Valer la pena

El uso del vocablo “pena” (del latín “poena”) va desde el ámbito del derecho al del reglamento de un deporte como el fútbol.

Valer la pena
"Valer la pena" indica que algo es interesante o importante y se hace merecedor del trabajo que cuesta.

El joven me miró con asombro porque no había entendido el valor significativo de “Deberá hacerlo so pena de ser expulsado de la institución”: su inquietud residía en no poder explicar qué encerraba la locución ‘so pena’. En primer lugar, debimos explicar que ‘so’ es una preposición en desuso en la actualidad, derivada del latín “sub”. El significado de ‘so’ es “bajo, debajo de”; si bien ya no la recita el estudiante en la lista de preposiciones vigentes, encontramos que subsiste en algunas frases como la mencionada y que, en este caso, el significado es “bajo la amenaza o riesgo de”.

Pero nos queda por analizar la riqueza del vocablo ‘pena’ (del latín “poena”, equivalente a “castigo, tormento”): “Le impondrán la pena máxima”. La Academia define el término como “castigo impuesto conforme a la ley por los jueces o tribunales a los responsables de un delito o falta”. Se puede sustituir por términos como ‘condena’, ‘sentencia’, ‘escarmiento’, ‘penitencia’. Con ese sentido, encontramos que se habla de ‘pena capital’ o “pena de muerte”; ‘pena/ley del talión’, sinónimo de aquel castigo que le imponía al reo un daño igual al que él había causado; ‘pena pecuniaria’ o multa.

El otro valor esencial de ‘pena’ es el de “sentimiento grande de tristeza, pesadumbre, aflicción”: “Experimento gran pena por todo lo ocurrido”. Además, puede interpretarse ‘pena’ como “dificultad, esfuerzo, incomodidad”: “Para realizar mis sueños, debí enfrentar muchas penas”. A este último sentido, se le atribuye el de ‘a duras/malas penas’, que se entiende como “con gran esfuerzo o dificultad”: “A duras penas, logro satisfacer el cronograma de actividades impuesto”.

En el ámbito de las locuciones, encontramos ‘hecho, -cha una pena’ que, coloquialmente, significa que alguien o algo se halla en muy mal estado o con mala apariencia: “Después de su larga enfermedad, la encontré hecha una pena”. Análogo valor posee la locución ‘de pena’, cuyo valor significativo coloquial es “sumamente mal”: “Ha usado un equipo de pena”. Y, cuando algo se ejecuta de modo discreto, sin destacarse ni por bueno ni por malo, se usa la locución ‘sin pena ni gloria’: “Su desempeño va pasando sin pena ni gloria”.

Muchas veces, las diferentes circunstancias de la vida nos hacen pasar aflicciones graves; en esos casos, hay dos locuciones similares que lo indican: ‘pasar alguien la pena negra’ y ‘pasar alguien las penas del purgatorio’; en el primer caso, se alude a que la persona sufre una grave aflicción física o moral; en el segundo, las molestias son continuas: “Ella ha pasado la pena negra con su terrible dolencia”. “Tiene muy mala fortuna y lo vemos pasar las penas del purgatorio”.

¿Cuándo algo o alguien ‘valen la pena’? Cuando es interesante o importante y se hace merecedor del trabajo que cuesta: “Es cara la entrada para el espectáculo, pero vale la pena”. “Hice muchos sacrificios por ellos y creo que valió la pena”. Es equivalente a esa locución la que dice ‘merece la pena’.

Todos hemos escuchado la expresión ‘alma en pena’: con ella se alude a un alma errante, sin reposo definitivo; pero, metafóricamente, se menciona a la persona que anda sola, triste y melancólica: “Después de su muerte, anduve mucho tiempo como alma en pena”.

En el campo de los refranes, encontramos ‘Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón’, que pertenece a Miguel de Cervantes y que contrasta el valor entre lo superficial o aparente y lo recóndito, profundo. Se relaciona con el pensamiento de George Sand expresado en “Nos damos bien a la pena y nos imponemos privaciones para curar el cuerpo; se puede, pienso, hacer lo mismo para curar el alma”.

Otro dicho cervantino es ‘Todos los duelos con pan son menos’, que es puesto en boca de Sancho Panza y que tiene como variante ‘Todas las penas con pan son menos’: tanto en una como en otras formas lo que se exalta es que cualquier problema, si hay recursos materiales para enfrentarlo, se hace más llevadero.

El universo de la pena se completa con palabras de distintas clases, que toman, a veces, totalmente, otras, en forma parcial, las acepciones del término; en primer lugar, el verbo ‘penar’ nos muestra que puede significar “castigar, sancionar”, como en “Lo penaron con una multa pequeña”, y también “sufrir, padecer”, como en “No sabe usted cómo he penado para conseguir este resultado”.

Por su parte, el adjetivo ‘penoso’ también combina los dos valores significativos: “trabajoso, duro, arduo”, por un lado, y “doloroso, triste”, por otro; lo advertimos, respectivamente, en “Después de penosos esfuerzos, pudo alcanzar la meta” y “He atravesado días muy penosos”.

Si nos encontramos con el término ‘penal’, tenemos distintas posibilidades de interpretación: considerado como adjetivo, se define como “perteneciente o relativo al crimen”; así, en “Ese es un tema que le concierne al derecho penal”. En cambio, como sustantivo, lo asociamos con el “lugar en que los penados cumplen condenas superiores a las del arresto; cárcel o prisión”: “Lo llevaron al penal de Cacheuta”. Pero, además, en nuestro país y en la mayor parte de América, se ha hecho sinónimo de ‘penalti’ (adaptación de la voz inglesa “penalty”), entendiendo por tal, en el campo del fútbol y otros deportes, “la máxima sanción que se aplica a ciertas faltas del juego, cometidas por un equipo dentro de su área”: “El árbitro le cobró un penal al equipo visitante”.

Y nos alejamos evocando parte de la letra de la copla andaluza “¡Ay, pena, penita, pena”, en que la intérprete llora por su amado, quien se encuentra en una situación de infortunio: ¡Ay, pena, penita, pena / Pena de mi corazón / Que me corre por las venas / Con la fuerza de un ciclón! / Es lo mismo que un nublado / De tiniebla y pedernal / Es un potro desbocado / Que no sabe adónde va / Es un desierto de arena / Es mi gloria en un penal. /¡Ay, pena, penita, pena!”.

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