Sin una normativa para escribir, ni un estilo que identifique la nueva ficción, el borde resume el contexto y la experiencia en la que surgen los textos dramáticos y la escena viva y versátil donde se configura la dramaturgia actual.
El reciente lanzamiento de la editorial EDIUNC en su colección Literatura, un espacio para los textos de ficción de autores mendocinos editó “Dramaturgas desde el borde”. Un trabajo coordinado por la actriz e investigadora Ariana Lucía Gómez, que recopila seis textos de escritoras mendocinas, con el que inaugura su edición de bolsillo.
“Boxa (pasar el límite)” de María José Alcaya; “La niña gallo” de Érica Gómez; “Lo que viene” de Gabriela Simón Gómez y Virginia Diblasi; “Los papeles” de María Vilchez Aruani; “La niña todavía no duerme” de Belén Moretti” y “Mientras Juana duerme” de Carolina Duarte del Río son los textos que confluyen en este libro, en el que se propone una mirada actual del teatro mendocino y su unión con el teatro de género y feminismo.
“Las dramaturgas vienen escribiendo en sus colectivas, en sus escuelas de una manera diferente cada una. Y por otro lado, desde el espacio de investigación que coordino Prácticas Contemporáneas Vinculadas al Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras venimos trabajando en los feminismos como epistemología, en cartografías, en análisis de textos a partir del teatro regional. Escribiendo metodológicamente nuevas líneas en la historia del teatro de Mendoza. Y estas dos actividades tienen larga data y su propio ámbito de realización”, sostiene la investigadora Ariana Lucía Gómez sobre los cimientos del proyecto que finalmente se materializó en el papel.
La mirada femenina y contemporánea del teatro mendocino
Con prólogo de Marina Sarale, el libro tuvo un proceso de selección diferente a una antología. A raíz del relevamiento de Gómez sobre dramaturgas emergentes del teatro local, fueron surgiendo las ficciones, que con su estética y poética propia fueron escritas en el espacio teatral, pero aún no contaban con un texto terminado, propio del género y las prácticas tradicionales.
“Hicimos un par de sugerencias a la editorial y les propuse este relevamiento de dramaturgas emergentes que veníamos investigando. Y la verdad que no hicimos una selección tradicional, sino que nos pusimos en contacto con las dramaturgas, las colectivas que tienen redes a lo largo del país, que hacen sus propias obras. Y aparecieron los textos de una manera muy interesante, porque algunos textos no estaban escritos, sino que sólo se habían escrito en el espacio. Como “Lo que viene”, no estaba escrito en el papel sino que tenía muchos años de representadas. Lo mismo “La Niña Gallo”, que si bien tenía una escritura había sufrido algunas modificaciones al ser representada y la escritura estaba abierta. Por eso los seis textos tuvieron un recorrido muy diferente”.
Más de un año de trabajo, entre selección, adaptación de los textos y encontrar el formato justo de ficción, corriéndose del formato tradicional de guion teatral, el libro invita a una lectura ágil, atravesada por el lenguaje escénico actual y adoptando al feminismo como el lugar en el que transitan las prácticas culturales las escritoras contemporáneas.
“Junto con el editor Gonzalo Córdoba Saavedra de la editorial trabajamos para poner el libro en papel, en un formato donde las obras transitan un espacio de ficción. Por eso no hablamos de antología, porque es otro tipo de trabajo de investigación, esto fue un encuentro. Cada autora tiene su camino formativo. Esta colección nos interesó que fuera una colección de ficción y la palabra como arte. Por eso hablamos de desprenderse del texto, porque el texto es ficción y una vez que lo dejamos en el libro, puede tomar su camino. También decimos que es un libro que se puede leer como se lee una novela. No es un libro de guiones, sino que desarrolla un territorio poético interesante, contemporáneo, de autoras muy formadas”, resalta la investigadora.
-Cada obra está atravesada por el feminismo y sus vivencias en la cotidianidad artística.
-Nuestro campo epistemológico es el feminismo y cada autora tiene esa mirada. Es afortunadamente el lugar donde estamos ahora. Pero no es una idea de género como propósito, sino una experiencia vital que incluye la escritura dramática. Cada una de nosotras trabaja desenmascarando si se quiere cuánto de patriarcal tienen las prácticas artísticas. Y eso está sucediendo y es una época que compartimos, y nos encuentra en el debate y las experiencias. Es interesante esta idea de singularidades que se encuentran y no de rótulos. Por eso somos reticentes de decir que es un libro de género. Somos dramaturgas desde el borde, que nos reconocemos en un espacio e idea.
-¿Este libro era una deuda pendiente con la historia del teatro contemporáneo de Mendoza?
-Siento que el espacio del libro estaba vacío, porque apenas salió empezó a viajar y superó las expectativas iniciales. Y ocupó un lugar y de alguna manera había un espacio por ocupar.
-Es un buen comienzo de partida para reflejar en el papel el trabajo de la escena local.
-Es un punto de partida sin duda, porque si bien venimos escribiendo artículos y participando del mundo académico e investigadoras, no había aparecido algo que tan claramente nos permitiera poner en juego nuestra historiografía del teatro mendocino.
El libro se fue escribiendo en el éter, en el aire y el encuentro fue realmente genuino. Pienso que esa escritura esperaba encontrarse. Y como no es una definición, estas mismas obras pueden constelar con otras obras en otros espacios. No pretendemos clasificar el material, sino esperamos tener un eco en espacios, pensando las teatralidades contemporáneas en otras dimensiones. Que tienen sus diferencias, sus puentes con dramaturgias de otras épocas, pero que a su vez tienen sus características actuales y necesitamos pensarlas en consonancias con el hoy.