Si hay una disciplina que ha crecido considerablemente en los últimos años en Mendoza y en otras provincias, sin dudas es la de los deportes acuáticos. Desde los más tradicionales como el remo, el rafting y el kayak hasta aquellos que son un poco más “jóvenes”, como el kitesurf o el Stand Up Paddle (SUP). Y el wakeboard, que es sensación desde hace al menos, dos años en la provincia, es uno de los protagonistas entre estos deportes que no dejan de sumar adeptos que, según sus palabras, inician “un viaje de ida”.
Como deporte propiamente dicho, los orígenes del wakeboard se remontan a la década del 80. No tiene una fecha exacta de nacimiento confirmada, ni hay una única versión sobre su génesis. Pero la más difundida es la que adjudica el wakeboard a una especie de adaptación que nació del surfista estadounidense Tony Finn y en el momento en que, cansado del escaso oleaje, decidió surfear con ayuda de su lancha. Ese fue el punto de partida de lo que luego se convertiría en una adaptación del surf para lagos y lagunas.
En Mendoza hay dos grandes escenarios acuáticos para practicar wakeboard: uno está en San Rafael y el otro en Coquimbito, Maipú. Y es en este distrito del Gran Mendoza, puntualmente en el complejo El Roble, donde desde hace un par de veranos llegan a acercarse hasta 30 personas en una sola tarde para animarse, descubrir y seguir “surfeando” en el wakeboard.
“Cada vez se suma más gente que hace wakeboard. Había un público que practicaba el deporte antes de que abriéramos, pero a esa gente la limitaba mucho no tener una lancha. Cuando abrimos el parque, le dimos la posibilidad de practicarlo. Y desde entonces ha crecido muchísimo. Hoy tenemos hasta una escuelita de wakeboard para chicos de entre 8 y 16 años y hay mucho nivel”, cuentan Bruno Aguilera y Antonela Ortiz, encargados del complejo El Roble.
En el lugar, sólo el año pasado tuvieron a 30 chicos que participaron regularmente de las clases que se dictaron en la escuela. Además, en temporada alta, que comienza a partir de septiembre y se extiende hasta que el buen tiempo lo permita, tienen un promedio de 20 asistentes diarios, llegando a picos de 30.
En Mendoza se practica la modalidad de wakeboard de parque, que es aquella que se desarrolla mediante la propulsión con cables y poleas, sin la intervención de lanchas, que configura la otra modalidad.
Cómo se practica el wakeboard
Popularmente, en especial en películas y series, se han visto incontables secuencias de lo que se suele llamar esquí acuático. Desde caricaturas que satirizan la situación hasta en películas de acción, es muy común aquella escena de un protagonista domando las bravas aguas mientras se encuentra parado en una tabla -generalmente improvisada- y se sujeta de un cable o una soga que está amarrada a una embarcación. Por fuera de la fantasía y de las producciones hollywoodenses, tiene una serie de reglas y medidas de seguridad que convierten al wakeboard en un deporte por demás seguro.
“La modalidad de wakeboard que tenemos acá es la de parque, mientras que la otra es lancha. La principal diferencia es que el de parque se opera con un sistema de poleas que lleva y trae a la persona sobre una tabla en el agua. Además, el wakeboard de parque tiene módulos, que son como pequeñas rampas u obstáculos”, aclara Antonela.
Además de la tabla, el equipamiento base para practicar este deporte incluye unas botas especiales y un casco. La tabla, en tanto, difiere según se haga en parque o en lancha. Hay tablas específicas para cada una de las modalidades, aunque hay algunas híbridas.
La principal diferencia entre las dos modalidades tiene que ver con que las tablas que se usan en el wakeboard lancha tienen quillas (como pequeñas aletas en la parte inferior), mientras que las de parque son completamente lisas.
Al no estar la lancha como guía y propulsor, en el wakeboard de parque cumplen un rol fundamental las poleas, los cables, el carrier, el manillar y el driver, que es quien acciona y mantiene en movimiento el cable para que quien practica el deporte se pueda deslizar sobre el agua.
“Dentro del wakeboard de parque hay, a su vez, dos tipos. El primero es 2.0 o lineal, que es una sola línea recta. Allí hay dos torres enfrentadas, cada una tiene una polea, un cable que va y viene, y hay un carrier que agarra la cuerda y sujeta el manillar. El otro tipo es el wakeboard de parque circular, que permite que ande más de una persona”, explica Aguilera.
En el wakeboard de parque lineal, el cable vincula a cada una de las torres enfrentadas y este entra en movimiento cada vez que el driver lo acciona. Del cable baja un carrier, de allí el manillar y es este último el que tira a la persona. “El cable es como el de una telesilla, aunque para un solo lugar. Y el driver lo acciona”, agrega.
Precios para sumarse a la tendencia
El Roble abrió sus puertas en enero de 2021. Germán Griffouliere, su dueño, es un apasionado practicante de este deporte y, luego de visitar algunos parques en otros países, trajo la idea a Mendoza. Y este fue el fuerte con el que abrió el complejo maipucino, aunque con el paso del tiempo fue sumando otros deportes, otras atracciones y hasta un restaurante.
En temporada alta, está habilitado de miércoles a domingo, de 12 a 20 o 21, dependiendo de la luz solar y de las condiciones del día. Y en el lugar se pueden contratar turnos, ya sea llevando los equipos de cada uno o con el equipo que está en alquiler en el lugar.
Cada turno abarca 20 minutos y, dependiendo del tipo, es la tarifa. Por ejemplo, el turno para una persona que lleva su propia tabla y botas tiene un valor de 6.000 pesos por los 20 minutos de práctica. Si se incluye el alquiler del equipo, la tarifa sube a 10.200 pesos. Y si, además del turno y de la renta del equipo, se incluye una clase de wakeboard, hay que pensar en invertir 12.700 pesos por los 20 minutos.
“Es un deporte que puede practicar gente de cualquier edad. En la escuelita tenemos chicos a partir de 8 años, mientras que hay gente de 65, 70 años o más que también lo practica”, resumen Bruno y Antonela.
Cuánto cuesta comprar un equipo
Conseguir equipamiento “cero kilómetro” para practicar wakeboard en Mendoza puede ser una misión casi imposible, en especial luego de la devaluación y las trabas en los productos importados. No obstante, en el rubro tiene un protagonismo estelar el mercado del usado.
Una tabla y botas usadas y en muy buen estado se pueden conseguir, en el mismo complejo maipucino, por entre 500 y 600 dólares. Pensar en algo nuevo, si se consigue, demandaría entre 800 y 1.200 dólares, siempre hablando de tabla y botas.
Agregarles chaleco y casco implica unos 150 dólares más.