El amor que la gente siente por Totoro, Ponyo y Chihiro se reflejó en las redes sociales en los últimos días, cuando empezó a circular la noticia de que las películas animadas del Studio Ghibli llegarían a Netflix. Corazoncitos por todas partes, para anticipar un desembarco importantísimo en esa plataforma. Un desembarco tramado, seguramente, para rivalizar con Disney+, quien dispone casi del monopolio de la animación. Son en total 21 las películas que, desde hoy, y en dos tandas más cada primero de mes, se le servirán al usuario. Entre ellas, casi todas las de Hayao Miyazaki, socio fundador del Studio Ghibli en 1985.
Estas películas, que juntas reúnen unas tres décadas y media de producción intachable, se podrán ver en copias restauradas (pues algunas datan de los '80) y, si el usuario lo deseara, también en idioma original. Es decir: una oportunidad grandiosa para conocer algunas de películas animadas más bellas, sensibles y queridas de la historia.
La primera tanda
Cuando Miyazaki cofundó el Studio Ghibli, ya tenía una trayectoria importante. A lo largo de 20 años, este ilustrador oriundo de Tokyo había trabajado en los estudios Toei, uno de los cinco más importantes de ese país. Allí se había destacado como dibujante de cuadros intermedios (es decir, aquellos que se replican sobre los dibujos originales creados por ilustradores principales y que son los que crean, en definitiva, la ilusión de movimiento).
Así, Miyazaki se formó sólidamente desde los escalones más bajos de la industria, por lo que cuando abandonó estos estudios para sumarse a los Nippon Animation destacó por su experiencia, solidez e imaginación. Allí se vio en los dos principales proyectos en los que participó para estos estudios, famosos por sus adaptaciones de clásicos occidentales: nos referimos a "Heidi" (1974) y "Marco, de los Apeninos a los Andes" (1980).
Siguieron "Lupin III: El castillo de Cagliostro" (1979), "Nausicaä del Valle del Viento" (1984), pero la primera gran joya de Miyazaki llegó con el debut del Studio Ghibli, que fundó con el director Isao Takahata, más los productores Toshio Suzuki y Yasuyoshi Tokuma: "El castillo en el cielo", que desde hoy está en Netflix.
Estrenada en 1986 originalmente, "El Castillo en el cielo" llegó a Argentina en DVD recién en 2010. La película sigue las aventuras de Pazu y Sheeta, dos jóvenes que intentarán evitar que una antigua piedra mágica caiga en manos de un grupo de agentes militares, quienes intentarán usarla para llegar a una legendaria isla flotante.
Pero el gran éxito de Miyazaki sería su próximo proyecto: "Mi vecino Totoro", de 1988, le dio más popularidad que ningún director japonés haya tenido jamás. Cuenta la historia de una familia y sus interacciones con un espíritu del bosque al que llaman "Totoro", en un Japón de la posguerra. Si bien, según la revista Empire, está en el puesto 41 de los cien mejores filmes del mundo del cine, este personaje lo trascendió ampliamente: amado por grandes y chicos, símbolo de ternura, compañerismo, con un merchandising que haría sonrojar a la misma Hello Kitty. En Argentina, recién tuvo una edición en DVD en 2016. Antes, era un filme de culto: es decir, adorado (muy adorado) por ciertos grupos más bien pequeños.
Es que, ciertamente, antes de la popularidad de internet, no era sencillo acceder a estas bellas historias. Ahora, estarán a disposición de casi cualquier persona. Y ojalá todos aprovechen la circunstancia.
En esta primera tanda, también veremos "Only Yesterday" (1991), "Kiki: entregas a domicilio" (1989), "Porco Rosso" (1992), "Ocean Waves" y "Tales from the Earthsea" (2006). Si bien el "paquete" de Netflix es prometedor, resulta que "La tumba de las luciérnagas" (1988), esa joya de Isao Takahata, no llegará al streaming pues Studio Ghibli no tiene sus derechos fuera de Japón. Pero "Nausicaä del Valle del Viento", una producción de Miyazaki previa a la creación del estudio, se verá a partir del 1 de marzo.