El Nudo Vial de Zapata y Costanera tiene sus rasgos distintivos que se han convertido casi en emblemas de uno de los principales ingresos -por no decir el principal- a la Ciudad de Mendoza: los carteles lumínicos que se observan desde varios kilómetros antes (por el Acceso Este), los embotellamientos a primera hora de la mañana y los omnipresentes e indeseables bocinazos; esos que pretenden descomprimir el tránsito como por arte de magia. Sin embargo, ninguno de estos elementos ostenta con el título del más icónico, ya que durante los últimos años se sumó “el hombre” que se convirtió en sinónimo de ese concurrido punto del Gran Mendoza. Hablamos de Abel Trillini, conocido popularmente como “El Motivador de la Costanera”.
El detalle es que, luego de convertirse en una especie de decorado permanente del lugar -donde todas las mañanas se instalaba en un pequeño triangulito de hormigón para no quedar en el medio de la calle, con su cartel y mensaje motivador en mano-; durante 6 meses el motivador brilló por su ausencia. Y su falta no pasó desapercibida; ya que su actitud, su mensaje esperanzador y sus buenas vibras contagiaban. Y le permitía a los mendocinos empezar el día de otra manera.
Por esto mismo, su ansiado regreso -que se concretó este viernes por la mañana- tampoco fue pasado por alto, y miles de automovilistas lo celebraron y le hicieron saber que lo habían extrañado.
“Necesitaba volver; no solo por la gente que me lo pedía, sino también por mí y por esa especie de simbiosis que se genera. ¡No te das una idea de lo feliz que estaba la gente y cómo me lo hacían saber!. Pero, te cuento, no sé quiénes estaban más contentos con la vuelta: si ellos o yo”, resume, siempre sonriente y optimista, Abel Trillini. “La gente me pedía a los gritos que la ayude a cargar las pilas”, agrega.
Una bocanada de oxígeno
“Calma. Respira... Respirá. Como todo, la pandemia también pasará”. Ese fue el mensaje con que Abel sorprendió a sus habitués esta mañana en el cruce de José Vicente Zapata y Costanera. Manteniéndolo en alto, y con el tapaboca recomendado, el hombre (quien es pintor y a ello dedica su vida, además de a motivar a los demás) se ganó los saludos y agradecimientos de una multitud.
“Está haciendo falta motivar a la gente, sentirnos más motivados. A la gente se le está bajando mucho la moral, y está muy negativa. Yo me incluyo, no te voy a mentir; y por eso fui a parar ahí. Nos hacemos falta, es una necesidad de todos”, se sincera Trillini; quien siempre se ha caracterizado no solo por su calor humano, sino también por diferentes campañas y movidas solidarias.
Además del cartel esperanzador, esta mañana Abel tenía otro más simple, pero igual de concreto: “Buen día”. La idea era ir con Susi, su compañera de vida; pero la mujer no pudo sumarse ya que despertó con algo de malestar esta mañana. “Me hacía falta volver, y la gente quería que volviera. Nos retroalimentamos, y no hay mejor lugar que este para recargar las pilas”, confiesa.
¿Volvió para no irse?
Abel, “El Motivador”, tiene ganas de regresar todas las mañanas a esa esquina; que en un momento se había convertido en su segundo hogar (por no decir el primero). Desde noviembre que no sorprendía y contagiaba buenas energías a los transeúntes en el lugar. Pero, de hecho, ya a fines del año pasado se instalaba de forma esporádica.
“Si fuese por mí y pudiese, estaría todos los días. Pero, al menos en un principio, trataré de hacerlo 3 veces a la semana. Yo trato de ir cada vez que puedo, pero eso no es siempre”, sintetiza.
Dentro de su improvisado club de fans, no faltan quienes le piden una foto a Abel mientras aprovechan el semáforo en rojo (en el caso de los conductores) o cuando pasan caminando por el lugar. Y, humilde -como es en todo momento-, Abel accede. “Aproveché y le pedí a una mujer que se sacó una selfie que me saque una para mí, así me quedaba una con el cartel de hoy”, concluye.