El 5 de diciembre de 2017, gracias al apoyo de sus abuelos, Nicolás Alfaro, ciego al igual que toda su familia, cumplió el sueño de su vida: fundó su propia emisora, la 92.5 Radio Eclipse de Tupungato. Operador y locutor, confesó a Los Andes su felicidad de poder continuar al aire pese a la crisis de la pandemia y repitió: “Con esfuerzo y el apoyo de los oyentes pudimos salir adelante. Sólo puedo decir gracias”.
Los elevados impuestos y la baja de algunas publicidades, el sustento de la emisora, hicieron tambalear su proyecto, aunque redobló la apuesta y hoy celebra 4 años inolvidables y cargados de anécdotas.
“Muchos ven con rareza el hecho de que mi esposa, dos de mis tres hijos y yo somos no videntes, pero para nosotros, que nacimos con esta condición, es algo normal”, expresó, para valorar el rol de su suegra, que convive con la familia y le da una “mano inmensa”.
Tras agradecer nuevamente a sus abuelos, Ester Carranza y Raúl Alfaro, que hicieron un gran aporte para el funcionamiento de la radio, Nicolás, que tiene 28 años, contó su inspiradora historia.
Nació en Tunuyán con retinopatía del prematuro, trastorno ocular causado por el crecimiento anómalo de los vasos sanguíneos en la parte sensible de la retina. Nunca pudo contemplar el mundo a través de sus ojos.
Si bien asegura que de niño sufrió discriminación, su situación hoy no resulta impedimento para desarrollarse en la vida cotidiana. “He sentido bronca y rencor, pero eso es pasado y pisado. Una vez sorteada esa etapa, estudié, descubrí la radio y la tecnología y jamás me puse límites”, aseguró.
En una escuela de Tunuyán se cruzó con Yésica Moyano, también no vidente. Ella había nacido con microftalmia, enfermedad ocular hereditaria. Pasaron algunos años, volvieron a encontrarse y así nació el amor. Ella, cinco años mayor que él, ya era madre de un niño ciego, Gabriel, que hoy tiene 12.
Poco después llegó al mundo Kevin, que tiene 6 años y nació sin ninguna dificultad. “Es el diablo de la familia”, aclara, para contar que junto con su suegra es quien suele guiarlos.
Y casi de inmediato llegó Wendy, que al igual que Gabriel, nació con el gen de la madre. Ya con una familia consolidada, Nico y Yésica decidieron casarse.
La posibilidad de que nacieran niños no videntes estaba latente, pero no los detuvo. “No nos sentimos culpables. Llevamos una vida ordenada y tranquila, mi esposa es ama de casa, me apoya y les demostramos a los chicos que podemos”, sintetiza.
En este cuarto aniversario de la radio, que para “Nico” es una hija más, reflexionó: “Es magia pura, es mi pasión y estoy feliz porque la emprendimos a pulmón”.
Nicolás arma y desarma equipos, escucha tutoriales, se esfuerza por aprender “y también hago algunos desastres”, bromea. Su programación es netamente familiar y le gusta difundir campañas solidarias.
“Valoro el trabajo genuino, por eso me desagradan las personas que cómodamente viven del Estado. Si yo, con mi discapacidad, puedo trabajar, creo que cualquiera puede hacerlo sin ayuda del Gobierno”, afirma.
Nicolás tiene en su computadora un lector de pantalla que le permite leer mensajes de WhatsApp, e incluso cualquier noticia que deba transmitir en la radio.
“Gracias a la tecnología hoy todo es posible”, había señalado en una entrevista anterior, con su típica actitud positiva, la misma que le permite hoy celebrar cuatro años junto a las noticias, la música y el entretenimiento.