Las universidades tienen en nuestro continente una historia virtuosa. Fue poco después de 1492 cuando el Imperio Español comenzó a fundar universidades y la primera de ellas puede datarse ya en 1538 (menos de cincuenta años después del descubrimiento de América).
Argentina también cuenta con una historia frondosa. Sin embargo, la historiografía no era abundante. Pablo Buchbinder fue uno de los que, con su trabajo, vino a cubrir ese vacío. Este historiador es profesor titular regular de las facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de la UBA e Investigador Principal del Conicet, especialista en historia de las universidades y autor, entre otros libros, de Historia de las Universidades Argentinas y Revolución en los claustros. El especialista dialogó con Los Andes para esta edición del ciclo Pilares y compartió un recorrido por esta historia y también un balance de las actuales demandas sociales con respecto al ámbito universitario.
A la hora de marcar el “primer hito”, por supuesto, aparece el año 1613. “El primer hito es la fundación de la primera universidad en el territorio que hoy conocemos como Argentina, la cual tuvo lugar en Córdoba″, recordó el especialista. “Esta universidad siguió el modelo de las antiguas universidades medievales y tenía una estrecha relación con la Iglesia. Estaba dedicada a la formación de sacerdotes y a la educación de las élites en Europa y los territorios de la corona española”, dijo.
Otro momento histórico llegó en 1821, “con la fundación de la Universidad de Buenos Aires, que se basó en un modelo diferente, ya que el modelo basado en la Iglesia comenzaba a entrar en crisis”, explicó Buchbinder.
Tal como apuntó el historiador, en este siglo aparecieron las universidades nacionales. “En 1854, la Universidad de Córdoba se convierte en universidad nacional, y en 1881, la Universidad de Buenos Aires, que era una universidad provincial, también se transforma en nacional. Estos eventos marcan el inicio del conflicto en la Universidad Nacional de Córdoba, con la presentación de la tesis de Ramón J. Cárcano sobre la igualdad de los hijos adulterinos, incestuosos y sacrílegos. Esta tesis puso en crisis la relación entre la universidad y la Iglesia. Aunque en el caso de Córdoba esta ruptura no fue definitiva y perduró durante mucho tiempo, marca el comienzo del proceso de autonomía universitaria a nivel nacional”.
Luego, recordó, “en 1885, se promulgó la ley Avellaneda, que estableció un marco general para que las universidades tuvieran su propia forma de gobierno, organización y relación con los poderes públicos. A partir de entonces, los estatutos universitarios establecieron la conformación de una vida universitaria centrada en el desarrollo de las distintas facultades en las que se dividían las grandes universidades. Además, hay otro elemento, que es el perfil que las universidades adquirieron a finales del siglo XIX y principios del XX: su actividad se centraba principalmente en la formación profesional. El objetivo principal de las universidades era emitir títulos (en Abogacía, Derecho e Ingeniería en menor medida) que el Estado reconocía. Obtener un título universitario otorgaba un gran prestigio en la sociedad”.
Un momento histórico fundamental, apuntado por Buchbinder, es 1918, cuando se produce la Reforma Universitaria. “Venían produciéndose cambios interesantes en las universidades y había un contexto nacional e internacional muy denso. En este punto se produce este episodio con epicentro en la Universidad de Córdoba. Primero, los profesores, en lugar de optar por el candidato renovador, optan por el candidato conservador, lo cual genera un nuevo conflicto. Allí aparece la intervención de los estudiantes en la elección del gobierno universitario institucional”.
Lo que vino luego de esa reforma fue importante. “La universidad dejó de ser esencialmente de élite y comenzó a masificarse, especialmente a finales de los años 40 y principios de los años 50. Fue bajo el primer gobierno de Perón cuando se estableció la gratuidad universitaria, que hasta entonces era arancelada”, explicó Buchbinder. “Luego vienen años de movilización, cuando el movimiento estudiantil se convierte en un actor fundamental, en un contexto sumamente conflictivo. Posteriormente llega la dictadura en 1976. Allí hubo control político e ideológico y un intento por revertir el incremento de cupo universitario, con exámenes de ingreso y aranceles. Eso provoca disminución de la matrícula y una creciente privatización”, analizó.
Para el especialista, la vuelta a la democracia produjo nuevos cambios importantes. ”A partir de 1983 se da la supresión de los aranceles en la universidad pública y el ingreso directo e irrestricto. En 1984 había una matrícula de medio millón de estudiantes universitarios con 27 millones de habitantes y hoy tenemos poco más de dos millones, sobre una población de 45 millones. La población no llegó a duplicarse y la población universitaria se quintuplicó”.
Finalmente, al pensar en cuáles serían hoy en día las demandas de la sociedad para con las universidades, Buchbinder dijo: “Ha habido una demanda por ampliar el número de instituciones”. Pero, apuntó: “Hay también problemáticas, como que, si bien el número de estudiantes es creciente, no ocurre lo mismo con los graduados: hay tasas de deserción muy altas. Además, surgen otras preguntas y preocupaciones, como la formación de profesores. En muchos países, se requiere alcanzar el grado máximo, el doctorado, para ser profesor universitario, pero aquí no es así. Además, se ha cambiado poco en cuanto a la concentración de la matrícula en un conjunto limitado de carreras, donde las tradicionales siguen predominando”.