Cuando se anunció que la novena película dirigida por Quentin Tarantino (o décima según el sistema elegido para contarla) recrearía el lisérgico 1969 de Los Ángeles, comenzaron las apuestas para determinar cuántas veces veríamos a personajes descalzos en pantalla. Con hippies por doquier, era inevitable que el director le hiciera honor a su más incomprendido pero extraordinario fetiche: el de los pies. Justo en una época como a él lo cautivan: sucios, deformes y mundanos.
Pese a su debut amateur en “My Best Friend’s Birthday” (1987), no es hasta en “Tiempos violentos” (Pulp Fiction, 1994) cuando Tarantino se atreve a jugar con los pies.
En una escena memorable -adjetivo redundante para este clásico pop-, Vincent Vega (John Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) discuten sobre las implicancias de darle un masaje en los pies a la esposa de otro, luego de enterarse que Marsellus Wallace (Ving Rhames) tiró a un hombre desde el cuarto piso por manosear los pies de su pareja. Para Vincent, un masaje de pies no es tan malo como tener relaciones sexuales, pero Jules rechaza la idea.
Cuando Tarantino introduce a Mia Wallace (Uma Thurman), no la conocemos estrictamente por su rostro. En la presentación la vemos de espalda, ella pinta sus labios y oímos su voz. Mientras Vincent la espera en el living -alerta de meme-, ella responde con "Let's go" mientras apreciamos la planta de su pie derecho. Ya en el club, Mia y Wallace bailan descalzos: él sí lleva las medias.
No la dirigió él, pero no implica que la fijación se repita. Además de guionista, Tarantino se puso delante de cámaras en “Del crepúsculo al amanecer” (From Dusk till Dawn, 1996). ¿Su actuación más honesta? El personaje de Salma Hayek mete directamente su pie en la boca de Quentin mientras se derrama una bebida alcohólica y él no puede disimular el disfrute. Nosotros, espantados.
Para esa joyita influenciada por el blaxploitation llamada “Jackie Brown” (1997), el personaje de Bridget Fonda seduce y distrae al mismísimo Robert De Niro. De comparar con el resto, son los pies más limpios de la filmografía de Tarantino, incluso llevan anillos.
En "Kill Bill: Vol. 1" (2003), los pies de Uma Thurman funcionan como un símbolo de supervivencia y también como un arma eficaz para la batalla. Cuando sale del hospital tras pasar meses en coma, La Novia habla con sus pies y trata desesperadamente de mover el dedo gordo para recuperar su motricidad.
Sin dudas, en ambos volúmenes de “Kill Bill”, los pies ganan absoluta trascendencia y dejan de ser tan aburridos como pensamos cotidianamente. Cuando la hija de Vernita Green descubre a su madre muerta, sus zapatillas invaden el plano en medio del cereal Kaboom desparramado. También, las chicas de la banda The 5.6.7.8′s tocan descalzas. Y en la icónica pelea del remolque, Beatrix aplasta con su pie derecho el ojo de Elle Driver cual si fuera cucaracha.
“Death Proof” (2007), parte del doble proyecto “Grindhouse”, escapa a cualquier sutileza. Los pies se apoderan de los créditos iniciales y luego Kurt Russell le chupa los pies a Rosario Dawson.
Dos años después, “Bastardos sin gloria” (Inglourious Basterds, 2009) juega a la Cenicienta. Tras resultar herida, Bridget von Hammersmark (Diane Kruger) pierde uno de sus tacos y Hans Landa (Christoph Waltz) se lo prueba antes de matarla, en una escena con impecable manejo de la tensión.
En “Perros de la calle” (Reservoir Dogs, 1992), “Django sin cadenas” (Django Unchained, 2012) y “Los ocho más odiados” (The Hateful Eight, 2015) no destacan los pies debido a la nutrida presencia masculina, pero cobran relevancia en algunas tomas, como la de las esposas en los tobillos de Jamie Foxx o él atado de cabeza frente al enemigo.
En “Había una vez en Hollywood” (Once Upon a Time… in Hollywood, 2019) -que requeriría una nota aparte- hasta las botas se lucen ¡y en un mural!. Las que usa Cliff Booth (Brad Pitt) se repiten gigantes en varios planos y se consiguen en la web de Minnetonka a 69,95 dólares.
La maravillosa Sharon Tate de Margot Robbie engalana el cuadro con sus pies en una butaca mientras mira "The Wrecking Crew" en el cine. En la vida real, Tate odiaba usar zapatos y a veces optaba por sandalias transparentes. "Soy una chica de Gold Coast [Australia]. Podés escaparte yendo descalza a todos lados", declaró Robbie, feliz por demostrarlo.
Las chicas que integran la banda de Charles Manson componen un buffet de pies en torno a la TV de la casa del viejo George Spahn. A bordo del Cadillac de Cliff, Pussycat (Margaret Qualley) homenajea a las chicas de "Death Proof" con sus piernas estiradas y hasta pies pegados al parabrisas. Y durante sus descansos en la pileta, los pies de Leo DiCaprio ocupan varios segundos de metraje. Si Howard Hughes viviera para verlo…
"No tengo idea cuándo aparecerá un pie. Quentin reacciona en el momento. Estoy acostumbrado. Él dice 'esto es lo que quiero filmar, empecemos aquí y terminemos allá'", confesó Robert Richardson, habitual director de fotografía de Tarantino desde "Kill Bill".
Los intérpretes tampoco pueden evitarlo. En 2010, la propia Uma Thurman apareció en un evento junto a Tarantino y tomó vino directamente desde su tacón. Además de agradecer a Qualley y Robbie por sus pies, Brad Pitt bromeó días atrás al recibir su galardón en los SAG Awards: “Quentin ha separado a más mujeres de sus zapatos que los controles del aeropuerto”.
Sigmund Freud ya había explicado al fetichismo como el desplazamiento del deseo sexual hacia objetos inanimados o partes del cuerpo causado por la lucha de la persona contra el complejo de castración, además de señalar al zapato como un símbolo de la genitalidad femenina. Aunque tal vez lo de Tarantino esté cerca de los “pies descalzos, sueños blancos” que describía la Shakira de los ‘90. Una añoranza al momento en el que el ser humano deambulaba inconsciente y onírico hasta despertar y percibir el mal.