Por Alejandra Cicchitti
"Muchos decían que una mujer de rostro insignificante, pero con pies aprisionados en botas altas, podía ser considerada "casi bonita".
¿Cuáles eran las ventajas que ofrecían?
Era común la creencia de que los tacos altos le daban al pie un sello de elegancia y cierta irresistible seducción, y como detalle a tener en cuenta vale aclarar que las minifaldas no existían en esa época.
En cuanto a la parte que lo continuaba, la pantorrilla, era considerada “muy seductora”, cuando, gracias al esfuerzo que el tacón exigía (y exige) , los músculos se contraían, delineando un bello contorno.
¿Qué tenían para replicar sus enemigos?
Había personas que aseguraban que perjudicaba tanto a la belleza como a la salud de las damas. Comparto con ustedes algunas explicaciones que eran tomadas casi como científicas e irrefutables: Los tacones abultaban el vientre, alteraban el centro de gravedad del cuerpo y mortificaban la delicada fisiología de los órganos internos.
Además pensaban que el alto de los tacos hacía desplomar todo el peso de las mujeres sobre los dedos, los cuales engordaban y se desfiguraban pronto (¿me pregunto si no habrá algo de verdad en esto?).
En todo caso, en 1900 y tantos, el pie de la mujer era considerado una “delicadísima joya”, otro importante atributo femenino, que al ser protegido por un estuche (alto o bajo) no debía ser nunca estropeado.
Les pregunto a mis lectoras, a la hora de calzarse: ¿Prefieren comodidad o elegancia?