Primera parte: el Síndrome de Down en primera persona, historias de lucha y esfuerzo para lograr la inclusión

Mica, Giuli, Santi, Rodrigo y sus familias, cuentan sus experiencias al ingresar al mundo escolar, los obstáculos que atravesaron y lo que falta para que el sistema y la sociedad respete sus derechos y los integre plenamente.

Primera parte: el Síndrome de Down en primera persona, historias de lucha y esfuerzo para lograr la inclusión
21 de marzo día internacional del Síndrome de Down. Giuliana de 14 años cursa el 2° año del secundario en el Instituto Padre Vázquez de Maipú. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

En Mendoza hay 2.178 personas con esta condición, la mayoría menores de 39 años. El desafío de la educación, la pobre inclusión laboral y los casos que logran desarrollarse gracias al fundamental apoyo de un entorno favorable.

Es que quienes viven con Síndrome de Down no siempre tienen garantizados en esta sociedad los mismos derechos que el resto de las personas. La mayoría, de niños, tiene que aprender a convivir con las miradas y los juicios, muchos tendrán un peregrinaje entre escuelas, otros quedarán excluidos de ellas. Muchos están destinados a transitar la escuela en un rincón, sin seguir los mismos procesos que el resto de los chicos del aula.

La realidad es que según los relatos de padres, docentes y quienes trabajan con ellos, muchas veces el patio de la escuela es donde pasar un recreo solitario.

Por suerte no para todos, hay quienes aman ir al colegio: Giuliana, que habló con Los Andes, no quiere faltar nunca y enumera con ceremonioso detalle el nombre de cada una de sus amigas.

Pero Santi, que debería ir a tercer grado, este año lo está haciendo en su casa, con su mamá, Graciela. Pese a los intentos, tras pasar por tres colegios y recibir la negativa de una lista larga de varios más, por ahora, no hay un lugar para él en la escuela.

La otra cara de la moneda nos muestra a Micaela Zaidan que tiene 24 años, tiene el título de Guía de Turismo y le faltan dos materias para recibirse de Técnica en Hotelería y Turismo. Es una personalidad conocida en Mendoza, ya está habituada a las notas periodísticas por sus logros e incluso ha recibido un reconocimiento en la Legislatura.Pero todo eso, no ha sido casual ni es la historia que pueden contra todos. Es, como tantas otras “excepciones” el resultado de un cúmulo de voluntades, apoyos y batallas ganadas.

Gladys Bayón es la mamá de Micaela y siempre la ha apoyado en todo lo que ha querido hacer y ha necesitado aunque reconoce que no ha sido fácil. Destacó que uno de los desafíos es que cuando se presentan obstáculos, sobre todo administrativos, no se sabe dónde pedir ayuda.

Por último, Rodrigo y su papá Sergio cuentan que el ingreso y el recorrido en el colegio primario fue llevadero gracias a la ayuda de los terapeutas y a que la estimulación empezó desde muy chico. El secundario tuvo sus episodios de “bullying” pero finalmente Rodrigo terminó el colegio con buenas notas y ya está buscando insertarse en el plano laboral.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA