Silvia Colletti vive en Salta y es ingeniera agrónoma, trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y solicita incorporar a Dharma, su perrita salchicha, como integrante de su familia. La urgencia nace de la delicada situación de salud por la que atraviesa el animal, que padece una serie de patologías que demandan una atención especial y constante, tanto de los profesionales veterinarios como de ella misma.
“Dharma es mi única familia en Salta, mi contención emocional, mi hija verdaderamente. Ella me necesita de mí, tanto como yo necesito de ella”, manifestó.
“Dharma es mi única familia en Salta, mi contención emocional, mi hija verdaderamente. Ella me necesita de mí, tanto como yo necesito de ella”, explicó.
En marzo, Dharma dejó de comer normalmente y tras una serie de estudios le detectaron un problema renal crónico y también complicaciones en el funcionamiento del páncreas, piedras en la vesícula y un coágulo en el abdomen.
“A principios de este año tuve que internarla. Tenía que dejarla temprano en la mañana y retirarla por las noches, así día tras días. La pasamos muy mal, ella sufriendo, yo también, y jornadas enteras sin dormir. Hablé con mis jefes y les planteé la situación, pero la desestimaron”, recordó la ingeniera.
El pedido de licencia y la negativa del INTA
Como empleada pública, Silvia tiene la opción de tomarse seis días al año por cuestiones personales, no más de dos por mes, pero la frágil salud de Dharma le exigía mucho más que eso. Este fue el punto de inflexión para pedir la incorporación legal de la perrita salchicha como “integrante no humana de su familia multiespecie”.
“No sabía cómo hacer para atenderla, era un momento crítico. En el trabajo desestimaron la cuestión. Eso hizo que me planteara la situación y que comenzara esta lucha para que sea reconocida formalmente como mi familia, con los derechos que asisten a un niño, por ejemplo, para cuidarlo cuando está enfermo”, detalló.
Silvia buscó asesoramiento jurídico especializado en derecho animal en Buenos Aries y luego en Salta, a fin de realizar las presentaciones pertinentes.
“Primero vimos la forma de inscribirla en el INTA regional como integrante no humana de mi familia multiespecie, pero no lo logramos, quedó archivado. Luego con mis abogadas hicimos la solicitud a nivel nacional, acompañando el pedido con las argumentaciones legales correspondientes y los precedentes que existen en el mundo América Latina y en el país”, relató la mujer.
Sin embargo, a este nuevo intento tampoco le dieron curso. La respuesta fue que el convenio colectivo de trabajo no contempla este tipo de casos.