Video: historias de esfuerzo y emoción de los voluntarios que trabajan en la vacunación en Mendoza

Entre los miles de enfermeros que aplican vacunas contra el coronavirus en los centros de vacunación, muchos de ellos son voluntarios o personas que están completando sus prácticas profesionales. Apenas cobran 15.000 pesos correspondientes a una beca, y son la barrera de contención y tranquilidad de decenas de miles de mendocinos. Estas son sus historias.

Video: historias de esfuerzo y emoción de los voluntarios que trabajan en la vacunación en Mendoza
Mariana Vidal y Miguel Ángel Sosa, dos futuros enfermeros que comenzaron a trabajar como voluntarios en la vacunación a principios de año y hoy están son parte de una beca para completar sus prácticas y recibirse de enfermeros. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Detrás de cada vacuna que se aplica en este contexto de pandemia -y que se representa con un frío y calculador número-, hay una persona. Alguien que está más cerca de generar sus anticuerpos contra el coronavirus, ya que la única forma de hacerle frente al Covid-19 es la inmunización con alguno de los componentes.

Pero del otro lado de esa vacuna que se recibe, también hay otra vida y es la del enfermero que se encarga de aplicarla. Y muchas veces son personas que no se han recibido todavía y que no están cobrando un sueldo profesional o suficiente para vivir de él (muchas veces combinan esta tarea con otros oficios para hacer más llevadero el día a día, más duraderos los ingresos).

Mariana Vidal, Miguel Ángel Sosa y el resto de estudiantes de Enfermería que comenzaron como voluntarios durante la campaña de vacunación contra el Covid-19.
Mariana Vidal, Miguel Ángel Sosa y el resto de estudiantes de Enfermería que comenzaron como voluntarios durante la campaña de vacunación contra el Covid-19.

En Mendoza, un grupo de estudiantes avanzados de Enfermería -de los distintos Institutos de Enseñanza Superior- se encuentran reforzando el trabajo de todos los equipos en los centros de vacunación. Son hombres y mujeres que dieron sus primeros pasos a principio de 2021, con el inicio fuerte de la campaña de vacunación y como parte del plan de prácticas profesionales. Son estos mismos mendocinos y mendocinas que actualmente están dando sus primeros pasos ya como enfermeros próximos a profesionalizarse y quienes, como parte de la contraprestación de una beca, están trabajando en los centros a cambio de 15.000 pesos al mes.

Estas son sus historias, y su día a día contados por ellos mismos. Jornadas de trabajo incansable, que combinan anécdotas que van desde la emoción y la adrenalina hasta convertirse en el más que imprescindible apoyo que muchos mendocinos precisan en un momento tan importante de su vida como es la vacunación para poder llegar al fin de esta (in)olvidable pandemia. Y que, incondicionalmente, encuentran en ellos y en ellas la contención. Aunque hasta el momento en que los tuvieron cara a cara eran perfectos desconocidos.

Miguel Ángel, el enfermero que repara electrodomésticos

Miguel Ángel Sosa tiene 45 años y vive en El Resguardo (Las Heras), junto a sus padres y su hermana. Además de ser enfermero, trabaja por su cuenta. “Mi día a día es salir, hacer algunos trabajos y presentarme cuando se me necesita para un operativo de vacunación. Me dedico a reparar electrodomésticos, hacer tareas de pintura y de electricidad”, destaca Miguel Ángel. De hecho, mientras hace un resumen de su rutina, aclara que está aguardando a un médico en un consultorio porque se había comprometido a reparar algunos caloventores. “Actualmente estoy haciendo trabajos de mantenimiento en un centro médico”, aclara.

Miguel Ángel Sosa está terminando la carrera de Enfermería y, además, repara electrodomésticos y hace trabajos de pintura y mantenimiento.
Miguel Ángel Sosa está terminando la carrera de Enfermería y, además, repara electrodomésticos y hace trabajos de pintura y mantenimiento.

A mediados de marzo, Miguel Ángel fue convocado para iniciar sus prácticas profesionales. Lo asignaron al centro de vacunación que funciona en la Nave Cultural (Ciudad de Mendoza), y allí se desempeñó durante un mes. “La primera parte de mi trabajo fue entre marzo y abril, en La Nave. Y a partir de ello se abrió la posibilidad de una beca que se convocó para estudiantes de tercer año de Enfermería Profesional. Yo ya terminé de cursar, pero me faltaba completar las prácticas. Y por ello me inscribí”, destaca Sosa, quien sostiene que actualmente está trabajando en el estadio cubierto Aconcagua Arena. Por estos días, en este gigante centro de vacunación se está convocando a grupos especiales (el fin de semana pasado se convocó a docentes para ser inoculados con la segunda dosis).

“Esta segunda parte de mis prácticas -que son parte de una beca- la empecé el 2 de junio. Es rentada y consta de 80 horas reloj. Al completar las prácticas, dejamos de ser voluntarios. Cuando se nos convoca, entramos a las 8:30, mientras que el Aconcagua Arena abre a las 9. Ahí empezamos con toda la jornada y los distintos roles. Primero entra la gente, se le toman datos, se corrobora que fecha de la segunda dosis coincida, se aplica la vacuna y se cargan los datos al sistema. Así estamos hasta las 16:30, aproximadamente”, sintetiza el enfermero, que está próximo a recibirse.

“Es un trabajo muy excitante, la Enfermería es una carrera que te tiene que gustar", resume Miguel Ángel Sosa (45), quien es parte de una beca para vacunara personas contra el Covid-19. Recibe 15.000 pesos por 80 horas de trabajo.
“Es un trabajo muy excitante, la Enfermería es una carrera que te tiene que gustar", resume Miguel Ángel Sosa (45), quien es parte de una beca para vacunara personas contra el Covid-19. Recibe 15.000 pesos por 80 horas de trabajo.

Las historias y anécdotas con que Miguel Ángel Sosa se topó en este primer tramo de su vida profesional -que no se destaca precisamente por una remuneración correspondida- son de lo más variada. Pero, en todas, se topa con la vocación como motor. “Es un trabajo muy excitante, la Enfermería es una carrera que te tiene que gustar. Muchas veces vacunamos a personas que se emocionan, y nosotros nos emocionamos con ellos por momentos”, destaca.

A modo de ejemplo, graficó con una conmovedora historia en la que le tocó ser protagonista. “Nos tocó vacunar a una chica, docente, que se puso a llorar cuando le estaba por tocar. Nosotros le preguntamos si estaba nerviosa, si le tenía miedo a las agujas (suele pasar), pero nos dijo que lloraba porque estaba emocionada. Tras recibir la vacuna se puso a llorar con más fuerza, y una amiga que la acompañaba nos contó que ella (la mujer vacunada) había perdido a su hermano gemelo hacía un mes, por Covid-19. Esas son cosas que te parten”, resalta Miguel Ángel. De hecho, esta misma docente volvió por la segunda dosis el fin de semana pasado. Y fue especialmente a saludar a quienes le habían aplicado la primera dosis.

“Los pacientes se acuerdan de lo importante que podemos ser, es algo muy lindo desde lo humano”, resalta. Incluso, Miguel Ángel se refiere a las preguntas más comunes que suelen hacerle las personas tras ser vacunadas. “La mayoría tiene que ver con si pueden hacer deportes. Nosotros les decimos que si hacen crossfit, por ejemplo, es preferible que paren unos días. También nos preguntan mucho por si pueden tomar alcohol. Nosotros les decimos que no. Pero en la víspera del Día del Amigo, la gente nos preguntaba y aclaraba que tenía juntadas. Ahí, sabiendo cómo venía la mano, les decíamos que traten de tomar poquito y se moderen”, concluye, entre risas.

Mariana y la contención todo terreno

Mariana Vidal tiene 40 años, estudia la carrera de Enfermería en el IES que pertenece al Valle de Uco, aunque completó el cursado en el aula que se encuentra en el Hospital Lagomaggiore. De hecho, vive cerca del hospital, junto a su esposo y su hija de 20 años. “A partir del 1 de junio nos volvieron a convocar para participar de una beca rentada, con contraprestación. Cumplimos 80 horas de trabajo a cambio de 15.000 pesos. Pude participar porque soy alumna del último año de la carrera de Enfermería”, describe Mariana, quien tiene en claro que no es una gran suma, pero sabe que es fundamental para poder iniciarse en la profesión.

Mariana Vidal (40) cursó enfermería en el módulo del IES Valle de Uco en el Hospital Lagomaggiore y también participa de la beca vacunando en el Aconcagua Arena.
Mariana Vidal (40) cursó enfermería en el módulo del IES Valle de Uco en el Hospital Lagomaggiore y también participa de la beca vacunando en el Aconcagua Arena.

“Me quedan dos o tres materias para recibirme, pero ya no estoy cursando. Con esta beca estoy completando las prácticas que me faltan”, resumen Mariana, quien también está trabajando en el Aconcagua Arena. Al estar destinado ese espacio para operativos de vacunación para grupos especiales, entre 48 y 24 horas antes de las jornadas de vacunación se convoca a los estudiantes avanzados.

“Somos multifunción, nos asignan a trabajos que puede ser completar la carga de vacunas, sacarlas de las heladeras, armarlas y volver a guardarlas. En mi isla somos 50 personas y el circuito comienza con la recepción del carnet de quienes llegan para ser vacunados. Siempre hay alguien que hace la carga, corrobora el lote de la vacuna y hace la asistencia. Una vez que se vacuna a todo un grupo, se devuelven los carnets y se trata de despachar a las personas lo más rápido posible, para que todo el trabajo sea dinámico”, resume Mariana.

"Somos la contención para miles de personas. La gente llega y se quiere sacar todas las dudas con nosotros. Y eso es muy importante", reflexiona Mariana Vidal sobre su función.
"Somos la contención para miles de personas. La gente llega y se quiere sacar todas las dudas con nosotros. Y eso es muy importante", reflexiona Mariana Vidal sobre su función.

Vidal también completó en el Aconcagua Arena sus primera prácticas de principios de año, aquellas que no eran rentadas todavía. “La recepción de la gente es buena, por lo general. Todos se quieren vacunar y entienden que son grupos que necesitan sentirse protegidos. Ser parte de esto es emocionante, histórico. En la media en que pasan los días, lo vas normalizando un poco. Pero al principio, habían algunos miedos que tenemos todos. Porque estábamos en contacto con un montón de gente, y eso puede suponer algunos riesgos”, rememora.

También Mariana se refiere a las preguntas más comunes de la gente, y sostiene que son de lo más variadas. “Somos la contención para miles de personas. La gente llega y se quiere sacar todas las dudas con nosotros. Y eso es muy importante. Hemos tenido de todo, desde gente que se emocionó y lloró tras recibir la vacuna hasta otras personas que se han desmayado. También nos ha pasado de gente que se ha vacunado aclarando que no está a favor de la vacunación -pero lo hacen porque los obligan en el trabajo- y también de gente que llega para decir que no se quiere vacunar, y no lo hacen. Por suerte la mayoría de la gente entiende la importancia de la vacuna”, concluye.

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