“Los chicos están cada vez más solos, más abandonados por sus familias y la escuela, entonces nuestro trabajo es escucharlos, generar un vínculo de confianza, fomentar valores y jugar”, asegura Milagros Correa, coordinadora de la asociación civil Crecer Felices, una organización laica que acompaña el desarrollo de niños y niñas en situación de vulnerabilidad.
En épocas donde estamos más conectados y menos vinculados, la propuesta de Crecer Felices parece ser un oasis en el desierto de muchas infancias. Es que son más de 60 jóvenes mendocinos entre 18 y 25 años que voluntariamente brindan talleres recreativos y fomentan valores universales a más de 300 pequeños del Gran Mendoza.
Los encuentros se realizan en siete Centros de Apoyo Escolar (CAE), de Godoy Cruz, y en el merendero “Rinconcito de Luz”, de Luján de Cuyo, donde niños que van a la escuela primara asisten a esos espacios para almorzar, tomar la merienda y hacer la tarea del colegio.
Se trata de talleres de una hora y media por semana en cada centro municipal y en donde los grupos de voluntarios no se rotan, sino que son fijos por tiempo indeterminado, con el único objetivo de afianzar la relación con los chicos que asisten. Es ahí cuando se logra crear un espacio de apoyo, contención y escucha activa.
“Lo nuestro es voluntario; es decir, no es obligatorio. Pero una vez que ingresamos se tiene claro que hay una continuidad para no colaborar con sus historias de abandono. Lamentablemente son chicos acostumbrados a ser negados”, afirma Correa, estudiante de Psicología y voluntaria desde hace una década en Crecer Felices.
Jugar para aprender valores
La asociación civil comenzó en el 2008, cuando un grupo de adolescentes que jugaban al fútbol en la plaza principal de Chacras de Coria, accedían a unos “pases futboleros” con los pequeños que asistían a un centro de apoyo escolar a pocos metros de allí. Con el tiempo, se dieron cuenta de que las necesidades de los niños y niñas eran mucho más que aquellas de compartir un juego de pelota. Y así nació Crecer Felices.
Desde entonces, la propuesta prácticamente no se ha modificado. Las actividades buscan ir más allá de un mero juego de cartas, bailar o pintar. La meta es siempre enseñar valores universales a través de talleres con una temática específica. A partir de eso, se van desarrollando las diferentes tareas grupales entre los voluntarios y los niños.
En esa hora y media semanal se dialoga y se juega sobre una temática, la cual va cambiando todos los meses. Valores como la amistad, la familia, la confianza, la perseverancia, las emociones, la creatividad o el medio ambiente son algunos de los tantos temas que la ONG aborda desde hace 16 años.
Renzo Venturín está en Crecer Felices desde sus inicios y aún sigue colaborando con la asociación de jóvenes voluntarios, sobre todo, en eventos especiales como el Día de la Niñez, ya que por diferentes obligaciones no asiste con regularidad.
Para él, el voluntariado siempre suma y es “un ida y vuelta”, pero en el caso de Crecer Felices hay un plus: trabajar en valores universales de manera constante. Eso, asegura el ahora psicólogo, impacta no solo a los niños, sino también a los voluntarios que, en definitiva, también son adolescentes llenos de preguntas.
“Crecer felices es para todos. Yo crecí feliz ahí. Es una instancia formativa y muy positiva. Es muy agradable para los voluntarios. Al punto tal, que en distintas camadas se han ido formando grupos de amigos muy importantes, que se sostienen en el tiempo porque comparten un lugar muy esencial: la solidaridad”, asegura Venturín.
“Me cambió la vida y la perspectiva”
Felipe Gutiérrez llegó a Crecer Felices hace apenas un año, y fue “medio por casualidad”. El joven de 20 años buscaba, en ese entonces, donar lápices, hojas y colores a diferentes merenderos para que los chicos “se contactaran con el arte y la creatividad”. Comentando su idea con una amiga, ésta le comentó sobre la existencia de la asociación civil que reunía a jóvenes solidarios.
“Me mandé solo a un CAE y apenas entré ya algunos chicos vinieron a abrazarme. Fue increíble. Me cambió la vida estar ahí y la perspectiva de cómo tomar las cosas. Me hace muy bien dar un servicio y la ganancia es muchísima. Una da lo que recibe y recibe lo que da”, cuenta entusiasmado Felipe, quien colabora con tres talleres por semana en distintos centros municipales.
Crecer Felices no tiene lugar propio y tampoco es un objetivo para su desarrollo. Justamente los jóvenes valoran el aporte que hace cada uno de los actores sociales que nutren cada centro de apoyo escolar o merendero. Así, entre voluntarios, directivos, municipios y psicopedagogas van fortaleciendo a los niños y niñas que llegan con alimento, contención psicológica, actividades recreativas y educación en valores.
“Los voluntarios también nos sentimos acompañados en esos centros. Por ahí hay que trabajar en los límites y son las psicopedagogas quienes nos ayudan a ponerlos. Hay chicos que van y vienen solos, que no conocen los límites. A los chicos les hace falta sentirse contenidos, ser escuchados. Y cuando ocurre, se sienten valorados”, agrega la coordinadora.
En sus nueve años como voluntaria en los CAE, Correa señala que los chicos llegan cada vez más solos a los centros de apoyo escolar y con un nivel de lectoescritura cada vez más bajo.
Si bien dice que “hay padres y madres amorosos y agradecidos con el trabajo”, admite que en los últimos años se nota un mayor abandono por parte de la escuela y las familias. Drogas, violencia intrafamiliar o contextos de encierro son parte del paisaje de muchas infancias y eso, sin duda, afecta en el rendimiento escolar y en los problemas de aprendizaje.
“Nosotros no ayudamos con la tarea, pero vamos creando vínculos de confianza a través del tiempo compartido. Para nosotros darles tiempo y atención a los niños es lo más importante. Y eso vuelve, cada vez que vamos también salimos recargados”, completa la joven.
Piden ayuda para celebrar un gran Día de la Niñez
Uno de los eventos más importante para la asociación civil Crecer Felices es, sin duda, el Día de la Niñez. Para esa fecha se viene preparando desde hace varias semanas, con el objetivo de que los niños y niñas tengan un día inolvidable.
La coordinadora, Milagros Correa, contó que este año el festejo se realizará el 30 de agosto, de 8 a 16, en el Liceo Rugby Club, de Luján de Cuyo. La jornada tendrá muchas sorpresas. Además del desayuno y almuerzo para las familias que asistan. También habrá shows de magia, musicales, sorpresas y regalos.
Para esta ocasión los organizadores están pidiendo ayuda a la comunidad, ya que no reciben subsidio ni donaciones específica de ningún lado. Esto, con la idea de que no falte nada durante esa jornada dedicada a las infancias. Desde transporte, globos, bolsitas con golosinas y juguetes, hasta objetos de librería, hamburguesas y tortitas.
Dónde colaborar con Crecer felices
La colaboración puede ser a través de una donación material contactándose
- al 2615447424 (Milagros Correa),
- a la cuenta de Instagram @proyectocrecerfelices,
- o bien, a través de un aporte económico transfiriendo al siguiente alias: proyectocrecerf.uala (la titular es Sofía Nannette Dorigutti).