Dos fechas, dos triunfos, tres goles y el arco en cero. No parece poca cosa este arranque de Independiente Rivadavia, que ayer venció 2-0 a Central Córdoba (SE) y se afirma en lo más alto de la tabla de posiciones.
Sin poder encontrar tenencia en los volantes, este equipo de Gómez se sostiene en la estructura defensiva y el coraje de todos para pelear el partido en todos los sectores. Nadie renuncia a la lucha ni al sacrificio. Esa fue la clave que llevó a sumar seis puntos de seis en juego.
Porque ayer volvió a ceder la posesión de la pelota y le costó mucho aguantar las embestidas de un rival que mostró buenas intenciones desde los lanzamientos cruzados a espalda de los carrileros. Esos lanzamientos pusieron en aprietos a la defensa local, aunque en el balance general hubo grandes respuestas. Y cuando fallaron los responsables de custodiar la valla, el palo devolvió ese remate de Rossi que anunciaba el empate.
La ventaja había llegado casi en el inicio del juego, cuando Quiroga lanzó un córner cerrado al primer y Díaz, intentando despejar, cabeceó dentro del arco. En la primera pelota parada de la tarde, la Lepra sacaba ventaja y se relamía pensando en como seguir disputando el encuentro. Sin embargo, sufrió demasiado la tenencia de balón que exhibió su rival. Al punto que se vio obligado a retroceder para defender el gol tempranero.
Es cierto que casi no se puede contar acciones claras sobre la valla de Aracena en el capítulo inicial, más allá del remate al palo de Rossi, pero no siempre se podrá sostener la ventaja defendiendo tanto tiempo en campo propio. Para el complemento, aunque hubo una intención por jugar más lejos de la valla local, la dinámica y un mejor manejo de balón volvieron a encerrar al Azul en su campo.
El partido se hizo muy vertical, con lanzamientos largos por parte de la visita y con transiciones muy rápidas en los hombres leprosos para intentar definir la historia. Castro, a esa altura, era el jugador más desequilibrante que tenía Independiente Rivadavia, aunque le costó el pase final.
Con el correr de los minutos, el dominio del balón se hizo más acentuado y la Lepra terminó demasiado atrás en el campo. Una brillante atajada de Aracena empezó a marcar que la tarde iba a terminar con sonrisas.
Quedaba para los segundos finales la corrida de Negri y la gran definición por encima de Taborda, para desatar una fiesta que, aunque van dos fechas, nadie se atreve a discutir.