Eliges uno, pero vienen tres. Quien inicia una relación suele verse confrontado al poco tiempo con un adicional inesperado: los suegros. A veces son una delicia. Y otras, el conflicto se ve venir.
Tal como indican los estereotipos, las dificultades suelen darse entre las suegras y sus nueras, ya sea a raíz de estilos de vida distintos o diferencias sobre los valores de cada una. Otra preocupación clásica es que los suegros temen perder la cercanía con su hijo o hija, al que además quieren ver en buenas manos.
A menudo los conflictos se sienten en la superficie de cualquier contacto diario, ya por el sólo hecho de que las partes pertenecen a generaciones muy distintas. A eso se suma que la educación de los nietos suele ser un disparador de susceptibilidades.
Si uno hace un planteo y señala un problema con los suegros, la pareja se verá ante un dilema de lealtad y no sabrá a quién darle la razón. Sin embargo, muchas veces el problema no está en una falta de opinión sobre sus propios padres, sino en el hecho de que nadie quiere verse ante la elección "o ellos o yo". Para evitar problemas de pareja lo mejor es adoptar una actitud clara y buscar el modo de expresar, también ante sus padres, lo que uno piensa.
Por otra parte, si la suegra siente necesidad de hablar con su nuera sobre las falencias de su propio hijo, más vale tomar la senda de la precaución. No es bueno andar hablando a espaldas del otro, ya que todos tenemos fallas. Será mejor mantener reserva y en todo caso invitar a la pareja a sumarse a la conversación.
Para poder tener una relación agradable con los suegros, algunos especialistas recomiendan cultivar el contacto y hablar abiertamente sobre las diferencias en la familia. Dejar en claro cuáles son las reglas en lo que respecta a la cercanía y al apoyo puede evitar peleas e incluso la desilusión ante expectativas que no son cumplidas.
También es bueno dejar los prejuicios de lado, ser abierto y mostrar curiosidad por el otro cuando narra historias, enseña fotos o propone salidas.
Hay quienes quieren conquistar el corazón de sus nuevas familias políticas con ramos de flores, múltiples ofrecimientos de ayuda o cumplidos. Todo puede ser bueno, pero lo principal es que sea sincero.
Y quienes se encuentren ante un muro de rechazo o escepticismo: ¡paciencia! Más vale mantener una distancia amable y apostar por el paso del tiempo. Una opción es invitar una o dos veces por año a los suegros a casa, por ejemplo, en ocasión de algún cumpleaños. Romper por completo el contacto no suele ayudar. Más vale hacerse a la idea de que el vínculo no pasará a mayores. De ahí en más, tal vez nazca algo mejor.
S.O.S suegros: claves para llevarse bien
A veces son una delicia. Y otras, un conflicto que se ve venir. Los suegros pueden ser un motivo de separación. Ideas para sobrellevarlos.
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