Muchas personas podrán preguntarse al leer este título: ¿A quién le interesa una ranita? Incluso muchas hasta quizá sientan un poco de aversión, o no les resulte muy agradable o les parezca insignificante. No faltará quien llegue a tener la idea errónea de que las ranas son las hembras de los sapos. Todo esto tiene que ver con nuestras percepciones.
Pero si ingresamos en el fascinante mundo de la biodiversidad, que es nuestro propio mundo vivo, posiblemente logremos ponernos de acuerdo en la necesidad de realizar esfuerzos para no perder una especie más en este planeta en crisis.
Este pequeño anfibio evolucionó en los arroyos de altura a más de 2.000 msnm. Fue descripto en una publicación científica por el reconocido herpetólogo José Cei y el biólogo mendocino Virgilio Roig, en 1965. Inicialmente se consideró pariente de otras ranas que viven en los Andes y, después de revisar su clasificación, actualmente adoptó el nombre científico de Alsodes pehuenche.
Se la conoce como ranita del Pehuenche y algunos pobladores de la zona y pescadores la llaman “rana o sapito redondo”. Las familias crianceras, que durante el verano conviven en el mismo ambiente, nos cuentan que “siempre estuvieron allí”, y que a veces las encuentran en las mangueras o “las tomas de agua”. Durante el invierno la zona permanece bajo la nieve, y prácticamente nada sabemos sobre qué estrategia usa esta especie para sobrevivir. Sólo podemos pensar que lo hace como otros anfibios que se encuentran en zonas frías, quizás tolerando el congelamiento o evitándolo.
Posiblemente el uso de refugios térmicos al costado de los arroyos sea una estrategia que deberemos estudiar para conocerla mejor. Sin embargo, el mayor problema para esta especie no es tolerar o evitar el frío, sino sobrevivir a las amenazas a las que se enfrenta, que no son pocas.
Hay evidencias de que las truchas han incorporado a su dieta a la ranita del Pehuenche. La trucha es un voraz depredador, que fue sembrado en los ríos de montaña con fines deportivos. El problema de la rana es, por decirlo simplemente, que no ha tenido el tiempo suficiente, en términos evolutivos, para desarrollar estrategias que le permitan evitar a estos predadores voraces. Estos peces llegaron de la mano del ser humano hace relativamente poco tiempo (cientos de años).
Muchos pescadores y turistas visitan la zona. Algunos hacen cabalgatas, otros caminan en el verano o esquían en el invierno. Incluso todos los años en enero, antes de la pandemia por Covid 19, se realizaba el Encuentro Argentino-Chileno justo en la zona aledaña donde vive la ranita. Allí se reúnen más de 2.000 personas durante algunos días. Algunos visitantes son cuidadosos y se llevan sus residuos. Lamentablemente no todos. Además, el cambio climático provoca que cada vez haya menos nieve o haya que buscarla a mayor altura. Este flagelo también afecta al anfibio de la zona que depende del agua para vivir. Este recurso es vital también para los pobladores de la zona. Las altas temperaturas del verano secan vegas, arroyos y vertientes de donde bebe el ganado, las familias locales y la fauna silvestre.
Otra amenaza que sufre esta especie es una pandemia causada por un hongo, que ha diezmado numerosas poblaciones de anfibios de todo el mundo. Además del hongo, otra causa muy importante de reducción de las poblaciones es la pérdida de hábitat. En el caso del anfibio amenazado que nos preocupa, la pavimentación de la ruta nacional 145 que une Argentina y Chile, ha fragmentado los arroyos donde vive.
Cuando hablamos de anfibios, muchos asocian su capacidad para vivir en el agua y en la tierra. Es que la mayoría de estas especies ponen huevos en el agua. Los machos de la ranita del Pehuenche en la época de apareamiento tienen más desarrolladas unas manchas oscuras espinosas en el pecho que permiten sujetar a la hembra. De los huevos que se fecundan en el agua, surgen larvas, que comúnmente son llamadas guarisapos o gusarapos. Muchos anfibios, como los sapos, cumplen en poco tiempo el ciclo de la metamorfosis de huevo a adulto. Mientras que una característica muy especial de la ranita del Pehuenche es que sus larvas tardan aproximadamente cuatro años en llegar a tener forma adulta. Los machos adultos tienen patas delanteras musculosas y, las hembras, pintas amarillas en el dorso más notables que los machos. La reproducción es una de las claves para entender cómo se mantienen las poblaciones. Si bien no conocemos con exactitud el número de individuos de la población, se estima que son números muy bajos para sostenerse en el tiempo.
La ranita del Pehuenche sólo se encuentra en el Paso Pehuenche, y sólo vive en los arroyos presentes en unos pocos kilómetros en la zona fronteriza de Argentina y Chile. Por encontrarse en ese pequeño lugar en el mundo, decimos que es una especie endémica.
En síntesis, la ranita del Pehuenche es una especie que tiene un largo período de metamorfosis, un bajo número de individuos y restringida área de distribución. Además, está amenazada por predación, parasitismo, impacto de la basura, la ruta, etc. Éstas son las razones por las que la ranita del Pehuenche se ha clasificado como en peligro crítico (CR por sus siglas en inglés) por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esta es la categoría de amenaza más cerca del riesgo de extinción. Es una de las especies de anfibios más amenazadas de Argentina. Diversas instituciones como la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la provincia de Mendoza, Asociación Biota, Tecnicatura en Conservación de la Naturaleza (IEF Nº 9-016 sede Malargüe), Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria, Municipalidad de Malargüe, Dirección Nacional de Vialidad, emprendedores turísticos y pobladores, se han preocupado o se preocupan por conocer más sobre su biología y su situación, y han realizado acciones concretas para su conservación. Todavía estamos a tiempo. Conocer sobre esta especie es una manera de colaborar.
*La autora es profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales - UNCuyo
*Producción y edición Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar