El año 2008 marcó un hito muy importante en cuanto al rol de las ciudades ya que la población urbana superó a la población rural. Es decir, más gente vive ahora en un asentamiento urbano, que en un área rural. Actualmente 56% de la población del mundo vive en ciudades de diverso tamaño. En América Latina y el Caribe, 81% de la población vive en zonas urbanas (sólo superado por América del Norte, que es la región más urbana con 83% de la población urbana). Se espera que 68% de la población global viva en asentamientos urbanos en 2050.
Los centros urbanos se caracterizan por contar con infraestructura y servicios más avanzados que en las zonas rurales, ser centros de concentración poblacional que llevan a intercambios sociales y culturales fruto de la cohabitación de gente diversa en un mismo espacio físico. Las ciudades son también centros de desarrollo económico y de desarrollo de ciencia y tecnología innovadores. Por otra parte, también generan grandes impactos ambientales tales como la basura y la deforestación. Más del 70% de la basura es producida en ciudades. En 2020, se produjeron 2.3 billones de toneladas de residuos sólidos urbanos, de las cuales 40% no es procesado correctamente. Las áreas urbanas siguen avanzando sobre áreas verdes, que son vitales para tener espacios saludables.
Meta urbana
La importancia de las ciudades en el desarrollo económico y social de un país se vio reflejado en la creación del Objetivo Desarrollo Sustentable 11, cuando Naciones Unidas desarrolló los 17 ODS en 2015. El ODS 11 busca lograr que las ciudades y asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. Se lo conoce informalmente como la ‘meta urbana’ dentro de los ODS. La planificación urbana es la disciplina que desarrolla políticas para la gestión de ciudades y áreas urbanas. La ‘nueva agenda urbana’, un documento elaborado por UN-Hábitat en 2016, y consensuado por los países miembros de las Naciones Unidas y organizaciones sociales de todo el mundo, establece lineamientos sobre cómo alcanzar los objetivos enmarcados dentro del ODS11 e identifica a la planificación urbana como la disciplina que debe contribuir al logro del ODS11.
Lamentablemente, en un informe de 2023, UN-Hábitat reconoce que, a nivel global, estamos muy atrasados para alcanzar las metas del ODS11 para el año 2030 y esto podría tener consecuencias irreparables para todos los seres humanos. Debido a esto, la UN-Hábitat ha llamado a pasar de ambiciones a acciones en políticas urbanas, a incrementar el financiamiento en políticas urbanas y desarrollar mayor capacidad de generar información a partir del uso de tecnologías digitales que puedan reforzar el diseño de políticas.
Puntos calientes
El planeta en su conjunto, no sólo las ciudades, está sufriendo los impactos del cambio climático. Sin embargo, las ciudades son consideradas ‘hot-spots’ (puntos calientes) donde se producen los mayores desastres, con mayor impacto en vidas humanas, animales y daños físicos (en infraestructura y edificios de diferentes usos, incluyendo viviendas). Esto ha llevado a una elevada vulnerabilidad de las ciudades y de sus residentes y requiere trabajar para tener ciudades y comunidades más resilientes. Es importante que haya estrategias para facilitar respuestas a los desastres de manera rápida y coordinada, incorporando las acciones no sólo del gobierno, sino también de la comunidad y de organizaciones de la sociedad civil, como así también del sector privado.
La urbanización y el aumento de la mancha urbana a partir de la extensión de las áreas urbanas lleva a una preocupante reducción del suelo urbano disponible. Junto con el agua potable, son los dos recursos más importantes en nuestras ciudades. Sin embargo, estos recursos son cada vez más escasos. Otro importante desafío en las ciudades es el aumento de la brecha entre población rica y pobre y las diferencias de género en la ciudad. Aun cuando muchos países han llevado a cabo exitosas políticas en las últimas décadas para reducir considerablemente su población pobre, cada vez hay mayor inequidad de ingresos en las ciudades. El coronavirus ha sido llamado el ‘virus de la desigualdad’ ya que durante la pandemia la riqueza de las personas más ricas del mundo se duplicó, mientras 99% de la población mundial empobreció. En términos de género, las mujeres también fueron más afectadas que los hombres, ya que aumentaron sus responsabilidades en el hogar debido, por ejemplo, a nuevos cuidados de salud y educativos en el hogar, muchas perdieron su fuente de empleo y muchas estuvieron más expuestas al virus por sus trabajos.
Las ciudades, su forma física, infraestructura, servicios, y las necesidades de la población tienen características específicas que hacen que cada ciudad sea diferente y que las políticas que se implementen deban ser específicas para cada ciudad. No hay una ‘receta’ que pueda ser aplicable a todas las ciudades, pero sí hay lineamientos que deben ser considerados.
Además de los desafíos mencionados (que dejan de ser una lista exhaustiva), las ciudades presentan varias oportunidades para propiciar espacios de cohabitación, diversidad e innovación, así como desafíos. Yendo desde una perspectiva general al análisis especifico, resulta importante considerar cuáles son los desafíos y oportunidades que tiene Mendoza como área metropolitana.
Protecciones necesarias
Mendoza es una ciudad oasis y el agua ha sido, es y seguirá siendo su recurso más preciado. Debido al impacto del cambio climático, es probable que haya más sequias y aumenten las temperaturas. Será importante buscar alternativas de cuidado del agua, con mayor uso de aguas recicladas en los hogares y en el riego, poniendo en valor el agua potable para usos más restringidos. Mendoza se caracteriza por su importante arbolado y recientemente la ciudad capital recibió un premio internacional por esta condición. Es imprescindible cuidar y aumentar el arbolado público que no sólo purifica el aire, sino que ayuda a reducir las temperaturas ambientales. Si bien es probable que la ciudad se siga extendiendo, es importante proteger las zonas agrícolas y vitivinícolas que no sólo tienen un gran valor económico, sino porque es imposible pensar la vida en la ciudad sin el necesario intercambio con las zonas rurales que proveen alimentos básicos para la vida humana. En Mendoza es necesario un debate sobre aumentar la densidad urbana de algunas áreas centrales para frenar el ilimitado crecimiento horizontal.
El área metropolitana de Mendoza se caracteriza, al igual que muchas otras ciudades, por una gran desigualdad social y urbana, con áreas donde vive población de altos ingresos, con acceso a infraestructura y servicios de alta calidad, y sectores donde habita la población de menores ingresos, que carece de servicios básicos y condiciones edilicias de habitabilidad. Es importante que haya políticas que propicien una mejor distribución de la riqueza y un acceso más equitativo a los servicios e infraestructura. El Parque General San Martín es un excelente ejemplo de áreas verdes que benefician a toda la ciudadanía sin distinción social o económica y propicia actividades saludables y oportunidades para la integración social. Otros instrumentos de redistribución de los ingresos, por ejemplo, aplicados a la construcción de vivienda podrían ofrecer oportunidades para la ciudad y también reforzarían la importancia del involucramiento del sector privado en la creación de ciudades más justas y sustentables. El éxito de estas políticas requiere indiscutiblemente la participación de todos los sectores de la ciudadanía en la construcción del espacio urbano, y la utilización de tecnologías digitales que ayudan a un mejor gerenciamiento de la ciudad.
El área metropolitana de Mendoza continuará creciendo y es importante que este crecimiento poblacional y de la mancha urbana esté acompañado de políticas de planificación urbana consensuadas que ayuden a lograr una ciudad inclusiva, segura, resiliente y sostenible.
*La autora es socióloga, mendocina y es planificadora urbana e investigadora de la Universidad de Queensland, Australia.
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