Qué se puede hacer en Tucumán o, mejor, qué no se puede hacer en Tucumán. La provincia del Norte argentino viene mostrando una propuesta turística amplia, renovada y apta para cualquier tipo de itinerario o viajero.
Un plan de 4 días es ideal para conocer y disfrutar del encanto tucumano. Aunque la provincia está preparada para adaptar sus propuestas al perfil de cada visitante: sea un plan familiar, en pareja, amigos o de “mochilero”.
Desde el Ente Tucumán Turismo adelantaron que durante las vacaciones de invierno la oferta será más amplia y pensada para los más chicos, la idea es que toda la familia se divierte en los clásicos, y no tan clásicos, paseos y atractivos del Jardín de la República.
En cuanto a las propuestas hotelera y gastronómica, la provincia presenta una gran infraestructura con alojamientos de diversas categorías, tanto San Miguel de Tucumán (capital provincial) como en destinos de montaña o considerados como “rurales”.
Hablar de Tucumán es pensar en exquisitos platos tradicionales. Estos son un atractivo en sí mismos y sin duda están en la lista de los “imperdibles”. Sin embargo, la gastronomía está atravesando una etapa de perfeccionamiento y expansión en cuanto a la oferta.
A las icónicas empandas, tamales y sánguches de milanesas la propuesta tucumana suma cocina de autor con una mirada “gourmet” y versiones propias de platos “multinacionales” como hamburguesas.
La vida nocturna es otro imperdible, las peñas muestran la pasión del tucumano por el folclore y por, sobre todo, hacer sentir al extranjero como uno más. Bienvenidos a un recorrido por el sorprendente Tucumán.
“Tucumán esta apuntando a que la estadia promedio de los visitantes que en la actualidad es de 3 días se extienda a más, y la verdad que con la amplia oferta y desarrollo hotelero se está logrando”, aseguró Daniel Peralta, de Norte Adventours, una operadora turística con 11 años de experiencia en el mercado. “Hay que tener en cuenta que la mayoría de las excursiones son de día completo”, agregó.
Qué se puede hacer en Tucumán en 4 días
Día 1: Ciudad con historia, diversión y una de las mejores hamburguesas del país
Sin dudas, las primeras horas es necesario conectar con Tucumán. Una caminata por el Centro “adornado” con cientos de naranjos en la vía pública (dato: si bien se pueden “comer” nadie lo hace porque su agrio extremo, con ellas se elaboran productos como mermeladas), es el mejor plan.
Al llegar a la plaza Independencia, la principal de la provincia se puede disfrutar de la casa de Gobierno y la imponente Catedral. Pero al caminar unos 150 metros se llega a la estrella de la provincia: la Casa Histórica de la Independencia, mal reseñada en la mayoría de las escuelas del país como “Casita de Tucumán”. “No, nos ofende que la llamen así, pero literalmente no es su nombre”, aseguran.
En el museo, grandes y chicos se sorprenden de pisar el mismo suelo donde se firmó se proclamó la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata.
El ingreso a la Casa Histórica es gratis, pero de jueves a domingos hay un show de luces en el patio interno de museo con un costo de $300, jubilados $300 y menores de 4 años gratis.
Se puede sumar a este recorrido una visita al Parque Avellaneda, una opción ideal para aquellos que desean disfrutar de la naturaleza en medio de la ciudad. Se encuentra ubicado en la Avenida Mate de Luna 1700 y abarca cuatro manzanas llenas de exuberante vegetación, convirtiéndose en un importante pulmón verde en la parte oeste de la ciudad.
Desde el parque, se puede admirar el Monumento al Bicentenario y en el sector norte del parque se encuentra el Cementerio del Oeste, el más antiguo de la ciudad.
Para terminar un día agitado y probar algo nuevo y también tucumano, una hamburguesa en Billy Bob es una gran elección. Este local vende una de las mejores hamburguesas del país (obtuvo el 8vo lugar en el concurso nacional Burguerpalusa).
Como un tips alternativo aparece como destacable la pasión de los tucumanos por el fútbol. Los partidos, tanto de San Martín de Tucumán como de Atlético Tucumán, siempre se juegan a cancha llena. Sus estadios son céntricos.
Día 2: empanadas, historia y paisajes calchaquíes
Por ruta 38, a solo 20 kilómetros al sur de San Miguel está San Isidro de Lules, una localidad que se enorgullece de su historia y presente.
Aquí convive un monumento histórico Nacional que mantiene las habitaciones del convento donde descansaron de sus batallas Belgrano y San Martín.
En estas tierras se plantó por primera vez la caña de azúcar, emblema de Tucumán, y es sede de grandes fábricas, como la del famoso jugo Citric. Además de ser sueño de plantaciones de arándanos, frutillas y cítricos.
Ariel Vallejo, director de turismo, se planteó el desafío de que Lules se convierta en un punto fuerte de la oferta turística tucumana. “Buscamos que los visitantes se queden unos días y no solo pasen. Tenemos una gran oferta que incluye visitas históricas y paseos naturales. Estamos trabajando en las escuelas para que los chicos se conviertan en guías”, adelantó.
Ruinas Jesuítica de San José de Lules (construcciones de 1673).
Norma del Valle Contreras es la guía de las ruinas. Ella vive junto a su familia en un lugar único. En el ‘patio de su casa’ durmieron San Martín y Belgrano.
Con una pasión que contagia, encabeza un paseo por la historia del contacto jesuita con la comunidad aborigen de los Lules. En las habitaciones del convento se alojaron Belgrano en la batalla de Tucumán (1812) y San Martín, cuándo fue a relevar a Belgrano el ejercicio del Norte (1814).
En las ruinas se mantiene una iglesia que, al ser monumento nacional, tiene una sola misa al año y en su interior hay joyas como ángeles tallados en madera con rasgos aborígenes, ya que los escultores eran los propios lules.
Otro dato es que aquí se plantó por primera vez la caña de azúcar, emblema de Tucumán. Lo trajeron desde Brasil los jesuitas.
La visita es gratis (se pide una colaboración), Norma recibe a turistas todos los días de 9 a 18. Es sumamente entretenida para toda la familia.
Siguiendo hacia el sur unos 20 kilómetros llegamos a Famaillá. El lugar es único y guarda sorpresas a cada paso. Es conocida por ser la Capital Nacional de la Empanada. Pero además es Capital de las Réplicas, sede del Festival de los Mellizos y sus calles son escenario de más de 500 esculturas y 150 murales, por lo que también se destaca por su cultura a cielo abierto.
Famaillá se puede visitar todo el año. “No tenemos temporada baja”, asegura el director de turismo, David Acevedo.
El 9 de julio se realiza el encuentro de mellizos más grande del país, y tal vez del mundo. Más de 10 mil parejas de todo el mundo llegan para compartir experiencias y participar de divertidos concursos.
La primera quincena de septiembre se realiza, desde hace 43 años, el Festival de la Empanada donde representantes de más de 70 “ranchos” compiten por llevarse el deseado título. Fuera de estas fechas las empandas de los campeones se salen todo el tiempo de los hornos de barro para deleitar a turistas.
Cómo se hace la verdadera empanada tucumana
Además, Famaillá es una ciudad adentro de un mueso. Tiene réplicas del Cabildo, de la Casa Histórica, una Galería de la Veneración, con un recorrido religioso emocionante, un museo homenaje a los ex combatientes de Malvinas, una reproducción del Vaticano (donde los habitantes de bajos recursos pueden usar la catedral San Pedro para velar a sus seres queridos), un balneario municipal, un parque jurásico. Hasta estatuas de Messi con la Copa del Mundo y una de las únicas dos estatuas de Diego haciendo la “Mano de Dios”. Los chicos no paran de sorprenderse.
Datazo: la docena de una de las mejores empanadas del país cuesta solo $2.000.
Camino a los valles calchaquíes
Siguiendo por ruta 38 unos 10 kilómetros hacia el sur, para luego empalmar la ruta 307 hacia el oeste se comienza un camino que parece “cambiar de filtro”. Nos adentramos en las yungas tucumanas.
En 65 kilómetros de camino. Desde Famaillá hasta Tafí del Valle se pasa de 500 msnm a 2.000. Si bien es una altura tolerable para todas las edades se recomienda hacer el camino despacio y con algunas paradas para aclimatarse.
Las vistas de otorga la quebrada son 100% ‘instagrameables’ y detenerse a admirar la naturaleza es casi obligatorio. A mitad de ruta hacia Tafí y a unos 900 msnm se encuentra en el mirador “El Indio” que ofrece una vista panorámica destacada por la escultura de 6 metros de alto.
Ya en Tafí, una recorrida por el pueblo es obligatoria. Se pueden degustar quesos del valle exquisitos y admirar artesanías como la de la Cooperativa Ruta del Tejido, un proyecto único. Tejedoras y tejedores se unieron en plena crisis del 2001 y hoy exportan sus creaciones a varias partes del mundo. Tienen una tienda con todos sus productos enfrente de la plaza principal y además de hablar con ellas, se las puede ver en plena acción.
Para cerrar la jornada, una cena en “Hotel Mirador de Tafí”, es una gran idea. Los sabores de Tucumán bajo la óptica de un innovador chef y vinos de los valles es un viaje necesario. Los precios son muy accesibles, las platos principales arrancan en los $2.000.
Día 3: paisajes y peñas
Para el retorno a San Miguel hacer desde Tafí hacer la ruta del artesano es ideal e imprescindible. No solo se rodea todo el Valle bordeando el cerro “El Pelao”, sino que además se pasa por los talleres de los emprendedores locales, que mantienen técnicas tradicionales.
Al retorno del circuito, pasar por el Museo Arqueológico a cielo abierto Los Menhires, en el Mollar, es un gran plan para toda la familia. El lugar exhibe un patrimonio arqueológico particular compuesto por un conjunto de piezas monolíticas conocidas como menhires o huazas. Estos menhires fueron elaborados por la Cultura Tafí, un grupo de aldeanos agro-alfareros que habitaban el valle desde antes de la Era Cristiana hasta el primer milenio después de Cristo. La entrada es gratuita.
Al pasar por el Dique La Angostura se puede almorzar en Arismendi Restaurante, una experiencia inmersiva en vinos y gastronomía única.
Ya en la Ciudad, solo queda descansar un poco para encarar en la noche una noche de peña.
Figuras, casi próceres nacionales, como Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa pasaron por estos modestos escenarios tucumanos y esa esencia aún sigue viva. El local más antiguo: “El Alto de La Lechuza” fue testigo de noches mágicas con artistas de gran calibre. Hoy sigue siendo un semillero para nuevos talentos que salen a conquistar el país. Comida con sabor de casa, vinos locales y sobre todo “camaradería” folclórica protagonizan una experiencia impostergable.
“La peña para el tucumano es cultura, tradición y costumbre. Es compartir, es estar en familia y con amigos”, sintetizó uno de los 3 hermanos que conforma el grupo Mixtura, una formación con más de 15 años de recorrido y de gran presencia en escenarios de la región. Info de todas las peñas.
Día 4. Circuito de las Yungas
Son 100 km de recorrido saliendo y volviendo desde San Miguel. Abarca los departamentos de San Javier, Raco, El Siambón y el Cadillal.
El Cristo Bendicente (28 metros de altura) emplazado en la cima del cerro San Javier es uno de los atractivos estrellas del circuito, pero es apenas el comienzo. Aquí descubrirán paisajes alucinantes que conjugan yunga, sierras y vistas a las cumbres cachaquíes.
En el camino aparece el parque de la Memoria, el complejo universitario “La Mole” (abandonado tras el derrocamiento de Perón) y el lugar donde Mercedes Sosa pidió que esparcieran parte de sus cenizas.
En el Ciambón se destaca el monasterio Benedictino que ofrece un paseo gratuito por sus mágicos jardines hasta subir al monasterio aún en actividad. Lo mejor, llevarse una mermelada que los mismos monjes elaboran.
El dique Celestino Gelsi, en El Cadillal, es el broche perfecto para cerrar un paseo soñado. Sus 14 kilómetros de longitud lo transformar en el más grande de Tucumán. El lugar está completamente preparado para el turista.
Navegación en catamarán o kayac, torilesa, treiking todo se puede hacer aquí. Además, posea el paseo en aerosilla ($2.500) que mezcla adrenalina y vistas increíbles.
Para toda la familia está el museo arqueológico donde se exhiben restos de las civilizaciones que habitaron en la zona y que fueron descubiertas durante la construcción de dique. Para vacaciones de invierno habilitarán un simulador de vuelo de cóndor y habitaciones interactivas donde los más chicos podrán jugar a ser arqueólogos. La entrada sala $100 para mayores y $50 menores. Horarios: lunes a viernes de 10 a 17.45 / sábados, domingos y feriados, de 11 a 19.
Para la última cena de la visita nada mejor que la hostería municipal Atahualpa Yupanqui, en el centro de Tafí Viejo. Es manejada por el municipio lo que otorga precios más que accesibles para un servicio premium. Tiene el restaurante “perdido en las cerrazones” que dispone de una carta de primer nivel y tiene una cava con cientos de etiquetas (pidan pasar a conocerla).
Tucumán es un destino fuerte del norte argentino y su oferta turística es casi inagotable. Por eso la mejor recomendación es ir a conocer una provincia llena de historia y dejarse sorprender.
Cuánto salen las excursiones en Tucumán
La oferta tucumana pasa de una noche de peña o bares modernos con gastronomía simple y renovada a visitas en plena selva de montaña (yunga) pasando por un viaje al pasado tanto lugares que emocionan como la Casa Histórica o Los Valles Calchaquíes.
Precios hasta junio (durante las vacaciones de invierno los importes se actualizarán)
City Tour: duración 4 horas / $5.500 por persona
“La ciudad tiene noche, coctelería, peñas y bares. Y además de ser un destino educativo. La gente realmente se emociona al conocer la Casa Histórica que tantas veces dibujó en el colegio”, resume Daniel Peralta, de Norte Adentours.
Circuito Yungas: duración 6 horas / $ 7.900 por persona.
Valles Calchaquíes
Tafí del Valle: duración 8 horas / precio: $11.500 por persona.
Ruinas de Quilmes: duración 11 horas / precio $ 16.000 por persona.
“Trabajamos con excursiones personalizadas, con guías expertos y siempre con sorpresas en el camino: intentamos darle el plus del contacto directo con el destino. Podemos parar en una plantación de arándanos y degustar productos locales o visitar el taller de un artesano para conocer su historia y descubrir sus técnicas de pasan de generación en generación. Eso no lo ponemos en el itinerario, nos gusta sorprender al visitante”, agregó Daniel.