logrando así una mejor calidad de vida para los pacientes.
Se trata de expertos que vienen trabajando desde hace años de manera eventual pero que desde hace unos meses han buscado permanecer conformados como equipo, en el marco del hospital Central, para así poder ofrecer un servicio permanente y de más largo plazo.
Se trata de intervenciones que se realizan desde hace años, pero para hacerlas efectivas en el sistema público debía apelarse al traslado de médicos de Buenos Aires. Con la novedad, el sistema de salud público cuenta con su propia selección de especialistas conformada por neurólogos, neurocirujanos, técnicos y un bioingeniero.
Se trata de los neurocirujanos Analía Pace y Federico Sánchez Gonzáles, comandados por el jefe del Servicio de Neurocirugía, Fernando Olguín. La selección de pacientes está a cargo del Servicio de Neurología, dirigido por su jefe, Andrés Barboza y el bioingeniero, Gastón Jaren, pieza clave en este proceso.
Nueve
Ya han hecho 9 intervenciones: 4 a pacientes con Parkinson y 5 con epilepsia refractaria. Es importante señalar que ninguna de las dos patologías es curable sino que el procedimiento sirve para disminuir la sintomatología que producen.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que produce la muerte de un grupo de neuronas de una manera no programada y que va teniendo avances e impactando en lo motor y no motor del cuerpo.
“Con la cirugía de Parkinson se atenúan los temblores y movimientos, lo que se llama disquinesias, en epilepsia reduce la frecuencia de crisis”, explicó el neurólogo, Andrés Barboza.
“Un paciente que se operó el año pasado llegaba a tener 20 episodios por día y con internaciones frecuentes, luego de la cirugía se le anuló un hemisferio cerebral completo y no volvió a tener crisis ni perdió funcionalidad”, relató.
No todos los pacientes con estas patologías son candidatos a una intervención de esta índole. Por eso, el equipo realiza una evaluación previa para considerarlo.
Entre otros aspectos, se contempla que el paciente no haya tenido buena respuesta frente al tratamiento farmacológico previo. El inicio del proceso es una consulta con el servicio de Neurología.
“El tiempo quirúrgico es variable, en el caso de Parkinson puede durar unas 4 horas pero una de epilepsia lleva más tiempo, depende de la extensión de lo que que haya que operar (...) se desconecta la parte del cerebro que genera las descargas epilépticas del resto del cerebro y así no se propaga el impulso anormal”, detalló el especialista.
“No todos los pacientes con Parkinson son candidatos a cirugía pero hoy sabemos que no se operan todos los que debieran”, señaló.
Se trata de una patología que se presenta en adultos, más frecuentemente a partir de los 70 años. Sin embargo, puede haber casos de aparición temprana, en torno a los 40 años, lo que implica que el deterioro que sufra la persona impactará en plena etapa de actividad. Además, llevará varios años con ella a cuestas siendo aún muy joven. Por eso el médico dijo que los adultos jóvenes son los principales candidatos: para garantizarles mejor calidad de vida y porque además suelen presentar mejor evolución.
Por otra parte, es esperable que con el tiempo se detecten más adultos mayores con este deterioro, debido a la extensión de la expectativa de vida.
Es una intervención mínimamente invasiva, que se realiza con el paciente en buena parte del procedimiento despierto, con sedación, pero consciente ya que debe colaborar con los profesionales y requiere un postoperatorio acotado, teniendo en cuenta la magnitud de la operación.