Vivir con dolor de cabeza: un problema que se incrementó durante la pandemia

Ya era un malestar que afectaba a más de la mitad de las personas, pero se incrementó. El impacto en la vida cotidiana y laboral. Aunque hay muchas causas, en estos casos influye el estrés.

Vivir con dolor de cabeza: un problema que se incrementó durante la pandemia
Migraña. Es una enfermedad que afecta a una de cada siete personas en el mundo y que se agudizó con la larga cuarentena.

Gran parte de las personas debió lidiar alguna vez con un dolor de cabeza, un malestar menospreciado pero que sin embargo puede afectar las actividades cotidianas y hacerlas difíciles de sobrellevar. Más si se trata de migraña, que viene acompañada con otros “condimentos”.

La pandemia de Covid-19 y los cambios que introdujo en las vidas hicieron elevar la frecuencia y la cantidad de personas con cefaleas. No hay mediciones al respecto, pero hay relatos de “víctimas” y profesionales que los han asistido.

El dolor de cabeza es parte de la vida de Mariela (39), pero casi se acostumbró a sobrevivir con él, aunque a veces hacer cosas simples cuesta demasiado. Incluso se vuelve intolerante porque todo le molesta y termina teniéndole poca paciencia a sus hijos o prefiriendo estar sola, porque a veces un analgésico no se lo resuelve del todo.

“En estos meses de aislamiento ha sido peor, porque los horarios se desordenaron, trabajar en la casa ha sido una gran dificultad porque no estoy tan cómoda como en mi oficina. Ahora me duelen la espalda y el cuello. A eso se suma la hiperconexión sin horarios, el desorden, hacer varias cosas a la vez”, apuntó.

El año pasado, el “Estudio de prevalencia de migraña en Argentina”, realizado a pedido de la Sociedad Neurológica Argentina, arrojó datos que ilustran la situación.

La mitad de los consultados tuvo dolor de cabeza alguna vez el año previo (53%). Pero, además, hay algunos que no son “cualquier dolor de cabeza”: ciertos episodios son tan intensos que afectan la calidad de vida, descomponen y marean, recluye a una habitación sin luz y las personas que lo sufren evitan hasta moverse. Por eso, dejan de asistir a reuniones sociales o faltan al trabajo.

En ese plano pudieron identificar que 9,5% puede calificarse como migrañosos (1 de cada 10), el segundo tipo más frecuente y discapacitante.

La falta de consulta médica y la automedicación son los principales problemas. Además, el estrés y ansiedad se cuentan entre los desencadenantes, y de eso hubo mucho durante la pandemia.

“Se dio una reorganización del modo en que nos movemos en la vida. En estos meses he escuchado como uno de los síntomas más repetitivos y novedosos la presencia de dolores de cabeza que no están asociados a una situación clínica, sino como una expresión del cuerpo a esta carga libidinal que queda sin tramitar”, señaló la licenciada en Psicología, Ivana Fuentes, de un equipo de profesionales que se organizó para asistir de manera voluntaria en Salud Mental en este período.

“Nos ha afectado en todos los aspectos de la vida”, aceptó el neurólogo Andrés Barbosa. Dijo que en los últimos meses se reportaron casos adicionales de migrañas y más cefaleas tensionales, asociadas al estrés, y en lo que también pueden haber influido los cambios en los hábitos de sueño.

Al mismo tiempo reconoció que lo cierto es que por dolores tensionales la gente no suele consultar. “La fibromialgia también tuvo un aumento, está muy vinculada a situaciones de estrés”, destacó, e hizo referencia al impacto de los cambios en la realidad laboral y gente que perdió negocios. La convivencia extendida, los problemas económicos, los conflictos, el estado de alerta permanente fueron parte del cuadro.

Demasiado a cuestas

“Me duele la cabeza casi todas las noches y se agudiza cuando hago trabajo desde casa, que además me ha causado colon irritable, jaquecas, tensión en la cervical, dolores lumbares... un cóctel de malestares”, apuntó Guillermo (45). Reconoció que el estrés por la forma de trabajar se suma a la postura, ya que las condiciones en su entorno de trabajo son diferentes a las de su casa, pese a haber comprado elementos para mejorar la ergonomía postural.

Fuentes explicó que tiene que ver con el modo en que se ha implicado el cuerpo en esta reorganización de energías que demandó la pandemia. Esto tuvo además repercusión afectiva y la posibilidad de una muerte inesperada para sí mismo y sus familiares.

“Por un lado hay un empuje social superyoico para que cada uno sea un empresario de sí mismo y pueda ser eficiente en diversas circunstancias y adaptarse a cambios como si fuese un sistema operativo que hay que reprogramar. Y hay una tendencia de los sujetos a creer que cumpliendo con todas esas metas que aparecen como deseables obtendrán satisfacción y felicidad”, explicó la profesional.

Aunque frente a esto hay diferente forma de respuesta individual. Entonces, muchos pueden verse desbordados por la creencia de que hay que cumplir con todas las exigencias. “La frustración puede estar asociada a que hay algo del cuerpo que indica que eso no va, el dolor de cabeza ha sido uno de los síntomas más presentes”, refirió.

Y comentó la reflexión de una paciente (una niña) que refería que a su mamá siempre le duele la cabeza y que por eso hay cosas que no puede hacer, y que ella creía que en algún punto le duele la cabeza para no poder con todo.

Analizó que puede ser una forma de limitar la voracidad de las demandas que aceptamos recibir de afuera y poner en tela de juicio la posibilidad de cumplir con todo eso.

Afecta gravemente la vida laboral

Una encuesta realizada en 16 países de América y Europa, de la que participó la Argentina, le puso números a la situación de la migraña este último tiempo.

De “Más allá de la migraña, el verdadero usted” participaron 12.545 personas con migraña entre noviembre y diciembre, un trabajo hecho a pedido del laboratorio Teva. Entre los 500 participantes argentinos, 52% reportó que la migraña tuvo un impacto en su desarrollo laboral. Es la tercera enfermedad más frecuente del mundo y se estima que afecta al 14,7% de la población, es decir, a una de cada siete personas.

Los encuestados presentaban episodios al menos cuatro días al mes, la mayoría mujeres, ya que tres de cada cuatro pacientes lo son. Casi nueve de 10 argentinos con migraña (88%) considera que la sociedad no toma en serio esta enfermedad, pero es la la séptima causa específica de discapacidad. El intenso dolor de cabeza suele estar acompañado de otras manifestaciones, como náuseas, sensibilidad a la luz, sonidos u olores y dificultad para concentrarse.

El pico de prevalencia de la migraña es entre los 25 y 55 años (más fuertemente entre los 35 y los 45 años), una etapa de la vida sumamente productiva para el desarrollo profesional y familiar de las personas. Por ello, es más preocupante que no se la dimensione correctamente y que los pacientes deban enfrentar obstáculos.

Por otra parte, uno de cada 10 encuestados de nuestro país destacó que su migraña impactó en su decisión de aplicar para un nuevo trabajo, nuevo rol o ascenso.

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