Hacia mediados de la década del treinta, la radiofonía argentina transitaba por una adolescencia plena y en desarrollo. Era el gran “boom” de la época.
Y quienes se animaban a plantarse frente al micrófono, tenían una incuestionable cuota de capacidad y audacia que con el tiempo, a algunos de sus integrantes los encumbraría hasta el estrellato.
Faltaban todavía más de quince años para que la televisión llegara a nuestro país. Y fue durante aquellos años, que irrumpió en el éter un dúo que quedó en la leyenda de la radiotelefonía argentina: Buono-Striano.
Rafael Buono y Salvador Striano eran ambos vecinos en el barrio de San Cristóbal, en Buenos Aires, y sus carreras tuvieron mucho en común aunque eran muy diferentes en el aspecto personal. El dúo comenzó en la adolescencia de ambos, cuando se juntaban para amenizar las fiestas de fin de curso. Posteriormente, comenzaron a presentarse en clubes de barrio, en los intervalos de los bailes sabatinos. Hasta que un día les apareció un contrato. Era para actuar en Rosario. Entonces decidieron probar fortuna. Abandonó el primero su empleo en el Correo y el otro su oficio de electricista.
Comenzaron a actuar en los cafetines portuarios de Rosario, hasta que en una oportunidad los contrataron para actuar en el famoso café Sol de Mayo de esa ciudad, donde las actuaciones solían ser de debut y despedida. Pero el público celebró el advenimiento y lo decretó como el suceso de la temporada. Ganaban por entonces quince pesos mensuales cada uno.
Una noche se les acercó un directivo de LT3, una emisora rosarina, para ofrecerles realizar unas audiciones. A cambio de un cachet de cinco pesos por programa, lo relataban años después en alguna entrevista, realizaron trece presentaciones en esa circunstancia. Ya comienzan a hacerse conocer.
El estilo de Buono-Striano era simple. Generalmente improvisaban, pero en la radio tenían mucho cuidado con las expresiones que vertían, ya que la censura de la época hacía que una grosería significara la inmediata suspensión o el despido. ¡Igual que ahora, más o menos!
En realidad hay alguna pequeña diferencia en ese sentido. Mezcla de payasos circenses y juglares humorísticos, la irrupción del dúo en la radio tuvo un éxito que se prolongó en el tiempo para atravesar toda la década del cuarenta con brillo propio.
Hacia 1933 regresan de Rosario. Ya en Buenos Aires, traban relación con la folklorista Martha de los Ríos, quien los emplea como guitarristas, dado que ejecutaban aceptablemente el instrumento. Con ella se presentan por Radio Fénix, una emisora que ya no existe.
Luego de acompañar a la cantante, y en las pausas que ésta hacía, Buono y Striano realizaban alguna parodia o acto cómico. Su popularidad iba en aumento. Junto a Martha de los Ríos pasaron a Radio Belgrano, donde los escuchó Pablo Osvaldo Valle, uno de los directivos de la emisora. Valle sería tiempo más tarde director artístico de Radio El Mundo. Éste los ubica en un programa pensado para ellos solos.
El mismo Valle les volvió a dar un nuevo programa. Ahí encontraron el espaldarazo definitivo en la hora de “Palmolive en el Aire”, integrando un elenco donde se alternaban estrellas de la categoría de Francisco Canaro, Hugo Del Carril, Libertad Lamarque.
A través de la cadena de emisoras filiales de Radio Belgrano, Buono-Striano comenzaron a llegar a los rincones más alejados del país.
Eran los tiempos de “Chispazos de Tradición” y del conjunto “Los Bohemios”, a los que satirizaban con chistes y frases que terminaban popularizándose. Era un humor sano. Un ejemplo:
(Striano) -¿Cuántos son ustedes de familia?
(Buono)-Catorce hermanos.
(S)-¿Todos Vivos?. Volvía a preguntar Striano.
(B)-¡No! Solamente ocho vivos.
(S)-¡Ha!, ¿Los otros seis murieron...?. Insistía Striano.
(B)-No... los otros seis... trabajan.
El rey de la radio, don Jaime Yankelevich, les hace un contrato por ¡doce años! Actualmente casi no hay contrato por un año...
Los reclaman desde el interior del país y también desde el extranjero, por lo que aparte de las provincias, recorren Chile, Paraguay, Bolivia, Colombia, Uruguay y Brasil.
También les llega el cine. Aparecen al lado de Pepe y César Ratti, dos humoristas de moda en aquel momento, en “La Virgencita de Madera”. Junto a Agustín Irusta y Roberto Fugazot estuvieron en “Fortín Alto”, en la que actuaron también Ignacio Corsini y Niní Gambier, dirigidos por Moglia Barth, el director de las películas “Tango”, “Riachuelo”, “Juan Moreyra” y muchas otras.
La fortuna y el éxito les sonreían. Pero un trágico hecho de sangre separa al dúo: Rafael Buono mata a su amante y luego intenta suicidarse. Pero solo logra herirse.
Del posterior juicio salió con una condena de doce años de prisión. Salvador Striano se quedó solo, aunque después de tamaña circunstancia buscó otra compañía.
La encontró en Adolfo Stray, con quien trabajó un tiempo. Y cuando Buono salió a los cuatro años por un indulto presidencial, el tiempo de ambos ya había pasado.
Una diabetes crónica comenzó a minar las fuerzas de Buono y terminó por llevarlo a la tumba el 7 de agosto de 1970.
El sobreviviente de la pareja, Salvador Striano, siguió paseando sus galanos ochenta y tres años por el barrio de San Cristóbal, mientras los duendes de una época inolvidable que andaban sueltos por ahí, lo acompañarían, seguramente.
Quizá recordando aquello de... “muy buenas noches estimados oyedores... es Buono-Striano que termina su labor...”
Y cerramos con un aforismo relacionado con la trayectoria de este dúo inolvidable, que ratificó con el ejemplo, que no hay vencedores permanentes. Pero hay perdedores irreversibles. El aforismo prometido: “Es duro subir la cuesta. Y es duro bajarla”.